𝕄𝕠𝕟𝕠𝕣𝕠𝕝: "𝔼𝕝 𝕧𝕚𝕒𝕛𝕖" ℙ𝕥.2
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Se encontraba reposando en aquel extraño bosque de abedules rojos. Su estadía en ese lugar le traía recuerdos de antaño, no los más agradables, pero la nostalgia era inevitable. Ella solo esperaba la visita de alguien más, alguien que, quisiera o no, sabía que iba a estar presente hasta su muerte.

Agatha:
—Mejor sal de las sombras. Me has visitado tantas veces en un breve lapso de tiempo que algo querrás, lo presiento.

A pesar de sus palabras, nadie aparecía, dejando a la mujer hablando sola en medio del bosque.

Agatha:
—Por favor, ya aparece. Nadie te ve además de mí... qué bueno que este bosque no es muy visitado, sino me verían con otros ojos. Ya apúrate y manifiéstame, Orión.

Una vez Agatha pronunció ese nombre, el lugar fue sacudido por el azote del viento, una ráfaga espontánea que se desvaneció tras unos segundos.

La mujer miró a su derecha y vio a un hombre pálido, con una larga cabellera roja y una extraña marca en la frente; vestía una armadura oscura, como la de un caballero.

Orión:
—He llegado por quien llorabas... es raro que desees verme, querida Agatha.
(El extraño hombre manifestó con un aire burlón.)

Agatha:
—No erras en eso, pero el lugar y la fecha lo ameritan, ¿no lo crees?
(Señalando el bosque que los rodeaba.)

Orión:
—Este lugar... sí, lo recuerdo como si hubiera sido ayer, aunque ya han pasado seis mil años, si no me equivoco.

Agatha:
—A pesar de tu personalidad, nunca fallas. Este lugar sigue igual desde la última vez que estuvimos aquí...

Orión:
—Sí, es extraño, ¿no? La última vez que nos encontramos, tú moriste.
(Pronunció con una sonrisa inocente en el rostro.)

Agatha:
—Sí, y en ese mismo día el mundo perdió a su pilar del alma. Después de todos estos años, sigo sin entenderlo. ¿Por qué?

Orión:
—Mis capacidades son muchas, como bien conoces. Una de ellas es saber cómo y cuándo van a morir todos ustedes... y ese no era el momento de tu partida, mi niña.

Agatha:
—Y por eso me trajiste de nuevo, quedándote dentro de mí como un cascarón, siendo mi muerte tu liberación... pero ahora que lo pienso, es algo poético; la muerte es el comienzo de algo nuevo.

Orión:
—¿Entonces por qué te quejas? Has tenido una larga vida llena de lujos.

Agatha:
—¿Llena de lujos? Mi vida entera la pasé sirviendo a un reino al cual creí que le debía todo, y ahora ese mismo reino es irreconocible para mí. En la misma mesa en donde trabajo con mis supuestos compañeros, solo dos de ellos me apoyan y los otros siete conspiran contra mí.

Orión:
—Ya veo, el caballero de bronce sigue tras de ti. Es un hombre muy inteligente; ha escalado muy bien las escaleras, logrando cosas que no me imaginaba, aunque con la condición de hacer cosas horribles.

Agatha:
—Y a pesar de eso lo aman, logró ocultar muy bien su sombra. Pero ni siquiera sirve hablar de él, ya nada sirve.

Orión:
—¿Acaso escucho rendición? ¿Tú, Agatha? No me lo esperaba... oh, ya entiendo por qué estás aquí.

Agatha:
—En lo profundo de este bosque hay un hermoso estanque. Tal vez sería una pequeña compensación por lo que haré.

Orión:
—Entonces ve, si eso es lo que tanto anhelas. Ni yo ni nadie va a detenerte. Eres la única en decidir.

Agatha:
—A veces eres detestable; no te importa quién se va o quién no.

Orión:
—Cariño, escúchate. Soy la unión entre lo terrenal y lo espiritual. La muerte es solo otra puerta, es un ciclo que nadie puede detener, algo hermoso, yo diría.

Agatha:
—Qué decir, tienes razón otra vez. Tal vez no sea malo; al fin veré a mis tan ansiados tíos.
(Se levanta lentamente, lista para dirigirse al estanque.)

Orión:
—¿Ya te vas? Bueno, significa que yo también. Aunque, sabes, pensé que iba a ser diferente, tal vez a lo grande, volando alto hacia las estrellas, pero cayendo, sin dejar de ser esa noble guerrera.
(Manifestó con la mirada en el cielo azul.)

Agatha:
—Ya basta, ambos sabemos muy bien que no debes y es muy malo contarle la muerte a las personas; y aunque me halagas, no tenía intenciones de saberlo, así que ya esfumate.

Orión:
—Si eso es lo que quieres, no volveremos a vernos si así lo decides. Espero que disfrutes tu baño; solamente no olvides despertar.
(Riéndose mientras hablaba.)

Agatha:
—Gracias por el consejo...

Orión:
—Siempre estaré para ti...
(Desapareciendo de la escena, tal y como había aparecido por primera vez.)

Agatha:
—Hasta pronto, Orión...

Una vez terminó aquella charla, la mujer desabrochó su capa, dejándola caer en el suelo. El único testigo de su partida fue el bosque que la rodeaba, mientras ella se dirigía al estanque que ahora tanto anhelaba.
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𝕄𝕠𝕟𝕠𝕣𝕠𝕝: "𝔼𝕝 𝕧𝕚𝕒𝕛𝕖" ℙ𝕥.2 <×>-<×>-<×>-<×>-<×>-<×>-<×>-<×>-<×>-<×> Se encontraba reposando en aquel extraño bosque de abedules rojos. Su estadía en ese lugar le traía recuerdos de antaño, no los más agradables, pero la nostalgia era inevitable. Ella solo esperaba la visita de alguien más, alguien que, quisiera o no, sabía que iba a estar presente hasta su muerte. Agatha: —Mejor sal de las sombras. Me has visitado tantas veces en un breve lapso de tiempo que algo querrás, lo presiento. A pesar de sus palabras, nadie aparecía, dejando a la mujer hablando sola en medio del bosque. Agatha: —Por favor, ya aparece. Nadie te ve además de mí... qué bueno que este bosque no es muy visitado, sino me verían con otros ojos. Ya apúrate y manifiéstame, Orión. Una vez Agatha pronunció ese nombre, el lugar fue sacudido por el azote del viento, una ráfaga espontánea que se desvaneció tras unos segundos. La mujer miró a su derecha y vio a un hombre pálido, con una larga cabellera roja y una extraña marca en la frente; vestía una armadura oscura, como la de un caballero. Orión: —He llegado por quien llorabas... es raro que desees verme, querida Agatha. (El extraño hombre manifestó con un aire burlón.) Agatha: —No erras en eso, pero el lugar y la fecha lo ameritan, ¿no lo crees? (Señalando el bosque que los rodeaba.) Orión: —Este lugar... sí, lo recuerdo como si hubiera sido ayer, aunque ya han pasado seis mil años, si no me equivoco. Agatha: —A pesar de tu personalidad, nunca fallas. Este lugar sigue igual desde la última vez que estuvimos aquí... Orión: —Sí, es extraño, ¿no? La última vez que nos encontramos, tú moriste. (Pronunció con una sonrisa inocente en el rostro.) Agatha: —Sí, y en ese mismo día el mundo perdió a su pilar del alma. Después de todos estos años, sigo sin entenderlo. ¿Por qué? Orión: —Mis capacidades son muchas, como bien conoces. Una de ellas es saber cómo y cuándo van a morir todos ustedes... y ese no era el momento de tu partida, mi niña. Agatha: —Y por eso me trajiste de nuevo, quedándote dentro de mí como un cascarón, siendo mi muerte tu liberación... pero ahora que lo pienso, es algo poético; la muerte es el comienzo de algo nuevo. Orión: —¿Entonces por qué te quejas? Has tenido una larga vida llena de lujos. Agatha: —¿Llena de lujos? Mi vida entera la pasé sirviendo a un reino al cual creí que le debía todo, y ahora ese mismo reino es irreconocible para mí. En la misma mesa en donde trabajo con mis supuestos compañeros, solo dos de ellos me apoyan y los otros siete conspiran contra mí. Orión: —Ya veo, el caballero de bronce sigue tras de ti. Es un hombre muy inteligente; ha escalado muy bien las escaleras, logrando cosas que no me imaginaba, aunque con la condición de hacer cosas horribles. Agatha: —Y a pesar de eso lo aman, logró ocultar muy bien su sombra. Pero ni siquiera sirve hablar de él, ya nada sirve. Orión: —¿Acaso escucho rendición? ¿Tú, Agatha? No me lo esperaba... oh, ya entiendo por qué estás aquí. Agatha: —En lo profundo de este bosque hay un hermoso estanque. Tal vez sería una pequeña compensación por lo que haré. Orión: —Entonces ve, si eso es lo que tanto anhelas. Ni yo ni nadie va a detenerte. Eres la única en decidir. Agatha: —A veces eres detestable; no te importa quién se va o quién no. Orión: —Cariño, escúchate. Soy la unión entre lo terrenal y lo espiritual. La muerte es solo otra puerta, es un ciclo que nadie puede detener, algo hermoso, yo diría. Agatha: —Qué decir, tienes razón otra vez. Tal vez no sea malo; al fin veré a mis tan ansiados tíos. (Se levanta lentamente, lista para dirigirse al estanque.) Orión: —¿Ya te vas? Bueno, significa que yo también. Aunque, sabes, pensé que iba a ser diferente, tal vez a lo grande, volando alto hacia las estrellas, pero cayendo, sin dejar de ser esa noble guerrera. (Manifestó con la mirada en el cielo azul.) Agatha: —Ya basta, ambos sabemos muy bien que no debes y es muy malo contarle la muerte a las personas; y aunque me halagas, no tenía intenciones de saberlo, así que ya esfumate. Orión: —Si eso es lo que quieres, no volveremos a vernos si así lo decides. Espero que disfrutes tu baño; solamente no olvides despertar. (Riéndose mientras hablaba.) Agatha: —Gracias por el consejo... Orión: —Siempre estaré para ti... (Desapareciendo de la escena, tal y como había aparecido por primera vez.) Agatha: —Hasta pronto, Orión... Una vez terminó aquella charla, la mujer desabrochó su capa, dejándola caer en el suelo. El único testigo de su partida fue el bosque que la rodeaba, mientras ella se dirigía al estanque que ahora tanto anhelaba. <×>-<×>-<×>-<×>-<×>-<×>-<×>-<×>-<×>-<×>
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