Una pequeña sorpresa
Rol privado con : Adám First Man y Lute
—El cielo era un lugar muy particular. Muy parecido a Sovngarde, el reino de los muertos de su mundo. Tan vaporoso y hermoso… aunque con una diferencia bastante evidente, todos aquellos habitantes que tenían formas de lo más curiosas. Además de por supuesto lo cursi que era todo el mundo. El lado bueno era que, en forma de Angel que podía observar a aquella gente y adaptarse y de este modo, aprender ¿Y que necesitaba aprender el gran Alduin, primogénito de Akatosh de aquellas humildes almas? A ser detallista y romántico sin llegar a lo espeluznante. Cosa que sí que le había pasado, aún recordaba lo de ofrecerle su corazón y en como había resultado, también en cierta promesa por la que por el momento iba a fingir demencia.
Y si, aquel Angel con cara de malas pulgas, cuernos y cola de lagarto se había pasado últimamente muchas horas dando vueltas por la ciudad del cielo, observando a las parejas más cursis y relamidas que pudiera haber y había llegado a una única conclusión. Por algún motivo, las almas humanas encontraban romántico algo tan trivial como una cena a la luz de las velas. Bien, pues eso iba a hacer.
Sin decir más, volvió a la casita nido que compartía con él y Lute y se puso manos a la obra, preparando los platos que más le gustaban, y consiguiéndolo con más o menos éxito. De Lute no sabía gran cosa, así que esperó que en gustos alimenticios coincidieran más o menos. Y es que todo sería más sencillo si ellos también consumieran únicamente almas. Por qué si, también iba a invitarla a ella ya que Adán había mostrado su interés en ella y al propio dragón, aquella mujer la agradaba lo suficiente como para tener una relación mucho más estrecha si ella los deseaba a ambos. Buscó un lugar bonito del hermoso bosque del que estaban rodeados y preparó un a mesa con un delicado mantel, y velas. Además por supuesto, sillas y cubiertos. También dispuso un centro de mesa hecho con flores que encontró por el cielo y se las ingenió para comprar un ramo a cada uno y una caja de bombones. Tras esto, les hizo saber a ambos que los esperaba en aquel lugar sin decirles para que, a fin de cuentas era una sorpresa y procedió a ir a arreglarse —
—El cielo era un lugar muy particular. Muy parecido a Sovngarde, el reino de los muertos de su mundo. Tan vaporoso y hermoso… aunque con una diferencia bastante evidente, todos aquellos habitantes que tenían formas de lo más curiosas. Además de por supuesto lo cursi que era todo el mundo. El lado bueno era que, en forma de Angel que podía observar a aquella gente y adaptarse y de este modo, aprender ¿Y que necesitaba aprender el gran Alduin, primogénito de Akatosh de aquellas humildes almas? A ser detallista y romántico sin llegar a lo espeluznante. Cosa que sí que le había pasado, aún recordaba lo de ofrecerle su corazón y en como había resultado, también en cierta promesa por la que por el momento iba a fingir demencia.
Y si, aquel Angel con cara de malas pulgas, cuernos y cola de lagarto se había pasado últimamente muchas horas dando vueltas por la ciudad del cielo, observando a las parejas más cursis y relamidas que pudiera haber y había llegado a una única conclusión. Por algún motivo, las almas humanas encontraban romántico algo tan trivial como una cena a la luz de las velas. Bien, pues eso iba a hacer.
Sin decir más, volvió a la casita nido que compartía con él y Lute y se puso manos a la obra, preparando los platos que más le gustaban, y consiguiéndolo con más o menos éxito. De Lute no sabía gran cosa, así que esperó que en gustos alimenticios coincidieran más o menos. Y es que todo sería más sencillo si ellos también consumieran únicamente almas. Por qué si, también iba a invitarla a ella ya que Adán había mostrado su interés en ella y al propio dragón, aquella mujer la agradaba lo suficiente como para tener una relación mucho más estrecha si ella los deseaba a ambos. Buscó un lugar bonito del hermoso bosque del que estaban rodeados y preparó un a mesa con un delicado mantel, y velas. Además por supuesto, sillas y cubiertos. También dispuso un centro de mesa hecho con flores que encontró por el cielo y se las ingenió para comprar un ramo a cada uno y una caja de bombones. Tras esto, les hizo saber a ambos que los esperaba en aquel lugar sin decirles para que, a fin de cuentas era una sorpresa y procedió a ir a arreglarse —
Rol privado con : [Adam1] y [Lute1]
—El cielo era un lugar muy particular. Muy parecido a Sovngarde, el reino de los muertos de su mundo. Tan vaporoso y hermoso… aunque con una diferencia bastante evidente, todos aquellos habitantes que tenían formas de lo más curiosas. Además de por supuesto lo cursi que era todo el mundo. El lado bueno era que, en forma de Angel que podía observar a aquella gente y adaptarse y de este modo, aprender ¿Y que necesitaba aprender el gran Alduin, primogénito de Akatosh de aquellas humildes almas? A ser detallista y romántico sin llegar a lo espeluznante. Cosa que sí que le había pasado, aún recordaba lo de ofrecerle su corazón y en como había resultado, también en cierta promesa por la que por el momento iba a fingir demencia.
Y si, aquel Angel con cara de malas pulgas, cuernos y cola de lagarto se había pasado últimamente muchas horas dando vueltas por la ciudad del cielo, observando a las parejas más cursis y relamidas que pudiera haber y había llegado a una única conclusión. Por algún motivo, las almas humanas encontraban romántico algo tan trivial como una cena a la luz de las velas. Bien, pues eso iba a hacer.
Sin decir más, volvió a la casita nido que compartía con él y Lute y se puso manos a la obra, preparando los platos que más le gustaban, y consiguiéndolo con más o menos éxito. De Lute no sabía gran cosa, así que esperó que en gustos alimenticios coincidieran más o menos. Y es que todo sería más sencillo si ellos también consumieran únicamente almas. Por qué si, también iba a invitarla a ella ya que Adán había mostrado su interés en ella y al propio dragón, aquella mujer la agradaba lo suficiente como para tener una relación mucho más estrecha si ella los deseaba a ambos. Buscó un lugar bonito del hermoso bosque del que estaban rodeados y preparó un a mesa con un delicado mantel, y velas. Además por supuesto, sillas y cubiertos. También dispuso un centro de mesa hecho con flores que encontró por el cielo y se las ingenió para comprar un ramo a cada uno y una caja de bombones. Tras esto, les hizo saber a ambos que los esperaba en aquel lugar sin decirles para que, a fin de cuentas era una sorpresa y procedió a ir a arreglarse —
Tipo
Grupal
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Cualquier línea
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