Recuerdo bien el día que admiti estar enamorado de Alexandra... Tendríamos 12 y 16 años respectivamente, mi padre me había obligado a cortejar a la hija mayor de los Selene, era hermosa no lo podía negar y si, algo me intrigaba de ella pero hasta ese momento nunca había sentido nada más allá, o eso me repetía, sentía una ligera atracción por su cara bonita así como la forma en que bailaba que me hipnotizaba y la forma en que mi cuerpo ardía cuando la tenía cerca era solo una reacción de puberto, o eso me decía un.

Aquel día la invite a tener un pequeño picnic en el jardín de sus padres, la estaba contejando a pesar de no agradarle del todo a la familia Selene sin embargo le agradaba a mi hermosa Alexandra y eso era suficiente.

-Entonces...¿cuál es tu leyenda favorita Ian?...

Me preguntó de manera dulce, sus ojos eran hermosos y la forma en que su cabello se regaba por el pasto mientras su cabeza descansaba sobre mi pierna era un espectáculo.

-Me gustan las historias sobre la pelea y el equilibrio entre la luz y la oscuridad...- Dije sin dejar de admirarla, una sensación desconocida se iba apoderando de mi pecho, como si algo dentro hiciera click. Ella me sonrió suavemente y una calidez inundó mi cuerpo, era como ver un ángel. -¿Tu tienes una historia favorita?

Sus ojos brillaron con emoción tras aquella pregunta, era apenas una niña y yo en definitiva era mayor, pero estando con ella me sentia un crío y por increíble que paresca me encantaba esa sensación.

-Por supuesto, amo la historia de los hijos de la luna, es la favorita de mi abuela y ella me la cuenta siempre...

La mayor de los Selene, su abuela era la guardiana de la biblioteca sagrada, una tarea que la hermosa joven a mi lado heredaría con el tiempo.

-No conozco del todo aquella historia, me la contarias Lexy... - le dije con sinceridad, no lo quería admitir siempre decía que no me gustaba la joven pero era solo una mentira que decía para no darle el poder sobre mi.

-Bueno en ese caso te la contaré.- dijo con una sonrisa que hizo dar un vuelco a mi corazón, "como alguien podía ser tan hermosa, perfecta, inteligente... Por Selene deja de pensar esa cosa, Alexandra no me gusta." Me reprendia mentalmente, ella comenzó a contar la historia con aquella melodiosa voz que tenía.
-En un principio todo era vacío, pero de repente surgió la luz, la vida, la creación, sin embargo todo debe tener equilibrio así que con ellos nació la oscuridad, la muerte y la destrucción, hermanos de una misma energía se volvieron seres de infinito poder, en conjunto crearon cada cosa que existe en el mundo, la creación y la destrucción fueron dando lugar a cada detalle como el cielo, nacido de la luz y la oscuridad.- Estaba embobado mirando sus labios mientras escuchaba atento la historia que contaba.- La tierra, el mar, los animales creados por la vida, dándoselas de regalo  a la muerte cuando les llegara el momento. Los años pasaron y nuevas deidades nacieron uniéndose al resto, el cielo tuvo 3 hijos a quienes les dieron sus propias tareas, el sol, la luna y las estrellas, Selene, hija del cielo y diosa de la luna, encargada de velar por las noches de los seres del mundo, vería los años pasar por la tierra, así como a los demás dioses tener hijos en este mundo, al ver que los humanos comenzaron a rendirle culto los bendijo con habilidades mágicas, naciendo así las hadas y elfos de luna.

Cómo alguien podía simplemente verse como ella lo hacía mientras contaba una historia, jamás había escuchado la versión tan larga y detalla de aquella leyenda. Pase saliva al ver cómo se detuvo para lamer sus labios y continuar hablando.- Pero un día bajo a la tierra viendo que carecían de guía y protecion decidió darles darles una parte de ella, sus amados hijos, enviándolos a la tierra con la misión de guiar, proteger y cuidar al pueblo de la luna, siendo superiores en habilidades, de cabello platinado, ojos azules y piel blanca como la nieve, eran inconfundibles con otros seguidores de la luna, como todos los hijos de dioses, tuvieron hijos con mortales, dando lugar al linaje de la luna, pero solo algunos eran bendecidos con las habilidades y características físicas de la diosa, a estos se les llamaba hijos de la luna.

Sonrió de forma dulce sonrojandose ligera para continuar su relató, dejándome en shock al oír aquella parte que nadie me habia contando nunca.- Algunos creen que los dioses unen las almas de unos cuantos para encontrarse en la tierra, no era de extrañar que siempre dos hijos de la luna terminaran enamorados. Enviados del cielo elegidos por la madre luna para estar juntos, con un amor inquebrantable y puro, capas de vencer cualquier adversidad.

Eso era la explicación que me faltaba, la luna nos había destinado a estar juntos, por eso Alexandra tenía todo el control sobre mi. El como me sentí cuando la miraba o la calidez que se apoderaba de mi cuando ella me tocaba. No podía seguir negando que estaba perdidamente enamorado de aquella joven.

Cuando termino su historia solo pude hacer algo, la bese, aquel era mi primer beso y estoy seguro que también era el de ella. Me entregué a mis sentimientos por ella en aquel beso.

Alexandra ahora era mi dueña, la única mujer que podría hacerme sentir tan feliz y desesperado, ese día jure que pasaría el resto de mi vida a su lado y la protegería de todo. Jamás pensé que tendría que protejerla de mi propia oscuridad.
Recuerdo bien el día que admiti estar enamorado de Alexandra... Tendríamos 12 y 16 años respectivamente, mi padre me había obligado a cortejar a la hija mayor de los Selene, era hermosa no lo podía negar y si, algo me intrigaba de ella pero hasta ese momento nunca había sentido nada más allá, o eso me repetía, sentía una ligera atracción por su cara bonita así como la forma en que bailaba que me hipnotizaba y la forma en que mi cuerpo ardía cuando la tenía cerca era solo una reacción de puberto, o eso me decía un. Aquel día la invite a tener un pequeño picnic en el jardín de sus padres, la estaba contejando a pesar de no agradarle del todo a la familia Selene sin embargo le agradaba a mi hermosa Alexandra y eso era suficiente. -Entonces...¿cuál es tu leyenda favorita Ian?... Me preguntó de manera dulce, sus ojos eran hermosos y la forma en que su cabello se regaba por el pasto mientras su cabeza descansaba sobre mi pierna era un espectáculo. -Me gustan las historias sobre la pelea y el equilibrio entre la luz y la oscuridad...- Dije sin dejar de admirarla, una sensación desconocida se iba apoderando de mi pecho, como si algo dentro hiciera click. Ella me sonrió suavemente y una calidez inundó mi cuerpo, era como ver un ángel. -¿Tu tienes una historia favorita? Sus ojos brillaron con emoción tras aquella pregunta, era apenas una niña y yo en definitiva era mayor, pero estando con ella me sentia un crío y por increíble que paresca me encantaba esa sensación. -Por supuesto, amo la historia de los hijos de la luna, es la favorita de mi abuela y ella me la cuenta siempre... La mayor de los Selene, su abuela era la guardiana de la biblioteca sagrada, una tarea que la hermosa joven a mi lado heredaría con el tiempo. -No conozco del todo aquella historia, me la contarias Lexy... - le dije con sinceridad, no lo quería admitir siempre decía que no me gustaba la joven pero era solo una mentira que decía para no darle el poder sobre mi. -Bueno en ese caso te la contaré.- dijo con una sonrisa que hizo dar un vuelco a mi corazón, "como alguien podía ser tan hermosa, perfecta, inteligente... Por Selene deja de pensar esa cosa, Alexandra no me gusta." Me reprendia mentalmente, ella comenzó a contar la historia con aquella melodiosa voz que tenía. -En un principio todo era vacío, pero de repente surgió la luz, la vida, la creación, sin embargo todo debe tener equilibrio así que con ellos nació la oscuridad, la muerte y la destrucción, hermanos de una misma energía se volvieron seres de infinito poder, en conjunto crearon cada cosa que existe en el mundo, la creación y la destrucción fueron dando lugar a cada detalle como el cielo, nacido de la luz y la oscuridad.- Estaba embobado mirando sus labios mientras escuchaba atento la historia que contaba.- La tierra, el mar, los animales creados por la vida, dándoselas de regalo  a la muerte cuando les llegara el momento. Los años pasaron y nuevas deidades nacieron uniéndose al resto, el cielo tuvo 3 hijos a quienes les dieron sus propias tareas, el sol, la luna y las estrellas, Selene, hija del cielo y diosa de la luna, encargada de velar por las noches de los seres del mundo, vería los años pasar por la tierra, así como a los demás dioses tener hijos en este mundo, al ver que los humanos comenzaron a rendirle culto los bendijo con habilidades mágicas, naciendo así las hadas y elfos de luna. Cómo alguien podía simplemente verse como ella lo hacía mientras contaba una historia, jamás había escuchado la versión tan larga y detalla de aquella leyenda. Pase saliva al ver cómo se detuvo para lamer sus labios y continuar hablando.- Pero un día bajo a la tierra viendo que carecían de guía y protecion decidió darles darles una parte de ella, sus amados hijos, enviándolos a la tierra con la misión de guiar, proteger y cuidar al pueblo de la luna, siendo superiores en habilidades, de cabello platinado, ojos azules y piel blanca como la nieve, eran inconfundibles con otros seguidores de la luna, como todos los hijos de dioses, tuvieron hijos con mortales, dando lugar al linaje de la luna, pero solo algunos eran bendecidos con las habilidades y características físicas de la diosa, a estos se les llamaba hijos de la luna. Sonrió de forma dulce sonrojandose ligera para continuar su relató, dejándome en shock al oír aquella parte que nadie me habia contando nunca.- Algunos creen que los dioses unen las almas de unos cuantos para encontrarse en la tierra, no era de extrañar que siempre dos hijos de la luna terminaran enamorados. Enviados del cielo elegidos por la madre luna para estar juntos, con un amor inquebrantable y puro, capas de vencer cualquier adversidad. Eso era la explicación que me faltaba, la luna nos había destinado a estar juntos, por eso Alexandra tenía todo el control sobre mi. El como me sentí cuando la miraba o la calidez que se apoderaba de mi cuando ella me tocaba. No podía seguir negando que estaba perdidamente enamorado de aquella joven. Cuando termino su historia solo pude hacer algo, la bese, aquel era mi primer beso y estoy seguro que también era el de ella. Me entregué a mis sentimientos por ella en aquel beso. Alexandra ahora era mi dueña, la única mujer que podría hacerme sentir tan feliz y desesperado, ese día jure que pasaría el resto de mi vida a su lado y la protegería de todo. Jamás pensé que tendría que protejerla de mi propia oscuridad.
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