Hay un sueño recurrente que Yelena tiene una y otra vez...
Casarse.
En su sueño no existen mafias, ni obligaciones, mucho menos el miedo.
El sueño es tan perfecto que ella ha sido correspondida por un hombre que no le importan los digitos en sus cuentas de banco, mucho menos los apellidos.
Si no lo peculiar que son las expresiones faciales de la mujercita cuando ella cree ser muy discreta.
Por la forma tan metódica que tiene para vestirse ella sola, o lo mucho que le gustan los platillos con patatas.
Alguien que le cuente de qué va una película, o le explique sin pereza cómo se ve un paisaje.
Alguien con quien durar tanto tiempo que las arrugas se apoderen de ambos y la tierra los reclame de regreso.

Ese es el sueño de esta pobre avecilla enjaulada.
Hay un sueño recurrente que Yelena tiene una y otra vez... Casarse. En su sueño no existen mafias, ni obligaciones, mucho menos el miedo. El sueño es tan perfecto que ella ha sido correspondida por un hombre que no le importan los digitos en sus cuentas de banco, mucho menos los apellidos. Si no lo peculiar que son las expresiones faciales de la mujercita cuando ella cree ser muy discreta. Por la forma tan metódica que tiene para vestirse ella sola, o lo mucho que le gustan los platillos con patatas. Alguien que le cuente de qué va una película, o le explique sin pereza cómo se ve un paisaje. Alguien con quien durar tanto tiempo que las arrugas se apoderen de ambos y la tierra los reclame de regreso. Ese es el sueño de esta pobre avecilla enjaulada.
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