[404_Not_Found] La rueda trasera de su bicilceta desinflada y el tiempo en contra significaba una sola cosa: Gastos y más gastos – Si no me va bien hoy, renuncio de la vida – Se dijo apurándose ante el espejo, para dejar esos mechones de su flequillo lo más peinados y prolijitos posible, tomando el teléfono y marcando en la app de viajes, el pedido de un taxi cuanto antes. Y tuvo suerte, el auto llegó enseguida, cargó su bolsito a un costado y así se fue, con ese nudo en el estómago y un manojo de nervios entre las manos hasta el que esperaba, sea su trabajo definitivo, al menos hasta poder conseguir algo que rindiese mejor. Habían tardado tan solo cinco días en llamarla y sin esperanzas más que a ser rebotada como de todos lados por la falta de experiencia o por ser extranjera, oyendo que había quedado, solo pudo temblar en silencio tras el anuncio por más contenta que se encontraba. Ahora frente al local, sus piecitos por fin tocaban tierra y bajando de aquel coche, se detuvo expectante ante la fachada que se notaba, a penas iba abriendo para los clientes. Inspiró con ganas para darse coraje y apretando entre sus dedos la correa del morral, así avanzó como quien se enfrenta a una batalla de dimensiones épicas – Permiso – Musitó debilmente tras pasar el portal de aquella vidriera, sintiendo encantada el aroma que los granos recién molidos desprendían – Ah – Suspiró sin darse cuenta cuánbto se le notaba lo mucho que aquel olorcito podía gustarle. No había clientes y para su suerte, sí habíua llegado a tiempo, quizá incluso antes de lo acordado pero es que la ansiedad a Hoshiko la mataba. No parecía haber nadie por más que todo estuviese encendido y así, curiosa pero algo tímida empezó a adentrarse, yendo hasta el mostrador donde la maquina de espresso comenzaba a soltar vaporcito – Mmh… ¿Hola? – Estiraba sus piecitos intentando ver más allá, hasta donde una puerta abierta al otro lado de la barra llamó su atención – Soy – Le tembló la voz – la chica del trabajo de medio tiempo –.