ℳℴ𝓃ℴ𝓇ℴ𝓁
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La noche había envuelto a la ciudad de Albagard cuando el barón regresó de su travesía. Cansado por el largo viaje, ordenó a los cuidadores que alimentaran a su "dragón" y lo dejaran descansar; después de todo, se lo merecía.

El barón, por su parte, entregó los tomos a su investigador de confianza, guardando la megapiedra en un lugar aparte y más seguro. Cuando recuperara energías, experimentaría con ella.
Aunque no era fanático de dormir, esta vez lo deseaba. Se cambió rápidamente, se acostó en su cama y, sucumbiendo al cansancio, se dejó llevar por el sueño.
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Despertado a altas horas de la madrugada y de muy mal humor, el barón tomó del cuello al guardia que lo había despertado.

Barón:
—Dame una sola explicación, y debe ser muy buena, para que no te arranque la cabeza...—manifestó, irritado, mientras lo único que deseaba era dormir.

Miembro del consejo:
—Archibald, suéltalo. Es el rey... está grave, por esa razón te despertó.—mencionó uno de los compañeros de trabajo del barón, apoyado en la puerta de la habitación.

Barón:
—Estaré ahí pronto, denme un momento.—respondió el barón, mostrando algo de pena en su tono, aunque veía en esto una oportunidad que llevaba tiempo esperando. Al fin podría deshacerse de uno de sus lastres.


Como prometió, el barón se dirigió a la habitación del rey, encontrándolo al borde de la muerte.

Barón:
—Majestad, esto es... no hay palabras que expliquen el dolor que siento.—dijo el barón, dejando que lágrimas brotaran de sus ojos dorados.

Rey:
—No estés triste por mí, Archibald. Esto era algo que iba a pasar tarde o temprano.
¡Déjenme a solas con el barón!—demandó el rey a todos los presentes, quienes se marcharon sin protestar.

Barón:
—¿Qué haremos sin usted?—preguntó, afligido, el barón.

Rey:
—Ag-Agatha será mi sucesora, la gobernante del reino...—dijo el rey, mientras una lágrima de sangre corría por su mejilla.

Barón:
—¿Agatha? ¿La consejera? Pero si ella ni siquiera está aquí, desaparece cuando le plazca, no es digna.—respondió el barón, ligeramente molesto, aunque recordó que Agatha le había dejado una carta antes de irse, la cual aún no había leído.

Rey:
—Ella es la más digna que conozco. Esa es mi decisión final... Dame papel y tinta de mi escritorio...—pidió el rey, señalando el escritorio al fondo de la habitación.

Barón:
—¿Para qué, majestad? No debería esforzarse.—sabía lo que el rey iba a hacer y no podía permitir que sucediera.

Rey:
—Sabes muy bien, Ragnaki, que la tinta es más espesa que la sangre... ahora tráeme lo que te pedí, es una orden...—dijo el rey, forzando sus palabras, aunque consciente de las artimañas de Ragnaki.

Barón:
—Claro, su majestad...

Ya en el escritorio, Archibald tomó lo que el rey había pedido, pero sabía que no podía dejar las cosas así. Consciente del antiguo poder de la tinta, y al borde de la locura por tanto pensar, el barón recordó las palabras del rey: "la tinta es más espesa que la sangre". Así que se hizo una pequeña herida y vertió su sangre en la tinta, esperando que funcionara.

Rey:
—Le agradezco su lealtad hasta el final. Este es mi último amanecer, por eso... dejaré por escrito quién será mi sucesor...—dijo el rey, usando sus últimas fuerzas para escribir ese acta tan importante, asegurándose de inscribir con total seguridad el nombre de su consejera.

—Léela en voz alta, no quiero cometer errores...

Barón:
—Por supuesto...

El barón recitó todo el documento, tal como el rey lo había escrito, pero al llegar al nombre de la consejera, este cambió mágicamente al del hombre que estaba leyendo. Sin embargo, Archibald omitió mencionar este cambio y pronunció el nombre anterior.

—Listo...

Rey:
—Te lo agradezco, por favor, guárdala en el cofre y vete...

Barón:
—Como ordene.

Con su plan listo, el barón guardó el pergamino en el cofre indicado y se retiró rápidamente del lugar, no sin antes hacer una última reverencia.
┅┅┅━━━━━━⊰◈❖◈⊱━━━━━━━┅┅┉
De regreso en su habitación, el barón solo debía esperar a que el decrépito rey muriera agonizando. Pronto sería el nuevo gobernante, y nadie podría detenerlo.

—Una vez que ocurra, nadie me detendrá, y solo me faltará deshacerme de la puta colorada...

Se recostó nuevamente en la cama, con una gran sonrisa en el rostro, sabiendo lo que sucedería en unas horas.
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ℳℴ𝓃ℴ𝓇ℴ𝓁 ┅┅┅━━━━━━⊰◈❖◈⊱━━━━━━━┅┅┉ La noche había envuelto a la ciudad de Albagard cuando el barón regresó de su travesía. Cansado por el largo viaje, ordenó a los cuidadores que alimentaran a su "dragón" y lo dejaran descansar; después de todo, se lo merecía. El barón, por su parte, entregó los tomos a su investigador de confianza, guardando la megapiedra en un lugar aparte y más seguro. Cuando recuperara energías, experimentaría con ella. Aunque no era fanático de dormir, esta vez lo deseaba. Se cambió rápidamente, se acostó en su cama y, sucumbiendo al cansancio, se dejó llevar por el sueño. ┅┅┅━━━━━━⊰◈❖◈⊱━━━━━━━┅┅┉ Despertado a altas horas de la madrugada y de muy mal humor, el barón tomó del cuello al guardia que lo había despertado. Barón: —Dame una sola explicación, y debe ser muy buena, para que no te arranque la cabeza...—manifestó, irritado, mientras lo único que deseaba era dormir. Miembro del consejo: —Archibald, suéltalo. Es el rey... está grave, por esa razón te despertó.—mencionó uno de los compañeros de trabajo del barón, apoyado en la puerta de la habitación. Barón: —Estaré ahí pronto, denme un momento.—respondió el barón, mostrando algo de pena en su tono, aunque veía en esto una oportunidad que llevaba tiempo esperando. Al fin podría deshacerse de uno de sus lastres. Como prometió, el barón se dirigió a la habitación del rey, encontrándolo al borde de la muerte. Barón: —Majestad, esto es... no hay palabras que expliquen el dolor que siento.—dijo el barón, dejando que lágrimas brotaran de sus ojos dorados. Rey: —No estés triste por mí, Archibald. Esto era algo que iba a pasar tarde o temprano. ¡Déjenme a solas con el barón!—demandó el rey a todos los presentes, quienes se marcharon sin protestar. Barón: —¿Qué haremos sin usted?—preguntó, afligido, el barón. Rey: —Ag-Agatha será mi sucesora, la gobernante del reino...—dijo el rey, mientras una lágrima de sangre corría por su mejilla. Barón: —¿Agatha? ¿La consejera? Pero si ella ni siquiera está aquí, desaparece cuando le plazca, no es digna.—respondió el barón, ligeramente molesto, aunque recordó que Agatha le había dejado una carta antes de irse, la cual aún no había leído. Rey: —Ella es la más digna que conozco. Esa es mi decisión final... Dame papel y tinta de mi escritorio...—pidió el rey, señalando el escritorio al fondo de la habitación. Barón: —¿Para qué, majestad? No debería esforzarse.—sabía lo que el rey iba a hacer y no podía permitir que sucediera. Rey: —Sabes muy bien, Ragnaki, que la tinta es más espesa que la sangre... ahora tráeme lo que te pedí, es una orden...—dijo el rey, forzando sus palabras, aunque consciente de las artimañas de Ragnaki. Barón: —Claro, su majestad... Ya en el escritorio, Archibald tomó lo que el rey había pedido, pero sabía que no podía dejar las cosas así. Consciente del antiguo poder de la tinta, y al borde de la locura por tanto pensar, el barón recordó las palabras del rey: "la tinta es más espesa que la sangre". Así que se hizo una pequeña herida y vertió su sangre en la tinta, esperando que funcionara. Rey: —Le agradezco su lealtad hasta el final. Este es mi último amanecer, por eso... dejaré por escrito quién será mi sucesor...—dijo el rey, usando sus últimas fuerzas para escribir ese acta tan importante, asegurándose de inscribir con total seguridad el nombre de su consejera. —Léela en voz alta, no quiero cometer errores... Barón: —Por supuesto... El barón recitó todo el documento, tal como el rey lo había escrito, pero al llegar al nombre de la consejera, este cambió mágicamente al del hombre que estaba leyendo. Sin embargo, Archibald omitió mencionar este cambio y pronunció el nombre anterior. —Listo... Rey: —Te lo agradezco, por favor, guárdala en el cofre y vete... Barón: —Como ordene. Con su plan listo, el barón guardó el pergamino en el cofre indicado y se retiró rápidamente del lugar, no sin antes hacer una última reverencia. ┅┅┅━━━━━━⊰◈❖◈⊱━━━━━━━┅┅┉ De regreso en su habitación, el barón solo debía esperar a que el decrépito rey muriera agonizando. Pronto sería el nuevo gobernante, y nadie podría detenerlo. —Una vez que ocurra, nadie me detendrá, y solo me faltará deshacerme de la puta colorada... Se recostó nuevamente en la cama, con una gran sonrisa en el rostro, sabiendo lo que sucedería en unas horas. ┅┅┅━━━━━━⊰◈❖◈⊱━━━━━━━┅┅┉
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