Había vuelto a suceder. Un nuevo ataque en una aldea cercana a su templo, dentro del plano temporal de Kazuo.
Volvía a lamerse las heridas, heridas que no habrían estado si estos fueran humanos. Pero fue otra oleada de Onís, y no sabía la procedencia de estos.
Cada vez que lo herían, estás tardaban en cicatrizar. No eran heridas normales, eran heridas que mervaban su cuerpo, dejándolo vulnerable. Este se vendaba el cuerpo sentado en una piedras tras su templo, envuelto por algunos árboles que le otorgaban esa privacidad. Se ocultaba siempre que esto pasaba, no quería que nadi viese su lado más vulnerable.
Volvía a lamerse las heridas, heridas que no habrían estado si estos fueran humanos. Pero fue otra oleada de Onís, y no sabía la procedencia de estos.
Cada vez que lo herían, estás tardaban en cicatrizar. No eran heridas normales, eran heridas que mervaban su cuerpo, dejándolo vulnerable. Este se vendaba el cuerpo sentado en una piedras tras su templo, envuelto por algunos árboles que le otorgaban esa privacidad. Se ocultaba siempre que esto pasaba, no quería que nadi viese su lado más vulnerable.
Había vuelto a suceder. Un nuevo ataque en una aldea cercana a su templo, dentro del plano temporal de Kazuo.
Volvía a lamerse las heridas, heridas que no habrían estado si estos fueran humanos. Pero fue otra oleada de Onís, y no sabía la procedencia de estos.
Cada vez que lo herían, estás tardaban en cicatrizar. No eran heridas normales, eran heridas que mervaban su cuerpo, dejándolo vulnerable. Este se vendaba el cuerpo sentado en una piedras tras su templo, envuelto por algunos árboles que le otorgaban esa privacidad. Se ocultaba siempre que esto pasaba, no quería que nadi viese su lado más vulnerable.