Desde la ventana de su despacho, observa la lluvia. Se acaba de poner el "pijama" de color azul que utiliza en las cirugías, aunque sabe que no va a pisar quirófano en toda la semana.
Tiene sus pensamientos muy perdidos en las gotas que caen, desdibujando el contorno de la ciudad en la lejanía; se toma la libertad de encenderse un pitillo y servirse una segunda taza de café antes de empezar el día.
El móvil le suena, pero no le hace caso. No hasta pasados unos minutos.
—Ya puede estar muriéndose alguien.
Tiene sus pensamientos muy perdidos en las gotas que caen, desdibujando el contorno de la ciudad en la lejanía; se toma la libertad de encenderse un pitillo y servirse una segunda taza de café antes de empezar el día.
El móvil le suena, pero no le hace caso. No hasta pasados unos minutos.
—Ya puede estar muriéndose alguien.
Desde la ventana de su despacho, observa la lluvia. Se acaba de poner el "pijama" de color azul que utiliza en las cirugías, aunque sabe que no va a pisar quirófano en toda la semana.
Tiene sus pensamientos muy perdidos en las gotas que caen, desdibujando el contorno de la ciudad en la lejanía; se toma la libertad de encenderse un pitillo y servirse una segunda taza de café antes de empezar el día.
El móvil le suena, pero no le hace caso. No hasta pasados unos minutos.
—Ya puede estar muriéndose alguien.