Finalmente era más de media noche. Había sido un día extraño pero finalmente terminó.

Para una persona que al parecer no tendría conocidos o familiares cercanos, había recibido varios arreglos florales. Particularmente flores amarillas.

No fue hasta esa tarde que se enteró que era un día especial para regalar ese tipo de flores a una mujer especial, ya sea una hermana, una amiga, una madre, amantes, o conocidas, el objetivo era, honrar a la mujer con una flor amarilla.

Todas fueron muy especiales, y todas supo de quienes provenían. De Ryan, de el oficial que había salvado su vida días atrás, de un joven simpático que había estado regalando ramos a todas las mujeres del lugar, pero hubo un arreglo en especial, cuyo mensaje en italiano escrito en una nota que encontró en medio de los enormes girasoles, aún se repetía en su mente.

Trató de recordar a quien conocía con esa inicial, pero aparte de que no podía, le dolía la cabeza siquiera intentarlo. Era como si su propio cuerpo intentara protegerla de sus propios recuerdos, como si los mantuviera sellados por puro instinto de preservación. Soltó un suspiro de frustración y se acostó en la cama mirando el bendito ramo que resaltaba de entre todos los demás.

—Chi sei... G? —Preguntó en voz baja, al espacio entre el ramo y ella, como si esperara que la respuesta llegara justo de entre dichas flores. -
Finalmente era más de media noche. Había sido un día extraño pero finalmente terminó. Para una persona que al parecer no tendría conocidos o familiares cercanos, había recibido varios arreglos florales. Particularmente flores amarillas. No fue hasta esa tarde que se enteró que era un día especial para regalar ese tipo de flores a una mujer especial, ya sea una hermana, una amiga, una madre, amantes, o conocidas, el objetivo era, honrar a la mujer con una flor amarilla. Todas fueron muy especiales, y todas supo de quienes provenían. De Ryan, de el oficial que había salvado su vida días atrás, de un joven simpático que había estado regalando ramos a todas las mujeres del lugar, pero hubo un arreglo en especial, cuyo mensaje en italiano escrito en una nota que encontró en medio de los enormes girasoles, aún se repetía en su mente. Trató de recordar a quien conocía con esa inicial, pero aparte de que no podía, le dolía la cabeza siquiera intentarlo. Era como si su propio cuerpo intentara protegerla de sus propios recuerdos, como si los mantuviera sellados por puro instinto de preservación. Soltó un suspiro de frustración y se acostó en la cama mirando el bendito ramo que resaltaba de entre todos los demás. —Chi sei... G? —Preguntó en voz baja, al espacio entre el ramo y ella, como si esperara que la respuesta llegara justo de entre dichas flores. -
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