En un mundo donde el resplandor a menudo se adorna con engaños,
las musas, en ocasiones, parecen olvidar su esencia divina,
y en un afán por cautivar miradas errantes,
se visten de sombras, dejando el alma en ruinas.

Oh, damas de luz, que en la danza de la vida
buscáis el susurro de una admiración fugaz,
recorred los caminos del pensamiento y del corazón,
pues el amor genuino no se mide en compases.

Los adornos exteriores, aunque puedan deslumbrar,
son meros espejos de un reflejo superficial;
la belleza perdurable emana del ser,
un canto profundo que abraza lo esencial.

No permitáis que el oro o la plata ahoguen la voz de la esencia,
ni que el tejido ligero oculte la verdad;
en cada mirada se oculta una historia,
y en cada palabra, un universo por explorar.

Que el arte de seducir no se reduzca a lo vano,
sino que florezca en la profundidad del ser.
Seréis faros luminosos, no meros espejismos,
cuando el alma se vista con el ropaje del querer.

Así, queridas musas, volved a lo auténtico,
pues el amor que se busca es un lazo sincero.
En el abrazo de lo verdadero y lo puro,
hallaréis la grandeza que eleva el corazón.
En un mundo donde el resplandor a menudo se adorna con engaños, las musas, en ocasiones, parecen olvidar su esencia divina, y en un afán por cautivar miradas errantes, se visten de sombras, dejando el alma en ruinas. Oh, damas de luz, que en la danza de la vida buscáis el susurro de una admiración fugaz, recorred los caminos del pensamiento y del corazón, pues el amor genuino no se mide en compases. Los adornos exteriores, aunque puedan deslumbrar, son meros espejos de un reflejo superficial; la belleza perdurable emana del ser, un canto profundo que abraza lo esencial. No permitáis que el oro o la plata ahoguen la voz de la esencia, ni que el tejido ligero oculte la verdad; en cada mirada se oculta una historia, y en cada palabra, un universo por explorar. Que el arte de seducir no se reduzca a lo vano, sino que florezca en la profundidad del ser. Seréis faros luminosos, no meros espejismos, cuando el alma se vista con el ropaje del querer. Así, queridas musas, volved a lo auténtico, pues el amor que se busca es un lazo sincero. En el abrazo de lo verdadero y lo puro, hallaréis la grandeza que eleva el corazón.
Me encocora
Me gusta
6
0 turnos 0 maullidos 235 vistas
Patrocinados
Patrocinados