¿Qué hay tras la muerte?
Fandom Hazbin Hotel (Original)
Categoría Drama
—¡Anthony! ¡Anthony, espera! ¡Maldita sea, espérame!

Los gritos resonaban en un eco, entre la desesperación y la rabia, pues aquel rubio se le estaba escapando de las manos como la fina arena, apenas pudiendo seguirle el paso en un intento vano de explicar, de enmendar su "error" tras haberlo llevado a lo que debía ser una muerte segura como venganza, cosa que no consiguió pero debía actuar como el salvador...
O eso quería pretender, pues las luces de las farolas terminaron volviéndose difusas tras un fuerte estruendo y sentir un par de balas atravesándole el pecho.

—. . . ¿Qué... mier...?

El ardor del impacto fue apenas de segundos, seguido por un frío atroz y su cuerpo desplomarse en el suelo, bañándolo en sangre, tiñendo su espalda desde los hombros hasta los pies en una capa carmesí que incluso aparentaban alas por la peculiar forma que el pavimento le ayudó a tomar.
Su mirada se mantenía fija en las farolas, borrosas, como si quisiera aferrarse a aquella luz con desesperación, igual a una polilla que era guiada, extendiéndo a duras penas el brazo por breves instantes hasta caer en una muerte prácticamente instantanea.

¿Cómo todo acabó así?
Tenía la respuesta, después de todo se lo buscó al traicionar a la familia para la que trabajaba, a la cual pertenecía y, con la enorme estupidez de intentar enamorar al hijo de esta.
No sólo la homosexualidad fue su tormento, también el haber planeado como deshacerse del mocoso por el cual perdió a su verdadero amor tantos años atrás, sin pensar que podría ser descubierto, que él sería más inteligente que una mafia y, por orgullo, aún en la agonía antes del último aliento, lo seguía creyendo.

La oscuridad y el frío lo envolvieron, pero era extraño... ¿Por qué sentía frío si estaba muerto? ¿O se salvó? ¿Lograría sobrevivir?
No, no escuchaba absolutamente nada, no pensaba en absolutamente nada y, sin embargo, abrió los ojos, volviendo a ver todo borroso, levantándose con la respiración agitada tras esa asfixiante sensación mientras se sujetaba el pecho con fuerza, sintiendo el ardor de las heridas.

Su pecho ardía, quemaba... La espalda dolía demasiado, podía sentir como las balas atravesaron su cuerpo por los homóplatos, como si hubieran quebrado sus huesos pero no era así.
Miró alrededor, confundido, todo lo que parecía un sueño muy lúcido, uno del que era consciente y vivía en carne propia pero, conforme los segundos, menos claro tenía lo sucedido hasta que olvidó todo, casi todo.

"Bienvenido, Valentino."

Podía ver aquello en el piso, enarcando la ceja, intentando levantarse aún en medio del lapsus, pero su cuerpo no parecía pertenecerle, no lo sentía propio, no conseguía dominarlo para algo tan fácil como ponerse en pie y fue que terminó apoyado en las cuatro extremidades, pudiendo ver finalmente 2 pares de manos, dos brazos, de forma distorsionada pero ahí estaban.

—¿¡Qué carajo es esto!?

El temor lo hizo volver a retroceder y caer de sentón, sintiendo el tirón a su espalda, lo cual llamó su atención, mirando aquel gran par de alas de polilla que tenía.

¿Qué demonios estaba pasando?
Todo era tan confuso, llevándose las mano a la cabeza, las cuatro, siendo una sensación extraña y fue peor, pues sintió aquel par de antenas "afelpadas", tomándolas entre sus dedos y bajándolas hasta donde pudiera apreciarlas mejor. Repitió lo mismo con la peculiar pelusa que ahora tenía por su cuello.

Había caído al infierno por sus pecados, ahora le tocaba reconocerse, saber que mierda era pero tenía algo claro gracias a aquel mensaje.

—Valentino...

Repitió, seguro de que ese era su nombre y con una idea firme tras él, pues no era un nombre ordinario ni para cualquier idiota. Era la valentía misma, la seducción, cosas que ya sentía propias a pesar de todo ese extraño cuerpo, de aquel extraño entorno, volviendo a mirar alrededor antes de conseguir ponerse de pie, extendiendo las alas con una pequeña ráfaga de viento que lo ayudó a mantener el equilibrio.
—¡Anthony! ¡Anthony, espera! ¡Maldita sea, espérame! Los gritos resonaban en un eco, entre la desesperación y la rabia, pues aquel rubio se le estaba escapando de las manos como la fina arena, apenas pudiendo seguirle el paso en un intento vano de explicar, de enmendar su "error" tras haberlo llevado a lo que debía ser una muerte segura como venganza, cosa que no consiguió pero debía actuar como el salvador... O eso quería pretender, pues las luces de las farolas terminaron volviéndose difusas tras un fuerte estruendo y sentir un par de balas atravesándole el pecho. —. . . ¿Qué... mier...? El ardor del impacto fue apenas de segundos, seguido por un frío atroz y su cuerpo desplomarse en el suelo, bañándolo en sangre, tiñendo su espalda desde los hombros hasta los pies en una capa carmesí que incluso aparentaban alas por la peculiar forma que el pavimento le ayudó a tomar. Su mirada se mantenía fija en las farolas, borrosas, como si quisiera aferrarse a aquella luz con desesperación, igual a una polilla que era guiada, extendiéndo a duras penas el brazo por breves instantes hasta caer en una muerte prácticamente instantanea. ¿Cómo todo acabó así? Tenía la respuesta, después de todo se lo buscó al traicionar a la familia para la que trabajaba, a la cual pertenecía y, con la enorme estupidez de intentar enamorar al hijo de esta. No sólo la homosexualidad fue su tormento, también el haber planeado como deshacerse del mocoso por el cual perdió a su verdadero amor tantos años atrás, sin pensar que podría ser descubierto, que él sería más inteligente que una mafia y, por orgullo, aún en la agonía antes del último aliento, lo seguía creyendo. La oscuridad y el frío lo envolvieron, pero era extraño... ¿Por qué sentía frío si estaba muerto? ¿O se salvó? ¿Lograría sobrevivir? No, no escuchaba absolutamente nada, no pensaba en absolutamente nada y, sin embargo, abrió los ojos, volviendo a ver todo borroso, levantándose con la respiración agitada tras esa asfixiante sensación mientras se sujetaba el pecho con fuerza, sintiendo el ardor de las heridas. Su pecho ardía, quemaba... La espalda dolía demasiado, podía sentir como las balas atravesaron su cuerpo por los homóplatos, como si hubieran quebrado sus huesos pero no era así. Miró alrededor, confundido, todo lo que parecía un sueño muy lúcido, uno del que era consciente y vivía en carne propia pero, conforme los segundos, menos claro tenía lo sucedido hasta que olvidó todo, casi todo. "Bienvenido, Valentino." Podía ver aquello en el piso, enarcando la ceja, intentando levantarse aún en medio del lapsus, pero su cuerpo no parecía pertenecerle, no lo sentía propio, no conseguía dominarlo para algo tan fácil como ponerse en pie y fue que terminó apoyado en las cuatro extremidades, pudiendo ver finalmente 2 pares de manos, dos brazos, de forma distorsionada pero ahí estaban. —¿¡Qué carajo es esto!? El temor lo hizo volver a retroceder y caer de sentón, sintiendo el tirón a su espalda, lo cual llamó su atención, mirando aquel gran par de alas de polilla que tenía. ¿Qué demonios estaba pasando? Todo era tan confuso, llevándose las mano a la cabeza, las cuatro, siendo una sensación extraña y fue peor, pues sintió aquel par de antenas "afelpadas", tomándolas entre sus dedos y bajándolas hasta donde pudiera apreciarlas mejor. Repitió lo mismo con la peculiar pelusa que ahora tenía por su cuello. Había caído al infierno por sus pecados, ahora le tocaba reconocerse, saber que mierda era pero tenía algo claro gracias a aquel mensaje. —Valentino... Repitió, seguro de que ese era su nombre y con una idea firme tras él, pues no era un nombre ordinario ni para cualquier idiota. Era la valentía misma, la seducción, cosas que ya sentía propias a pesar de todo ese extraño cuerpo, de aquel extraño entorno, volviendo a mirar alrededor antes de conseguir ponerse de pie, extendiendo las alas con una pequeña ráfaga de viento que lo ayudó a mantener el equilibrio.
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Individual
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