Había experimentando encuentros con seres de tantos mundos que ya nada sorprendía a la maga cuando de caras nuevas se trataba, esta vez no era diferente, pero si algo más pacífico y agradable a su parecer, su luz suave filtrándose a través de las hojas y creando un aura etérea a su alrededor. En su regazo, descansaba la cabeza de un un viajero, quizás un guerrero o talvez como ella un mago, su rostro marcado por el agotamiento. Su respiración era lenta y profunda, indicio de un descanso profundo que había tardado en encontrar.

Ella lo observaba en silencio, sus dedos jugando con mechones de aquel cabello despeinado. No sabía de dónde venía, ni cuál era su propósito. Lo había encontrado o quizás él la había encontrado a ella.

El tiempo se deslizaba lentamente, y en ese instante, el mundo parecía detenerse. No había prisa, solo el suave vaivén de su respiración acompasada con la del contrario. Ella lo miraba con una ternura que no sabía de dónde nacía, un sentimiento cálido y reconfortante que llenaba el espacio entre ellos. Quizás era la soledad que compartían, dos almas errantes encontradas en medio de la vastedad del destino, o tal vez era simplemente el encanto del amanecer que los envolvía en su abrazo silencioso.

Poco a poco, el viajero comenzó a moverse, como un sueño que se desvanece con los primeros rayos del alba. Sus párpados temblaron, y finalmente, sus ojos se abrieron, encontrándose con los de la maga. Una suave sonrisa se dibujó en los labios de la albina, un gesto cálido que parecía iluminar el oscuro bosque a su alrededor.

—Finalmente despiertas~
Había experimentando encuentros con seres de tantos mundos que ya nada sorprendía a la maga cuando de caras nuevas se trataba, esta vez no era diferente, pero si algo más pacífico y agradable a su parecer, su luz suave filtrándose a través de las hojas y creando un aura etérea a su alrededor. En su regazo, descansaba la cabeza de un un viajero, quizás un guerrero o talvez como ella un mago, su rostro marcado por el agotamiento. Su respiración era lenta y profunda, indicio de un descanso profundo que había tardado en encontrar. Ella lo observaba en silencio, sus dedos jugando con mechones de aquel cabello despeinado. No sabía de dónde venía, ni cuál era su propósito. Lo había encontrado o quizás él la había encontrado a ella. El tiempo se deslizaba lentamente, y en ese instante, el mundo parecía detenerse. No había prisa, solo el suave vaivén de su respiración acompasada con la del contrario. Ella lo miraba con una ternura que no sabía de dónde nacía, un sentimiento cálido y reconfortante que llenaba el espacio entre ellos. Quizás era la soledad que compartían, dos almas errantes encontradas en medio de la vastedad del destino, o tal vez era simplemente el encanto del amanecer que los envolvía en su abrazo silencioso. Poco a poco, el viajero comenzó a moverse, como un sueño que se desvanece con los primeros rayos del alba. Sus párpados temblaron, y finalmente, sus ojos se abrieron, encontrándose con los de la maga. Una suave sonrisa se dibujó en los labios de la albina, un gesto cálido que parecía iluminar el oscuro bosque a su alrededor. —Finalmente despiertas~
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