-Los días habían pasado rápido como agua entre sus dedos pero aún así eran provechosos en cada oportunidad que se encontraba en total soledad.

La luna le había brindado las respuestas que ella tanto anhelaba escuchar, después había una esperanza para regresar la burla a la Orden Dorada.

Fue así que reunió a dos hombres; valientes y honrados soldados para que en ausencia de su Sombra se aventuraran bajo el cobijo de las estrellas fueran dirección de lo que quedaba de la Catedral.-

𝘋𝘪𝘫𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘦𝘴𝘤𝘰𝘮𝘣𝘳𝘰𝘴 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳𝘪́𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘴𝘶 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰. ¿𝘌𝘯𝘭𝘰𝘲𝘶𝘦𝘤𝘪𝘰́? 𝘠𝘰 𝘭𝘢 𝘷𝘪 𝘱𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦. -La voz de uno se tiñó de duda habiendo llegado al lugar.-

¡𝘠𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦́! -Refunfuña el segundo moviendo la antorcha de una lado a otro iluminando todo tipo de siluetas hasta que encontró lo que Ranni había solicitado.- 𝘛𝘰́𝘮𝘢𝘭𝘢 𝘺 𝘭𝘢𝘳𝘨𝘶𝘦́𝘮𝘰𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘢𝘲𝘶𝘪́.

-Temeroso el primero se acercó tomando el cuerpo inerte de la muñeca, ya deseaba acabar con ello de una vez por todas pues la sensación que le producía resultaba ser inquietante.

Un nuevo aliento llenó sus pulmones cuando por fin llegaban al castillo, al cual se escabulleron hasta los aposentos de la bruja donde le esperaba una mujer con una esponja húmeda, una toalla y la ropa que minuciosamente se había encargado mandar a hacer como si se tratase del repuesto de la primera.

El dúo finalmente se retiraba de la escena cuando la mujer comenzó a limpiarla y dejarla como nueva.-

𝐺𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠. -Susurró la pelirroja tras entrar a su habitación.- 𝐴ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑟𝑒𝑡𝑖𝑟𝑎𝑟𝑡𝑒.

-La mujer asintió saliendo de la alcoba, cerrando la puerta detrás de sí.

Ranni sonrió para sus adentros cuando su suave mano recorrió el rostro de la muñeca. Lo que ocurrió después sería un misterio como ella misma, tan solo se escuchó el sonido de su cuerpo empíreo caer para que su alma se volviera una vez más huésped de su recipiente.-
-Los días habían pasado rápido como agua entre sus dedos pero aún así eran provechosos en cada oportunidad que se encontraba en total soledad. La luna le había brindado las respuestas que ella tanto anhelaba escuchar, después había una esperanza para regresar la burla a la Orden Dorada. Fue así que reunió a dos hombres; valientes y honrados soldados para que en ausencia de su Sombra se aventuraran bajo el cobijo de las estrellas fueran dirección de lo que quedaba de la Catedral.- 𝘋𝘪𝘫𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘦𝘴𝘤𝘰𝘮𝘣𝘳𝘰𝘴 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳𝘪́𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘴𝘶 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰. ¿𝘌𝘯𝘭𝘰𝘲𝘶𝘦𝘤𝘪𝘰́? 𝘠𝘰 𝘭𝘢 𝘷𝘪 𝘱𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦. -La voz de uno se tiñó de duda habiendo llegado al lugar.- ¡𝘠𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦́! -Refunfuña el segundo moviendo la antorcha de una lado a otro iluminando todo tipo de siluetas hasta que encontró lo que Ranni había solicitado.- 𝘛𝘰́𝘮𝘢𝘭𝘢 𝘺 𝘭𝘢𝘳𝘨𝘶𝘦́𝘮𝘰𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘢𝘲𝘶𝘪́. -Temeroso el primero se acercó tomando el cuerpo inerte de la muñeca, ya deseaba acabar con ello de una vez por todas pues la sensación que le producía resultaba ser inquietante. Un nuevo aliento llenó sus pulmones cuando por fin llegaban al castillo, al cual se escabulleron hasta los aposentos de la bruja donde le esperaba una mujer con una esponja húmeda, una toalla y la ropa que minuciosamente se había encargado mandar a hacer como si se tratase del repuesto de la primera. El dúo finalmente se retiraba de la escena cuando la mujer comenzó a limpiarla y dejarla como nueva.- 𝐺𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠. -Susurró la pelirroja tras entrar a su habitación.- 𝐴ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑟𝑒𝑡𝑖𝑟𝑎𝑟𝑡𝑒. -La mujer asintió saliendo de la alcoba, cerrando la puerta detrás de sí. Ranni sonrió para sus adentros cuando su suave mano recorrió el rostro de la muñeca. Lo que ocurrió después sería un misterio como ella misma, tan solo se escuchó el sonido de su cuerpo empíreo caer para que su alma se volviera una vez más huésped de su recipiente.-
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