Con la nueva necesidad de arreglar demasiadas cosas a la vez, cuidar de su hija y esposo, atender a sus deberes como rey y poder mantener cierta rutina, terminó dividiéndose de nuevo en aquellas tres partes de sí que lo conformaban.

Samael era el más joven e inexperto, pero bueno con las crías por su conocimiento desde la creación.
Luzbel era casi un dictador, pero le vendría bien para mantener a raya al infierno, más considerando el tener que encargarse de los círculos destruidos y renovarlos para empezar las mejoras.
Lucifer, finalmente, era el arquitecto, quien mejor podría encargarse de renovar su castillo destrozado por cierta criaturita tiburón, además de asegurar que sus adoradas flores y esposo se mantuvieran a salvo.

¿Por qué no usar clones? Eran temporales y sólo una ilusión fácil de desvanecer, pero no así dividir su propia esencia en tres.