"Milagro". Esa es la palabra que más ha escuchado en los últimos meses. Un hombre sobrevive a un incendio en su departamento y logra salir con solo unas cuantas marcas. Los noticieros, los médicos e internet están llenos de historias sobre su supervivencia "milagrosa". Casi todo el mundo relata su historia como una fantasía, engrandeciendo el hecho de que sobrevivió con tan solo algunas cicatrices.
Pero ninguno de ellos lo vivió desde la perspectiva de Hansel... Quien quería morirse. Para él, todo era un recordatorio terco e insistente de que podía ser incendiado y sanado cuántas veces hicieran falta, ya que "él" se encargaría de dejarlo en forma para que pudiera cumplir su "glorioso propósito".
Para Hansel fue un infierno. Noches enteras bajo el ataque de un espíritu helado que buscaba provocarle hipotermia, el dolor de las quemaduras que ardían como el mismísimo infierno y la falta de visión por las vendas y cremas dérmicas en sus párpados. Eso, además de su más reciente encuentro con "él", que trajo una nueva cuestión a su tormentosa existencia: ¿Soy diferente a un juguete? Podrían arrancarle un brazo y "él" se lo volvería a cocer.
...
El suelo quemado, paredes agrietadas y algo de polvo. Parece que le hicieron el favor de no tocar absolutamente nada de su departamento, el cual permanecía igual de vacío y deprimente aunque fuera un desastre. Hansel yace parado en el arco de la puerta, con la mirada perdida en un punto incierto del espacio. —... Debería estar muerto. —Murmuró el joven Russo, con una voz que fue tragada por el inquietante silencio del sucio departamento.
Pronto fue Hansel al que se trago el silencio, o mejor dicho; Hansel se dejó tragar por el departamento, cerró lentamente la puerta detrás de sí y desapareció.
Pero ninguno de ellos lo vivió desde la perspectiva de Hansel... Quien quería morirse. Para él, todo era un recordatorio terco e insistente de que podía ser incendiado y sanado cuántas veces hicieran falta, ya que "él" se encargaría de dejarlo en forma para que pudiera cumplir su "glorioso propósito".
Para Hansel fue un infierno. Noches enteras bajo el ataque de un espíritu helado que buscaba provocarle hipotermia, el dolor de las quemaduras que ardían como el mismísimo infierno y la falta de visión por las vendas y cremas dérmicas en sus párpados. Eso, además de su más reciente encuentro con "él", que trajo una nueva cuestión a su tormentosa existencia: ¿Soy diferente a un juguete? Podrían arrancarle un brazo y "él" se lo volvería a cocer.
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El suelo quemado, paredes agrietadas y algo de polvo. Parece que le hicieron el favor de no tocar absolutamente nada de su departamento, el cual permanecía igual de vacío y deprimente aunque fuera un desastre. Hansel yace parado en el arco de la puerta, con la mirada perdida en un punto incierto del espacio. —... Debería estar muerto. —Murmuró el joven Russo, con una voz que fue tragada por el inquietante silencio del sucio departamento.
Pronto fue Hansel al que se trago el silencio, o mejor dicho; Hansel se dejó tragar por el departamento, cerró lentamente la puerta detrás de sí y desapareció.
"Milagro". Esa es la palabra que más ha escuchado en los últimos meses. Un hombre sobrevive a un incendio en su departamento y logra salir con solo unas cuantas marcas. Los noticieros, los médicos e internet están llenos de historias sobre su supervivencia "milagrosa". Casi todo el mundo relata su historia como una fantasía, engrandeciendo el hecho de que sobrevivió con tan solo algunas cicatrices.
Pero ninguno de ellos lo vivió desde la perspectiva de Hansel... Quien quería morirse. Para él, todo era un recordatorio terco e insistente de que podía ser incendiado y sanado cuántas veces hicieran falta, ya que "él" se encargaría de dejarlo en forma para que pudiera cumplir su "glorioso propósito".
Para Hansel fue un infierno. Noches enteras bajo el ataque de un espíritu helado que buscaba provocarle hipotermia, el dolor de las quemaduras que ardían como el mismísimo infierno y la falta de visión por las vendas y cremas dérmicas en sus párpados. Eso, además de su más reciente encuentro con "él", que trajo una nueva cuestión a su tormentosa existencia: ¿Soy diferente a un juguete? Podrían arrancarle un brazo y "él" se lo volvería a cocer.
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El suelo quemado, paredes agrietadas y algo de polvo. Parece que le hicieron el favor de no tocar absolutamente nada de su departamento, el cual permanecía igual de vacío y deprimente aunque fuera un desastre. Hansel yace parado en el arco de la puerta, con la mirada perdida en un punto incierto del espacio. —... Debería estar muerto. —Murmuró el joven Russo, con una voz que fue tragada por el inquietante silencio del sucio departamento.
Pronto fue Hansel al que se trago el silencio, o mejor dicho; Hansel se dejó tragar por el departamento, cerró lentamente la puerta detrás de sí y desapareció.