El octavo día del Inkfest transcurría como cualquier otro para Jeff The Killer. Tras un largo día de cazar fantasmas y sembrar caos, decidió que era hora de refrescarse un poco. Abrió su refrigerador, encontrándose con una selección de bebidas que brillaban de manera extraña y, sin pensarlo dos veces, tomó una al azar y se la bebió de un solo trago.

Al instante, algo comenzó a cambiar en su cuerpo. Jeff sintió un escalofrío recorriendo su espalda, seguido por una transformación en su apariencia. Corrió al espejo más cercano y lo que vio lo dejó sin palabras.

—¡No, no, no...! ¡MALDITA SEA! —gritó, tocándose el rostro, que ahora lucía mucho más amigable, con una sonrisa inocente y ojos menos amenazantes. Para su horror, su chaqueta habitual había sido reemplazada por una versión más limpia y suave.

—¡No puede ser! PAREZO MI PUTO PRIMO —exclamó, refiriéndose a Jeff The Hugger, el otro Jeff que todos conocían por su disposición cariñosa y sus abrazos.

Intentó recuperar su apariencia habitual, forzando su sonrisa de locura y tratando de despeinarse, pero no importaba cuánto lo intentara: su reflejo seguía mostrando una versión adorable y amigable de sí mismo.

—¡No soy Hugger! ¡No quiero parecerme a ese payaso que da abrazos! —gruñó, golpeando el espejo, sin éxito en cambiar lo que veía. Cada vez que lo miraba, solo podía pensar en lo que dirían los demás.

— SI ME VEN ASI ME CONFUNDIRAN CON ESE INUTIL—gritaba mientras se desesperaba por recuperar su habitual aura de terror.
El octavo día del Inkfest transcurría como cualquier otro para Jeff The Killer. Tras un largo día de cazar fantasmas y sembrar caos, decidió que era hora de refrescarse un poco. Abrió su refrigerador, encontrándose con una selección de bebidas que brillaban de manera extraña y, sin pensarlo dos veces, tomó una al azar y se la bebió de un solo trago. Al instante, algo comenzó a cambiar en su cuerpo. Jeff sintió un escalofrío recorriendo su espalda, seguido por una transformación en su apariencia. Corrió al espejo más cercano y lo que vio lo dejó sin palabras. —¡No, no, no...! ¡MALDITA SEA! —gritó, tocándose el rostro, que ahora lucía mucho más amigable, con una sonrisa inocente y ojos menos amenazantes. Para su horror, su chaqueta habitual había sido reemplazada por una versión más limpia y suave. —¡No puede ser! PAREZO MI PUTO PRIMO —exclamó, refiriéndose a Jeff The Hugger, el otro Jeff que todos conocían por su disposición cariñosa y sus abrazos. Intentó recuperar su apariencia habitual, forzando su sonrisa de locura y tratando de despeinarse, pero no importaba cuánto lo intentara: su reflejo seguía mostrando una versión adorable y amigable de sí mismo. —¡No soy Hugger! ¡No quiero parecerme a ese payaso que da abrazos! —gruñó, golpeando el espejo, sin éxito en cambiar lo que veía. Cada vez que lo miraba, solo podía pensar en lo que dirían los demás. — SI ME VEN ASI ME CONFUNDIRAN CON ESE INUTIL—gritaba mientras se desesperaba por recuperar su habitual aura de terror.
Me gusta
1
0 turnos 1 maullido 390 vistas
Patrocinados
Patrocinados