La casa de Jeff The Killer estaba completamente decorada para la fiesta de Halloween. Calabazas talladas, luces tenebrosas, telarañas por doquier y, claro, su toque personal: cuchillos estratégicamente colocados entre la decoración. La fiesta prometía ser épica.
—Esto va a ser legendario —se dijo, admirando su obra.
Sin embargo, justo cuando estaba por poner la música, comenzó a notar que algo andaba mal. Las luces parpadeaban de nuevo, pero esta vez no era por ninguna maldición de Jack Skellington. Las calabazas desaparecían de las mesas, los platos de comida estaban vacíos, y las bebidas... ¿dónde diablos habían ido?
—¿Qué demonios...? —gruñó mientras se giraba, observando cómo unos pequeños duendes traviesos correteaban con su comida y decoración—. ¿De verdad, duendes? ¡¿En mi fiesta?! —
entonces volteo y dijo
— BEN , TRAE PARA ACA TU CULO Y SACAME TODO ESTOS PRIMOS TUYOS DE UNA PUTA VEZ
#Inkfest DIA 5
—Esto va a ser legendario —se dijo, admirando su obra.
Sin embargo, justo cuando estaba por poner la música, comenzó a notar que algo andaba mal. Las luces parpadeaban de nuevo, pero esta vez no era por ninguna maldición de Jack Skellington. Las calabazas desaparecían de las mesas, los platos de comida estaban vacíos, y las bebidas... ¿dónde diablos habían ido?
—¿Qué demonios...? —gruñó mientras se giraba, observando cómo unos pequeños duendes traviesos correteaban con su comida y decoración—. ¿De verdad, duendes? ¡¿En mi fiesta?! —
entonces volteo y dijo
— BEN , TRAE PARA ACA TU CULO Y SACAME TODO ESTOS PRIMOS TUYOS DE UNA PUTA VEZ
#Inkfest DIA 5
La casa de Jeff The Killer estaba completamente decorada para la fiesta de Halloween. Calabazas talladas, luces tenebrosas, telarañas por doquier y, claro, su toque personal: cuchillos estratégicamente colocados entre la decoración. La fiesta prometía ser épica.
—Esto va a ser legendario —se dijo, admirando su obra.
Sin embargo, justo cuando estaba por poner la música, comenzó a notar que algo andaba mal. Las luces parpadeaban de nuevo, pero esta vez no era por ninguna maldición de Jack Skellington. Las calabazas desaparecían de las mesas, los platos de comida estaban vacíos, y las bebidas... ¿dónde diablos habían ido?
—¿Qué demonios...? —gruñó mientras se giraba, observando cómo unos pequeños duendes traviesos correteaban con su comida y decoración—. ¿De verdad, duendes? ¡¿En mi fiesta?! —
entonces volteo y dijo
— BEN , TRAE PARA ACA TU CULO Y SACAME TODO ESTOS PRIMOS TUYOS DE UNA PUTA VEZ
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