Esa noche el club estaría cerrado, a ojos del público se diría que era para darles un día de descanso a todos los trabajadores. ¿La realidad? Iban a recibir una inspección por parte de la policía debido a ciertos altercados que no dejaban de ocurrir allí o cerca de la zona últimamente. Fuera como fuese no iban a dedicarse a perseguir y vigilar a los hosts, por lo que Shonobu pensaba aprovechar hasta el último minuto de ese día y esa noche de Sábado para disfrutarlo todo lo posible en la ciudad y sus alrededores.
Primero dio un paseo por algunas de las zonas más antiguas de la ciudad, quería pasar por los viejos puestos de comida callejera a por un par de cosas que comer durante su caminata. Después de conseguir un poco de karaage, takoyakis y un taiyaki, siguió su camino tranquilamente por aquellas calles más antiguas y por ende, menos transitadas. Caminaba y comía tranquilo cuando... Un horrible dolor en la cabeza y todo se volvió negro.
Abrió los ojos poco a poco, desconcertado, sintiendo como le daba punzadas la cabeza. Miró a su alrededor aún algo mareado para percatarse de que se encontraba en una pequeña habitación, una estancia que parecía algún tipo de trastero o almacén pequeño. ¿Qué había pasado? Intentó moverse un poco sintiendo el cuerpo entumecido. De pronto, la puerta frente a él se abrió y a quién vio... Dios... Jamás esperó volver a ver esa cara.
-¡Hola, mi dulce Shin! ¿Me has echado de menos?
-Tú... ¡Desgraciado!- El muchacho se acercó veloz, propinándole una patada.
Ese hombre, ese mal nacido, era su tío. Por desgracia no venía sólo y un par de hombres se encargaron de parar a Shinobu y sujetarlo con fuerza para que no golpease más al hombre.
-¡Soltadme! ¡Soltadme de una maldita vez, imbéciles!- Replicaba el muchacho forcejeando y gruñendo.
-Joder... Eso dolió, ¿Sabes?... Oye, oye, relájate, ¿es esta forma de saludar a tu queridísimo tío? Cálmate y ponte cómodo, pequeño... Porque no pienso dejar que te escapes otra vez.
¿De verdad había vuelto a caer en las garras de ese hombre? No podía ser, esto no era posible. Necesitaba hacer algo, idear algún plan para salir de allí... Alguien acabaría dándose cuenta de que había desaparecido, ¿no? Y si... ¿Y si nadie se daba cuenta? Si debía volver al infierno antes preferiría morir y arrastrar al mal nacido de su tío al infierno con él.
Primero dio un paseo por algunas de las zonas más antiguas de la ciudad, quería pasar por los viejos puestos de comida callejera a por un par de cosas que comer durante su caminata. Después de conseguir un poco de karaage, takoyakis y un taiyaki, siguió su camino tranquilamente por aquellas calles más antiguas y por ende, menos transitadas. Caminaba y comía tranquilo cuando... Un horrible dolor en la cabeza y todo se volvió negro.
Abrió los ojos poco a poco, desconcertado, sintiendo como le daba punzadas la cabeza. Miró a su alrededor aún algo mareado para percatarse de que se encontraba en una pequeña habitación, una estancia que parecía algún tipo de trastero o almacén pequeño. ¿Qué había pasado? Intentó moverse un poco sintiendo el cuerpo entumecido. De pronto, la puerta frente a él se abrió y a quién vio... Dios... Jamás esperó volver a ver esa cara.
-¡Hola, mi dulce Shin! ¿Me has echado de menos?
-Tú... ¡Desgraciado!- El muchacho se acercó veloz, propinándole una patada.
Ese hombre, ese mal nacido, era su tío. Por desgracia no venía sólo y un par de hombres se encargaron de parar a Shinobu y sujetarlo con fuerza para que no golpease más al hombre.
-¡Soltadme! ¡Soltadme de una maldita vez, imbéciles!- Replicaba el muchacho forcejeando y gruñendo.
-Joder... Eso dolió, ¿Sabes?... Oye, oye, relájate, ¿es esta forma de saludar a tu queridísimo tío? Cálmate y ponte cómodo, pequeño... Porque no pienso dejar que te escapes otra vez.
¿De verdad había vuelto a caer en las garras de ese hombre? No podía ser, esto no era posible. Necesitaba hacer algo, idear algún plan para salir de allí... Alguien acabaría dándose cuenta de que había desaparecido, ¿no? Y si... ¿Y si nadie se daba cuenta? Si debía volver al infierno antes preferiría morir y arrastrar al mal nacido de su tío al infierno con él.
Esa noche el club estaría cerrado, a ojos del público se diría que era para darles un día de descanso a todos los trabajadores. ¿La realidad? Iban a recibir una inspección por parte de la policía debido a ciertos altercados que no dejaban de ocurrir allí o cerca de la zona últimamente. Fuera como fuese no iban a dedicarse a perseguir y vigilar a los hosts, por lo que Shonobu pensaba aprovechar hasta el último minuto de ese día y esa noche de Sábado para disfrutarlo todo lo posible en la ciudad y sus alrededores.
Primero dio un paseo por algunas de las zonas más antiguas de la ciudad, quería pasar por los viejos puestos de comida callejera a por un par de cosas que comer durante su caminata. Después de conseguir un poco de karaage, takoyakis y un taiyaki, siguió su camino tranquilamente por aquellas calles más antiguas y por ende, menos transitadas. Caminaba y comía tranquilo cuando... Un horrible dolor en la cabeza y todo se volvió negro.
Abrió los ojos poco a poco, desconcertado, sintiendo como le daba punzadas la cabeza. Miró a su alrededor aún algo mareado para percatarse de que se encontraba en una pequeña habitación, una estancia que parecía algún tipo de trastero o almacén pequeño. ¿Qué había pasado? Intentó moverse un poco sintiendo el cuerpo entumecido. De pronto, la puerta frente a él se abrió y a quién vio... Dios... Jamás esperó volver a ver esa cara.
-¡Hola, mi dulce Shin! ¿Me has echado de menos?
-Tú... ¡Desgraciado!- El muchacho se acercó veloz, propinándole una patada.
Ese hombre, ese mal nacido, era su tío. Por desgracia no venía sólo y un par de hombres se encargaron de parar a Shinobu y sujetarlo con fuerza para que no golpease más al hombre.
-¡Soltadme! ¡Soltadme de una maldita vez, imbéciles!- Replicaba el muchacho forcejeando y gruñendo.
-Joder... Eso dolió, ¿Sabes?... Oye, oye, relájate, ¿es esta forma de saludar a tu queridísimo tío? Cálmate y ponte cómodo, pequeño... Porque no pienso dejar que te escapes otra vez.
¿De verdad había vuelto a caer en las garras de ese hombre? No podía ser, esto no era posible. Necesitaba hacer algo, idear algún plan para salir de allí... Alguien acabaría dándose cuenta de que había desaparecido, ¿no? Y si... ¿Y si nadie se daba cuenta? Si debía volver al infierno antes preferiría morir y arrastrar al mal nacido de su tío al infierno con él.