Me encontraba nuevamente en ese lugar, en la penumbra de mis propios sueños. Y ahí estaba él, esa versión oscura de mí mismo, sentado en una silla, sonriendo con esa mueca que me llenaba de inquietud. Sus ojos brillaban con un resplandor siniestro que me helaba la sangre. Pero esta vez, no me limité a observar desde la distancia, a ser un espectador pasivo de mi propio tormento. Esta vez, me armé de valor, aunque fuera solo un intento desesperado por hallar una forma de detener esto.

Di un paso hacia él, mi respiración era pesada, y mis manos temblaban, pero me obligué a mantener la mirada fija en la suya. La habitación parecía distorsionarse a nuestro alrededor, las sombras se retorcían, como si compartieran la burla de aquella presencia.

—Quiero hablar contigo —dije, con la voz tensa, cada palabra un esfuerzo.

La figura oscura levantó una ceja, y su sonrisa se ensanchó, mostrando una hilera de dientes afilados. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre las rodillas, como si estuviera realmente interesado en lo que yo tuviera que decir. Pero conocía esa expresión, esa forma de arquear los labios. Había un tono sutil de burla en cada gesto suyo, en cada movimiento.

"¿Hablar?" su voz resonó con un eco profundo que reverberó en la oscuridad que nos envolvía

Mi mandíbula se tensó al escuchar sus palabras. Sabía que no podía confiar en él, que cada palabra que dijera estaría teñida de ese cinismo que emanaba de su ser, pero aun así, debía intentarlo.
El otro yo rio, una carcajada baja y amarga, que hizo que el aire se sintiera más pesado, casi irrespirable. Se puso de pie, y aunque la distancia entre nosotros seguía siendo la misma, su presencia se hizo más opresiva.

"Te escucho..."
Me encontraba nuevamente en ese lugar, en la penumbra de mis propios sueños. Y ahí estaba él, esa versión oscura de mí mismo, sentado en una silla, sonriendo con esa mueca que me llenaba de inquietud. Sus ojos brillaban con un resplandor siniestro que me helaba la sangre. Pero esta vez, no me limité a observar desde la distancia, a ser un espectador pasivo de mi propio tormento. Esta vez, me armé de valor, aunque fuera solo un intento desesperado por hallar una forma de detener esto. Di un paso hacia él, mi respiración era pesada, y mis manos temblaban, pero me obligué a mantener la mirada fija en la suya. La habitación parecía distorsionarse a nuestro alrededor, las sombras se retorcían, como si compartieran la burla de aquella presencia. —Quiero hablar contigo —dije, con la voz tensa, cada palabra un esfuerzo. La figura oscura levantó una ceja, y su sonrisa se ensanchó, mostrando una hilera de dientes afilados. Se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre las rodillas, como si estuviera realmente interesado en lo que yo tuviera que decir. Pero conocía esa expresión, esa forma de arquear los labios. Había un tono sutil de burla en cada gesto suyo, en cada movimiento. "¿Hablar?" su voz resonó con un eco profundo que reverberó en la oscuridad que nos envolvía Mi mandíbula se tensó al escuchar sus palabras. Sabía que no podía confiar en él, que cada palabra que dijera estaría teñida de ese cinismo que emanaba de su ser, pero aun así, debía intentarlo. El otro yo rio, una carcajada baja y amarga, que hizo que el aire se sintiera más pesado, casi irrespirable. Se puso de pie, y aunque la distancia entre nosotros seguía siendo la misma, su presencia se hizo más opresiva. "Te escucho..."
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