Salt and Sea Heirs.
Fandom House of the Dragon
Categoría Fantasía
/Lucerys/

Habían pasado unas pocas lunas desde que habían salido del luto por la muerte de la princesa Rhaenys. Corlys Velaryon, Lord de Driftmark, anunció a los habitantes de la isla su retiro, la muerte de su amada esposa le había dejado en un estado deplorable.

Claro que Driftmark no podía quedarse sin quien ocupara el trono de Drifwood, por ello mismo habia nombrado a su querido nieto y sucesor legítimo como nuevo Señor de las Mareas y Lord de Driftmark.

Lucerys Velaryon, al que muchos habían llamado bastardo en su niñez, se había convertido en un joven príncipe con madera y experiencia como marinero. Creció en estatura, musculatura y también en mentalidad, poco quedaba del niño que rechazaba lo que tanto habían dicho que le pertenecía.

Acepto el puesto de regente hasta que su abuelo se encontrara mejor. Sin embargo, no llegó solo para gobernar, no. Lucerys había llevado a su prometida con él, Lady Rhaena Targaryen. Pues sabía que solo con ella a su lado era que podría hacer un mejor trabajo, ¿No la llevaba siempre como segunda al mando en sus viajes?

—— Rhaena, ¿estás ocupada? ——
Allí estaba una vez más, tocando la puerta de su alcoba como cada día en la tarde, era su momento libre para poder hablarle fuera de las cosas de la isla.

/Rhaena/

Rhaena retocaba los adornos de sus rastas, casi como un ritual, sumida en profundas reflexiones sobre el luto reciente, en la nueva vida que llevaba (para la cual le habían preparado) y las nuevas responsabilidades que recaían sobre su cabeza. El sutil golpeteo en la puerta la sacó de su ensimismamiento. Sabía gestionar perfectamente sus reacciones para ocultar las tinciones de un espíritu quebrado.

—— Estoy... —— con los anillos a medio ajustar, algunas cadenas salidas y su rostro enmarañado por pequeñas venas en las ojeras; suspiró, de todas formas no se podía decir que no esperaba la visita —— decente. —— Declaró con voz suave.

Se levantó y abrió la puerta por sí misma. Sus ojos lo escrutaban con detenimiento. Era consciente de cuánto había cambiado Lucerys, no sólo en apariencia sino también en espíritu. Imposible le resultaba no escanearlo cada vez que cruzaba delante suyo.

Dejó un espacio para permitirle pasar.

—— Terminaste temprano hoy. ¿O acaso huyes del trono? Puedo mandar a hacer unos cojines más cómodos —— bromeó.

/Lucerys/

No se forzó a sonreír, ella reconocería la falsedad de esta en cuanto lo hiciera, pero si que observó con detenimiento el rostro de su prometida. Se veía triste, ya sabía la razón y aún así eso no lo hacía menos difícil de ver. No le gustaba verla así.

—— He terminado temprano, pero mi trasero agradecería esos cojines ——devolvió la broma, adentrándose a la habitación. Sus ojos se movieron en un rápido vistazo a esta, ya la conocía por lo que no era una sorpresa.——. Además, ¿necesito una de esas excusas para verte?

Alzó una ceja, dándose la vuelta para verle con media y pequeña sonrisa. Quería acompañarla en el sentimiento, apoyarla como ella había hecho con él. Ambos perdieron a alguien importante, y ahora tenían un peso en los hombros que no les dejba asimilar bien la pérdida.

Ya se sentía cercano a ella, mas el hecho de que que ahora compartieran el peso del mismo cargo hacía que se sintiera más íntimo en ese sentido, nadie los comprendería mejor que el uno al otro.

/Rhaena/

—— No se diga más, enviaré el pedido mañana a primera hora. —— No necesitaba excusas para verla; él, más que nadie, era quizás el único a quien ella perdonaría la osadía de adentrarse en sus aposentos privados sin anunciarse. Esta fantasía, sin embargo, no tenía lugar en su realidad. Lucerys era de una cortesía extrema, además de poseer una timidez palpable, incluso con su prometida. Aunque no le molestaba, encontrándolo adorable, con el paso del tiempo la inquietud se arraigaba en el corazón de Rhaena, llevándola a sobrepensar en posibles factores que impedían que esta confianza trascendiera entre el futuro monarca de Driftmark y ella.

—— Sabes que no es así. —— Dejó escapar una tímida sonrisa, sin importar si era correspondida. No se rendía en sus intentos por hacerlo sentir medianamente cómodo, permitiéndole expresarse como le apeteciera. La falta de un rictus no le hacía creer que estuviera disconforme con su compañía. Él la buscaba, y eso era suficiente.

Se acercó y, con una suavidad calculada, tomó una de sus manos para aplicar un beso en el dorso.

—— De hecho, me preguntaba si estás de humor para... —— ¿para qué? Ninguna excusa parecía adecuada. —— Umh, quería visitar a Morning. Tu compañía me haría bien.

/Lucerys/ Habían pasado unas pocas lunas desde que habían salido del luto por la muerte de la princesa Rhaenys. Corlys Velaryon, Lord de Driftmark, anunció a los habitantes de la isla su retiro, la muerte de su amada esposa le había dejado en un estado deplorable. Claro que Driftmark no podía quedarse sin quien ocupara el trono de Drifwood, por ello mismo habia nombrado a su querido nieto y sucesor legítimo como nuevo Señor de las Mareas y Lord de Driftmark. Lucerys Velaryon, al que muchos habían llamado bastardo en su niñez, se había convertido en un joven príncipe con madera y experiencia como marinero. Creció en estatura, musculatura y también en mentalidad, poco quedaba del niño que rechazaba lo que tanto habían dicho que le pertenecía. Acepto el puesto de regente hasta que su abuelo se encontrara mejor. Sin embargo, no llegó solo para gobernar, no. Lucerys había llevado a su prometida con él, Lady Rhaena Targaryen. Pues sabía que solo con ella a su lado era que podría hacer un mejor trabajo, ¿No la llevaba siempre como segunda al mando en sus viajes? —— Rhaena, ¿estás ocupada? —— Allí estaba una vez más, tocando la puerta de su alcoba como cada día en la tarde, era su momento libre para poder hablarle fuera de las cosas de la isla. /Rhaena/ Rhaena retocaba los adornos de sus rastas, casi como un ritual, sumida en profundas reflexiones sobre el luto reciente, en la nueva vida que llevaba (para la cual le habían preparado) y las nuevas responsabilidades que recaían sobre su cabeza. El sutil golpeteo en la puerta la sacó de su ensimismamiento. Sabía gestionar perfectamente sus reacciones para ocultar las tinciones de un espíritu quebrado. —— Estoy... —— con los anillos a medio ajustar, algunas cadenas salidas y su rostro enmarañado por pequeñas venas en las ojeras; suspiró, de todas formas no se podía decir que no esperaba la visita —— decente. —— Declaró con voz suave. Se levantó y abrió la puerta por sí misma. Sus ojos lo escrutaban con detenimiento. Era consciente de cuánto había cambiado Lucerys, no sólo en apariencia sino también en espíritu. Imposible le resultaba no escanearlo cada vez que cruzaba delante suyo. Dejó un espacio para permitirle pasar. —— Terminaste temprano hoy. ¿O acaso huyes del trono? Puedo mandar a hacer unos cojines más cómodos —— bromeó. /Lucerys/ No se forzó a sonreír, ella reconocería la falsedad de esta en cuanto lo hiciera, pero si que observó con detenimiento el rostro de su prometida. Se veía triste, ya sabía la razón y aún así eso no lo hacía menos difícil de ver. No le gustaba verla así. —— He terminado temprano, pero mi trasero agradecería esos cojines ——devolvió la broma, adentrándose a la habitación. Sus ojos se movieron en un rápido vistazo a esta, ya la conocía por lo que no era una sorpresa.——. Además, ¿necesito una de esas excusas para verte? Alzó una ceja, dándose la vuelta para verle con media y pequeña sonrisa. Quería acompañarla en el sentimiento, apoyarla como ella había hecho con él. Ambos perdieron a alguien importante, y ahora tenían un peso en los hombros que no les dejba asimilar bien la pérdida. Ya se sentía cercano a ella, mas el hecho de que que ahora compartieran el peso del mismo cargo hacía que se sintiera más íntimo en ese sentido, nadie los comprendería mejor que el uno al otro. /Rhaena/ —— No se diga más, enviaré el pedido mañana a primera hora. —— No necesitaba excusas para verla; él, más que nadie, era quizás el único a quien ella perdonaría la osadía de adentrarse en sus aposentos privados sin anunciarse. Esta fantasía, sin embargo, no tenía lugar en su realidad. Lucerys era de una cortesía extrema, además de poseer una timidez palpable, incluso con su prometida. Aunque no le molestaba, encontrándolo adorable, con el paso del tiempo la inquietud se arraigaba en el corazón de Rhaena, llevándola a sobrepensar en posibles factores que impedían que esta confianza trascendiera entre el futuro monarca de Driftmark y ella. —— Sabes que no es así. —— Dejó escapar una tímida sonrisa, sin importar si era correspondida. No se rendía en sus intentos por hacerlo sentir medianamente cómodo, permitiéndole expresarse como le apeteciera. La falta de un rictus no le hacía creer que estuviera disconforme con su compañía. Él la buscaba, y eso era suficiente. Se acercó y, con una suavidad calculada, tomó una de sus manos para aplicar un beso en el dorso. —— De hecho, me preguntaba si estás de humor para... —— ¿para qué? Ninguna excusa parecía adecuada. —— Umh, quería visitar a Morning. Tu compañía me haría bien.
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