—No está nada mal —dijo, girando lentamente, dejando que el kimono se abriera y cerrara con cada movimiento—. Debería probar más atuendos de otros rincones del mundo. ¿Quién diría que vestirse puede ser tan... divertido?
—No está nada mal —dijo, girando lentamente, dejando que el kimono se abriera y cerrara con cada movimiento—. Debería probar más atuendos de otros rincones del mundo. ¿Quién diría que vestirse puede ser tan... divertido?