Elizabeth atravesó el portal a un reino mágico llamado Aurora, éste prometía nuevos comienzos y chances de una mejor vida. Dos cosas que había estado buscando hace tiempo.
Para su desgracia cayó en una zona rocosa donde el frío y la hostilidad calaban los huesos y el silencio reinaba el lugar, como era de esperar no tenía la ropa necesaria para el clima, sería un problema si no actuaba rápido.
Empezó a recorrer el área buscando la salida o en su defecto alguna cueva donde guarecerse.
De pronto el silencio fue interrumpido por débiles alaridos y sonidos de algo rompiéndose. La pelirroja se dirigió hacia donde provenían los ruidos, al llegar a un rincón entre piedras filosas para su sorpresa se encontró un nido de dragón con pequeñas crías recién nacidas y a su alrededor gemas,piedras preciosas y joyas, sabía que tenía los minutos contados el llanto de las crías alertarían a la madre que no tardaría en llegar. Como pudo tomó un puñado de oro y dos gemas, lo único que entraba en su pequeño morral.
Grandes gritos y fuertes aleteos que cortaban el viento se acercaban a gran velocidad por los cielos, Liz corriendo sin quitar la vista de las altas cumbres trataba de alejarse del nido
Para su desgracia cayó en una zona rocosa donde el frío y la hostilidad calaban los huesos y el silencio reinaba el lugar, como era de esperar no tenía la ropa necesaria para el clima, sería un problema si no actuaba rápido.
Empezó a recorrer el área buscando la salida o en su defecto alguna cueva donde guarecerse.
De pronto el silencio fue interrumpido por débiles alaridos y sonidos de algo rompiéndose. La pelirroja se dirigió hacia donde provenían los ruidos, al llegar a un rincón entre piedras filosas para su sorpresa se encontró un nido de dragón con pequeñas crías recién nacidas y a su alrededor gemas,piedras preciosas y joyas, sabía que tenía los minutos contados el llanto de las crías alertarían a la madre que no tardaría en llegar. Como pudo tomó un puñado de oro y dos gemas, lo único que entraba en su pequeño morral.
Grandes gritos y fuertes aleteos que cortaban el viento se acercaban a gran velocidad por los cielos, Liz corriendo sin quitar la vista de las altas cumbres trataba de alejarse del nido
Elizabeth atravesó el portal a un reino mágico llamado Aurora, éste prometía nuevos comienzos y chances de una mejor vida. Dos cosas que había estado buscando hace tiempo.
Para su desgracia cayó en una zona rocosa donde el frío y la hostilidad calaban los huesos y el silencio reinaba el lugar, como era de esperar no tenía la ropa necesaria para el clima, sería un problema si no actuaba rápido.
Empezó a recorrer el área buscando la salida o en su defecto alguna cueva donde guarecerse.
De pronto el silencio fue interrumpido por débiles alaridos y sonidos de algo rompiéndose. La pelirroja se dirigió hacia donde provenían los ruidos, al llegar a un rincón entre piedras filosas para su sorpresa se encontró un nido de dragón con pequeñas crías recién nacidas y a su alrededor gemas,piedras preciosas y joyas, sabía que tenía los minutos contados el llanto de las crías alertarían a la madre que no tardaría en llegar. Como pudo tomó un puñado de oro y dos gemas, lo único que entraba en su pequeño morral.
Grandes gritos y fuertes aleteos que cortaban el viento se acercaban a gran velocidad por los cielos, Liz corriendo sin quitar la vista de las altas cumbres trataba de alejarse del nido