Su cuchillo era amenazante, no porque fuera grande o tuviera un filo brilloso y misterioso. Era tan simple que perfectamente podrías encontrarlo en cualquier cocina del mundo, con una hoja del tamaño de un dedo, fina como un lápiz, con dientes ligeramente curvos y pequeños. Aquello que provocaba pavor, eso que le sacaba escalofríos, era que estuviera entre las negras uñas de aquel hombre de cabellos blancos, con un rostro diabolicamente inexpresivo. Solo podía imaginar una forma en que podría ser usada esa cuchilla, pero ese hombre de la mirada muerta seguramente podría hacer cosas fuera de la imaginación.
—Te metiste en un pozo muy profundo —dijo con voz monótona. Sus palabras fueron simples, acompañadas por un preocupante desinterés. Luego, la cuchilla la deslizó lentamente sobre la carne, pero con la suficiente presión para desgarrar los tejidos uno por uno. —"Shǎguā shǎguā" —murmuró, como si se estuviera burlando de su víctima.
—Te metiste en un pozo muy profundo —dijo con voz monótona. Sus palabras fueron simples, acompañadas por un preocupante desinterés. Luego, la cuchilla la deslizó lentamente sobre la carne, pero con la suficiente presión para desgarrar los tejidos uno por uno. —"Shǎguā shǎguā" —murmuró, como si se estuviera burlando de su víctima.
Su cuchillo era amenazante, no porque fuera grande o tuviera un filo brilloso y misterioso. Era tan simple que perfectamente podrías encontrarlo en cualquier cocina del mundo, con una hoja del tamaño de un dedo, fina como un lápiz, con dientes ligeramente curvos y pequeños. Aquello que provocaba pavor, eso que le sacaba escalofríos, era que estuviera entre las negras uñas de aquel hombre de cabellos blancos, con un rostro diabolicamente inexpresivo. Solo podía imaginar una forma en que podría ser usada esa cuchilla, pero ese hombre de la mirada muerta seguramente podría hacer cosas fuera de la imaginación.
—Te metiste en un pozo muy profundo —dijo con voz monótona. Sus palabras fueron simples, acompañadas por un preocupante desinterés. Luego, la cuchilla la deslizó lentamente sobre la carne, pero con la suficiente presión para desgarrar los tejidos uno por uno. —"Shǎguā shǎguā" —murmuró, como si se estuviera burlando de su víctima.