En silencio y secretos.
Con miradas sigilosas y sonrisas discretas.
Con tacto gentil y una postura reservada.
Elizabeth ha estado ganando conciencia, le es capaz de hilar de mejor manera sus pensamientos y sus fragmentados recuerdos.

Su sangre, la prueba fehaciente de que es posible jugar con el tiempo y a ser Dios.
Un monstruo, uno que comenzó a solicitar sangre, mujeres virgenes, herramientas de tortura...... zapatos y... pastel de fresas