Ya no llovía, pero seguía sintiendo ese pesar que apagaba su corazón. Se le notaba en el rostro el cansancio de una mala noche de descanso. En un intento de apaciguar su alma, dejó que su cuerpo se dejara llevar por el instinto, permitiendo que su forma semidemoniaca se manifestara. Su melena plateada caía en cascada por sus hombros, sus orejas coronaban su cabeza, sus garras, aparentemente delicadas pero afiladas como navajas, y sus nueve colas oscilaban, símbolo de que sobrepasaba los mil años de edad. En esa forma se sentía más conectado con la naturaleza, dejando que esta le transmitiera la paz que tanto necesitaba. Decidió intentar mantener su mente ocupada, dibujando en tinta una estampa de su propio templo.
Ya no llovía, pero seguía sintiendo ese pesar que apagaba su corazón. Se le notaba en el rostro el cansancio de una mala noche de descanso. En un intento de apaciguar su alma, dejó que su cuerpo se dejara llevar por el instinto, permitiendo que su forma semidemoniaca se manifestara. Su melena plateada caía en cascada por sus hombros, sus orejas coronaban su cabeza, sus garras, aparentemente delicadas pero afiladas como navajas, y sus nueve colas oscilaban, símbolo de que sobrepasaba los mil años de edad. En esa forma se sentía más conectado con la naturaleza, dejando que esta le transmitiera la paz que tanto necesitaba. Decidió intentar mantener su mente ocupada, dibujando en tinta una estampa de su propio templo.
Me gusta
Me entristece
3
5 turnos 0 maullidos 466 vistas
Patrocinados
Patrocinados