La noche comenzaba a caer y la luna comenzaba a decrecer día a día, así como la luz de esta disminuía, la cordura en Ian disminuía. Poco a poco esa oscuridad crecía en su interior, así como la locura que se apoderaba poco a poco de el.

Estaba solo, sumido en la penumbra de sus pensamientos, tenia algo de alcohol en su sistema y su mente, donde la oscuridad y la luz se enfrentaban como dos figuras en un campo de batalla invisible.

En su mente, la oscuridad se manifestó primero como si genuinamente fuera otra parte de el que vivía en su interior, una sombra envolvente que susurraba con voz grave y cautivadora.

"Hasta cuándo seguirás resistiéndote, Ian? Soy lo que realmente eres. Cada sombra en tu alma me pertenece."

Ian sintió el peso de esas palabras, la tentación de rendirse a la facilidad del poder que la oscuridad le ofrecía. Pero entonces, una luz tenue pero firme se levantó, contrarrestando las sombras con una presencia cálida.

"No lo escuches, Ian. Tú eres más que tus temores, más que tu deseo de poder. Soy la claridad que te guía, la esperanza que no debes abandonar."

Cualquiera que escuchara aquel monologo interno podría jurar que el sufría de esquizofrenia, tal vez si la tenia... Tal ves solo era el alcohol.. O su corazón roto..

La luz brillaba con una urgencia suave, pero la oscuridad no se detuvo. Se acercó más, su voz envolvente se transformó en un susurro cargado de promesas.

"¿Cuántas veces te ha traicionado la esperanza? ¿Cuántas veces te has quedado solo, enfrentando tus fracasos? Déjame liberarte de esa débil ilusión."

El conflicto dentro de Ian se intensificó. Aquella batalla que luchaba todas las noches se volvió tan real que sintió como si frente a el se encontraran esas dos partes, hablándole al oído. Por un instante, se sintió tentado a ceder, a dejar que la oscuridad tomara el control y le liberara de su constante lucha. Pero la luz no retrocedió.

"La verdadera libertad no viene de la oscuridad, sino de la redención. Ian, has luchado tanto para proteger lo que amas. No lo pierdas ahora."

El corazón de Ian latía con fuerza, sintiendo cómo ambas fuerzas tiraban de su alma en direcciones opuestas. La oscuridad, viendo su vacilación, se adelantó con una voz que sonaba como una promesa definitiva.

"¿Y qué has ganado con esa lucha? Solo dolor. Déjame tomar el control, Ian. Juntos, podemos reclamar lo que por derecho nos pertenece."

Pero la luz, reflejo de su verdadera esencia, se impuso con una determinación creciente.

"No, Ian. Si cedes, perderás todo lo que eres, todo lo que has jurado proteger. Recuerda por qué luchas, por quién luchas."

Ian estaba atrapado en el centro de este conflicto, sintiendo el peso de cada palabra, de cada emoción. Sabía que su elección en ese momento definiría no solo su destino, sino también el de aquellos que amaba. La lucha continuaba, un tirón constante entre el deseo de poder y la necesidad de proteger lo que realmente valoraba. Y aunque la oscuridad le ofrecía una salida fácil, Ian sabía en lo más profundo de su ser que la verdadera fuerza residía en la luz, en la esperanza que no podía abandonar.

Pero así como la luz era parte inherente de su ser, de su esencia como hijo de la luna, tambien la oscuridad corría por sus venas propia de su herencia al ser hijo de aquella mujer de oscuro poder.

Grito, con desesperación, grito con odio, con dolor. Un grito lleno de dudas, un grito que acallo aquellas voces. Su respiración se acelero y cuando se debo su pecho subía y bajaba con rapidez. Le dio otro trago a su bebida para después solo mirar la luna que se colaba por la ventana de su hogar.

-Porque me elegiste si tu sabias que mi sangre estaba llena de oscuridad... Madre ayúdame...
La noche comenzaba a caer y la luna comenzaba a decrecer día a día, así como la luz de esta disminuía, la cordura en Ian disminuía. Poco a poco esa oscuridad crecía en su interior, así como la locura que se apoderaba poco a poco de el. Estaba solo, sumido en la penumbra de sus pensamientos, tenia algo de alcohol en su sistema y su mente, donde la oscuridad y la luz se enfrentaban como dos figuras en un campo de batalla invisible. En su mente, la oscuridad se manifestó primero como si genuinamente fuera otra parte de el que vivía en su interior, una sombra envolvente que susurraba con voz grave y cautivadora. "Hasta cuándo seguirás resistiéndote, Ian? Soy lo que realmente eres. Cada sombra en tu alma me pertenece." Ian sintió el peso de esas palabras, la tentación de rendirse a la facilidad del poder que la oscuridad le ofrecía. Pero entonces, una luz tenue pero firme se levantó, contrarrestando las sombras con una presencia cálida. "No lo escuches, Ian. Tú eres más que tus temores, más que tu deseo de poder. Soy la claridad que te guía, la esperanza que no debes abandonar." Cualquiera que escuchara aquel monologo interno podría jurar que el sufría de esquizofrenia, tal vez si la tenia... Tal ves solo era el alcohol.. O su corazón roto.. La luz brillaba con una urgencia suave, pero la oscuridad no se detuvo. Se acercó más, su voz envolvente se transformó en un susurro cargado de promesas. "¿Cuántas veces te ha traicionado la esperanza? ¿Cuántas veces te has quedado solo, enfrentando tus fracasos? Déjame liberarte de esa débil ilusión." El conflicto dentro de Ian se intensificó. Aquella batalla que luchaba todas las noches se volvió tan real que sintió como si frente a el se encontraran esas dos partes, hablándole al oído. Por un instante, se sintió tentado a ceder, a dejar que la oscuridad tomara el control y le liberara de su constante lucha. Pero la luz no retrocedió. "La verdadera libertad no viene de la oscuridad, sino de la redención. Ian, has luchado tanto para proteger lo que amas. No lo pierdas ahora." El corazón de Ian latía con fuerza, sintiendo cómo ambas fuerzas tiraban de su alma en direcciones opuestas. La oscuridad, viendo su vacilación, se adelantó con una voz que sonaba como una promesa definitiva. "¿Y qué has ganado con esa lucha? Solo dolor. Déjame tomar el control, Ian. Juntos, podemos reclamar lo que por derecho nos pertenece." Pero la luz, reflejo de su verdadera esencia, se impuso con una determinación creciente. "No, Ian. Si cedes, perderás todo lo que eres, todo lo que has jurado proteger. Recuerda por qué luchas, por quién luchas." Ian estaba atrapado en el centro de este conflicto, sintiendo el peso de cada palabra, de cada emoción. Sabía que su elección en ese momento definiría no solo su destino, sino también el de aquellos que amaba. La lucha continuaba, un tirón constante entre el deseo de poder y la necesidad de proteger lo que realmente valoraba. Y aunque la oscuridad le ofrecía una salida fácil, Ian sabía en lo más profundo de su ser que la verdadera fuerza residía en la luz, en la esperanza que no podía abandonar. Pero así como la luz era parte inherente de su ser, de su esencia como hijo de la luna, tambien la oscuridad corría por sus venas propia de su herencia al ser hijo de aquella mujer de oscuro poder. Grito, con desesperación, grito con odio, con dolor. Un grito lleno de dudas, un grito que acallo aquellas voces. Su respiración se acelero y cuando se debo su pecho subía y bajaba con rapidez. Le dio otro trago a su bebida para después solo mirar la luna que se colaba por la ventana de su hogar. -Porque me elegiste si tu sabias que mi sangre estaba llena de oscuridad... Madre ayúdame...
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