𝑺𝒂𝒃𝒐𝒓 𝒂 𝑪𝒖𝒓𝒊𝒐𝒔𝒊𝒅𝒂𝒅: Un té con Ciel Phantomhive
El día había llegado. No pude evitar sentir una extraña mezcla de nervios y curiosidad mientras caminaba por el sendero que llevaba a la mansión Phantomhive. Por medio de unas cartas y gracias a la suerte o eso sentia por el joven había accedido a mi humilde propuesta de una merienda.
El sol seguía alto en el cielo, y aunque normalmente este sería un momento que evitaría a toda costa, me había preparado. Mi capa cubría cada parte de mi piel, y el parasol que sostenía en una mano me ofrecía una protección extra contra los letales rayos solares. En la otra mano, sostenía la canasta de delicias que había preparado con esmero. Panecillos recién horneados, mermelada de frutas silvestres, algunos pasteles típicos de mi tierra natal.... Todo debía estar perfecto.
Al menos, pensaba, Ciel no vive en un lugar demasiado poblado. Eso me tranquilizaba. La mansión se alzaba majestuosa y solitaria, y aunque no había estado en esta parte de Inglaterra muchas veces, me sentía extrañamente a gusto con la tranquilidad del entorno.
Finalmente, me detuve frente a las enormes puertas de la mansión, tomando una respiración profunda. Mis manos tensas aferraban el mango del parasol. ¿Estaba nervioso? Quizás. Ciel era un joven intrigante, y aunque mi naturaleza me forzaba a mantenerme distante, no pude evitar sentir cierta curiosidad por lo que vendría.
Levanté una mano, tocando la puerta suavemente, pero con la fuerza suficiente para hacerme notar. Ahora, solo quedaba esperar.
El sol seguía alto en el cielo, y aunque normalmente este sería un momento que evitaría a toda costa, me había preparado. Mi capa cubría cada parte de mi piel, y el parasol que sostenía en una mano me ofrecía una protección extra contra los letales rayos solares. En la otra mano, sostenía la canasta de delicias que había preparado con esmero. Panecillos recién horneados, mermelada de frutas silvestres, algunos pasteles típicos de mi tierra natal.... Todo debía estar perfecto.
Al menos, pensaba, Ciel no vive en un lugar demasiado poblado. Eso me tranquilizaba. La mansión se alzaba majestuosa y solitaria, y aunque no había estado en esta parte de Inglaterra muchas veces, me sentía extrañamente a gusto con la tranquilidad del entorno.
Finalmente, me detuve frente a las enormes puertas de la mansión, tomando una respiración profunda. Mis manos tensas aferraban el mango del parasol. ¿Estaba nervioso? Quizás. Ciel era un joven intrigante, y aunque mi naturaleza me forzaba a mantenerme distante, no pude evitar sentir cierta curiosidad por lo que vendría.
Levanté una mano, tocando la puerta suavemente, pero con la fuerza suficiente para hacerme notar. Ahora, solo quedaba esperar.
El día había llegado. No pude evitar sentir una extraña mezcla de nervios y curiosidad mientras caminaba por el sendero que llevaba a la mansión Phantomhive. Por medio de unas cartas y gracias a la suerte o eso sentia por el joven había accedido a mi humilde propuesta de una merienda.
El sol seguía alto en el cielo, y aunque normalmente este sería un momento que evitaría a toda costa, me había preparado. Mi capa cubría cada parte de mi piel, y el parasol que sostenía en una mano me ofrecía una protección extra contra los letales rayos solares. En la otra mano, sostenía la canasta de delicias que había preparado con esmero. Panecillos recién horneados, mermelada de frutas silvestres, algunos pasteles típicos de mi tierra natal.... Todo debía estar perfecto.
Al menos, pensaba, Ciel no vive en un lugar demasiado poblado. Eso me tranquilizaba. La mansión se alzaba majestuosa y solitaria, y aunque no había estado en esta parte de Inglaterra muchas veces, me sentía extrañamente a gusto con la tranquilidad del entorno.
Finalmente, me detuve frente a las enormes puertas de la mansión, tomando una respiración profunda. Mis manos tensas aferraban el mango del parasol. ¿Estaba nervioso? Quizás. Ciel era un joven intrigante, y aunque mi naturaleza me forzaba a mantenerme distante, no pude evitar sentir cierta curiosidad por lo que vendría.
Levanté una mano, tocando la puerta suavemente, pero con la fuerza suficiente para hacerme notar. Ahora, solo quedaba esperar.
Tipo
Individual
Líneas
5
Estado
Disponible