❏— ˚₊· ͟͟͞͞➳ ❝𝓓𝓲𝓿𝓲𝓷𝓪𝓽𝓲𝓸𝓷.𝓤𝓷𝓻𝓪𝓿𝓮𝓵𝓲𝓷𝓰 𝓹𝓪𝓼𝓽, 𝓹𝓻𝓮𝓼𝓮𝓷𝓽, 𝓪𝓷𝓭 𝓯𝓾𝓽𝓾𝓻𝓮 𝓽𝓱𝓻𝓸𝓾𝓰𝓱 𝓿𝓲𝓼𝓲𝓸𝓷𝓼, 𝓭𝓻𝓮𝓪𝓶𝓼 𝓽𝓪𝓻𝓸𝓽 𝓬𝓪𝓻𝓭𝓼, 𝓼𝓬𝓻𝔂𝓲𝓷𝓰 𝓪𝓷𝓭 𝓸𝓽𝓱𝓮𝓻 𝓮𝓷𝓬𝓱𝓪𝓷𝓽𝓲𝓷𝓰 𝓶𝓮𝓽𝓱𝓸𝓭𝓼.❞
Fandom AHS, Coven.
Categoría Otros
ㅤLas implacables gotas de lluvia golpeaban furiosamente el techo, como si el cielo estuviera desahogando su furia sobre la tierra. Hacía ya horas que dormía, envuelto en la suavidad de las mantas de crochet que lo acogían en su calor. Los destellos fugaces de los relámpagos iluminaban su rostro, revelando su serenidad, pero también la creciente inquietud que se gestaba en su interior. Algo volvía a suceder. Esa familiar sensación de descontrol lo invadía una vez más. En su sueño, se desplazaba a otro lugar, uno que conocía demasiado bien, como si la bruma del tiempo no hubiera borrado sus huellas.

ㅤDe pronto, se encontraba en aquel mercado, junto a los grandes puestos que parecían desdibujarse entre los recuerdos. Un viejo mantel rojo, desgastado y de cuadros, reposaba en el suelo. Encima, unas pocas hierbas: perejil, cebollín y romero, mientras una canasta con tomates y zanahorias ocupaba el centro de la escena, como si fuera un recuerdo congelado en el tiempo. Allí, abrazado a sus rodillas, observaba el ir y venir de la gente, indiferente ante su humilde puesto. Pero no estaba solo. Había una figura, una silueta que le era demasiado familiar. Esa manera de caminar, tan sutil, tan delicada... ¿Cómo podría olvidarla?

ㅤUn nuevo relámpago iluminó la habitación, revelando su cuerpo girando bruscamente hacia la derecha, abrazando las mantas con una intensidad desesperada. Podía sentirlo, el aroma de su perfume tan vívido, como si aún estuviera presente. Su piel, erizada bajo el suave roce de la lana, era testigo de la turbulencia que lo sacudía. Su mente se aferraba a ese recuerdo, ese deseo profundo de alcanzarlo. Se veía a sí mismo de pie, sobre aquel mantel deslucido, intentando una vez más tocar su mano, acariciar su piel con las yemas de los dedos, como si ese simple gesto pudiera detener el tiempo.

ㅤContenía el aliento mientras la lluvia arreciaba, sus ojos encontrando los de él en esa conexión irrompible. Había una urgencia por comprender, por desentrañar el mensaje oculto tras aquella mirada. ¿Por qué estaba allí? El aroma de los jazmines se hacía tan penetrante, tan real, como si la noche estuviera llena de ellos. Una calidez inusitada se apoderaba de él, envolviéndolo en una certeza extraña. ¿Era este uno de esos sueños en los que lo buscaba o, acaso, su mente le estaba jugando una cruel broma? En cada rincón de sus pensamientos, lo anhelaba, lo llamaba. Y siempre, de alguna manera, él respondía.

ㅤEra casi como si ese joven elegante y palabras elocuentes hubiera sido invocado desde los rincones más profundos de su subconsciente. Lo hacía en los sueños, cuando la granja dormía, cuando todo a su alrededor estaba en calma. Y en ese estado de vigilia forzada, su búsqueda continuaba. Un trueno atronador lo arrancó de ese sueño, haciéndolo incorporarse de golpe en la cama. Sus manos ardían, su rostro también. No había dudas. La ventana, abierta de par en par, dejaba que el viento jugara con las cortinas. Se levantó de inmediato para cerrarla, el frío se filtraba, pero su mente permanecía cálida y obsesionada.

ㅤAl regresar a la cama, solo un pensamiento lo atormentaba. Ese muchacho, cuya presencia aún resonaba en él. Trató de dormir, pero el sueño lo eludía. ¿Qué significaba todo aquello? ¿Qué tan cerca estaba? Mientras el resto del mundo dormía, la luna seguía bañando la granja con su luz pálida, y él, con los ojos abiertos de par en par, seguía buscándole en la oscuridad de la noche.
ㅤLas implacables gotas de lluvia golpeaban furiosamente el techo, como si el cielo estuviera desahogando su furia sobre la tierra. Hacía ya horas que dormía, envuelto en la suavidad de las mantas de crochet que lo acogían en su calor. Los destellos fugaces de los relámpagos iluminaban su rostro, revelando su serenidad, pero también la creciente inquietud que se gestaba en su interior. Algo volvía a suceder. Esa familiar sensación de descontrol lo invadía una vez más. En su sueño, se desplazaba a otro lugar, uno que conocía demasiado bien, como si la bruma del tiempo no hubiera borrado sus huellas. ㅤDe pronto, se encontraba en aquel mercado, junto a los grandes puestos que parecían desdibujarse entre los recuerdos. Un viejo mantel rojo, desgastado y de cuadros, reposaba en el suelo. Encima, unas pocas hierbas: perejil, cebollín y romero, mientras una canasta con tomates y zanahorias ocupaba el centro de la escena, como si fuera un recuerdo congelado en el tiempo. Allí, abrazado a sus rodillas, observaba el ir y venir de la gente, indiferente ante su humilde puesto. Pero no estaba solo. Había una figura, una silueta que le era demasiado familiar. Esa manera de caminar, tan sutil, tan delicada... ¿Cómo podría olvidarla? ㅤUn nuevo relámpago iluminó la habitación, revelando su cuerpo girando bruscamente hacia la derecha, abrazando las mantas con una intensidad desesperada. Podía sentirlo, el aroma de su perfume tan vívido, como si aún estuviera presente. Su piel, erizada bajo el suave roce de la lana, era testigo de la turbulencia que lo sacudía. Su mente se aferraba a ese recuerdo, ese deseo profundo de alcanzarlo. Se veía a sí mismo de pie, sobre aquel mantel deslucido, intentando una vez más tocar su mano, acariciar su piel con las yemas de los dedos, como si ese simple gesto pudiera detener el tiempo. ㅤContenía el aliento mientras la lluvia arreciaba, sus ojos encontrando los de él en esa conexión irrompible. Había una urgencia por comprender, por desentrañar el mensaje oculto tras aquella mirada. ¿Por qué estaba allí? El aroma de los jazmines se hacía tan penetrante, tan real, como si la noche estuviera llena de ellos. Una calidez inusitada se apoderaba de él, envolviéndolo en una certeza extraña. ¿Era este uno de esos sueños en los que lo buscaba o, acaso, su mente le estaba jugando una cruel broma? En cada rincón de sus pensamientos, lo anhelaba, lo llamaba. Y siempre, de alguna manera, él respondía. ㅤEra casi como si ese joven elegante y palabras elocuentes hubiera sido invocado desde los rincones más profundos de su subconsciente. Lo hacía en los sueños, cuando la granja dormía, cuando todo a su alrededor estaba en calma. Y en ese estado de vigilia forzada, su búsqueda continuaba. Un trueno atronador lo arrancó de ese sueño, haciéndolo incorporarse de golpe en la cama. Sus manos ardían, su rostro también. No había dudas. La ventana, abierta de par en par, dejaba que el viento jugara con las cortinas. Se levantó de inmediato para cerrarla, el frío se filtraba, pero su mente permanecía cálida y obsesionada. ㅤAl regresar a la cama, solo un pensamiento lo atormentaba. Ese muchacho, cuya presencia aún resonaba en él. Trató de dormir, pero el sueño lo eludía. ¿Qué significaba todo aquello? ¿Qué tan cerca estaba? Mientras el resto del mundo dormía, la luna seguía bañando la granja con su luz pálida, y él, con los ojos abiertos de par en par, seguía buscándole en la oscuridad de la noche.
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