-En medio de aquel lugar abandonado por Dios, el sol de la muerte roja emitía su luz ardiente en aquel lugar y pronto ascendería a los cielos, en donde con su resplandor final, acabaría con la vida en la tierra. En medio de aquella tierra muerta, yacían cuerpos de linctropos vestidos como mercenarios. Cuerpos desmembrados, devorados, calcinados. Seres carroñeros, compuestos de las más asoladoras penumbras, consumían aquellos restos. La diosa levantaba su semblante al ver aquella escena. Su objetivo estaba próximo a cumplirse. Sin embargo, un disparo que rozó apenas su mejilla interrumpió su contemplación. Aquel mafioso le hacía frente una vez más, y a pesar de verse herido, mantenía una actitud desafiante. Lo más importante, sea lo que hubiera hecho para estar de pie después de aquel ataque que recibió de su parte, lo mantenía de igual forma inmune a los efectos del sol-

¡Hey...! ¡Aún sigo en pie maldita perra!

-El chico se acomodaba su corbata, pero luego de unos segundos decide quitársela, tirandola a un lado y en segundos la misma comienza a quemarse en el aire, dejando solo cenizas en el suelo-

Trabajar solo nunca es buena idea. Y esta situación es más que suficiente para comprender eso.

-De sus manos, aquella energía carmesí creaban sus armas de fuego predilectas y una vez están hechas, se coloca en posición de combate, apuntando dichas armas a aquella diosa de la muerte-

Bueno...acabemos con esto...¡Bailemos! ¡Morana!
-En medio de aquel lugar abandonado por Dios, el sol de la muerte roja emitía su luz ardiente en aquel lugar y pronto ascendería a los cielos, en donde con su resplandor final, acabaría con la vida en la tierra. En medio de aquella tierra muerta, yacían cuerpos de linctropos vestidos como mercenarios. Cuerpos desmembrados, devorados, calcinados. Seres carroñeros, compuestos de las más asoladoras penumbras, consumían aquellos restos. La diosa levantaba su semblante al ver aquella escena. Su objetivo estaba próximo a cumplirse. Sin embargo, un disparo que rozó apenas su mejilla interrumpió su contemplación. Aquel mafioso le hacía frente una vez más, y a pesar de verse herido, mantenía una actitud desafiante. Lo más importante, sea lo que hubiera hecho para estar de pie después de aquel ataque que recibió de su parte, lo mantenía de igual forma inmune a los efectos del sol- ¡Hey...! ¡Aún sigo en pie maldita perra! -El chico se acomodaba su corbata, pero luego de unos segundos decide quitársela, tirandola a un lado y en segundos la misma comienza a quemarse en el aire, dejando solo cenizas en el suelo- Trabajar solo nunca es buena idea. Y esta situación es más que suficiente para comprender eso. -De sus manos, aquella energía carmesí creaban sus armas de fuego predilectas y una vez están hechas, se coloca en posición de combate, apuntando dichas armas a aquella diosa de la muerte- Bueno...acabemos con esto...¡Bailemos! ¡Morana!
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