—Es sabido por todo el mundo que, no puedes sacar a un ave de su hábitat natural, enjaularlo y esperar que sea feliz.
Y algunas criaturas sobrenaturales, en este caso el alma de cierto primer hombre, no era la excepción. Escogiendo de entre un extenso catálogo maneras de mostrar su descontento entre ellas; arrancarse plumas del estrés, ponerse letárgico o simplemente deprimirse, eligió para desgracia de Dökkálfar Tenebris Dryadalis , ser lo más irritante posible:
—¡Eh!¿¡Es que aquí nadie desayuna!?—exigió arrastrando los grilletes que ataban sus manos por los barrotes para hacer mayor cantidad de ruido. Siendo este el acto equivalente a morder los barrotes con el pico—¡Que tengo hambre!¡Hambre!¡Me muero!—dramatizó, cuando la realidad era que ni si quiera necesitaba comer, lo hacía por gusto y costumbre —
Y algunas criaturas sobrenaturales, en este caso el alma de cierto primer hombre, no era la excepción. Escogiendo de entre un extenso catálogo maneras de mostrar su descontento entre ellas; arrancarse plumas del estrés, ponerse letárgico o simplemente deprimirse, eligió para desgracia de Dökkálfar Tenebris Dryadalis , ser lo más irritante posible:
—¡Eh!¿¡Es que aquí nadie desayuna!?—exigió arrastrando los grilletes que ataban sus manos por los barrotes para hacer mayor cantidad de ruido. Siendo este el acto equivalente a morder los barrotes con el pico—¡Que tengo hambre!¡Hambre!¡Me muero!—dramatizó, cuando la realidad era que ni si quiera necesitaba comer, lo hacía por gusto y costumbre —
—Es sabido por todo el mundo que, no puedes sacar a un ave de su hábitat natural, enjaularlo y esperar que sea feliz.
Y algunas criaturas sobrenaturales, en este caso el alma de cierto primer hombre, no era la excepción. Escogiendo de entre un extenso catálogo maneras de mostrar su descontento entre ellas; arrancarse plumas del estrés, ponerse letárgico o simplemente deprimirse, eligió para desgracia de [nebula_aqua_kangaroo_708] , ser lo más irritante posible:
—¡Eh!¿¡Es que aquí nadie desayuna!?—exigió arrastrando los grilletes que ataban sus manos por los barrotes para hacer mayor cantidad de ruido. Siendo este el acto equivalente a morder los barrotes con el pico—¡Que tengo hambre!¡Hambre!¡Me muero!—dramatizó, cuando la realidad era que ni si quiera necesitaba comer, lo hacía por gusto y costumbre —