── ¡Oye enana! ¿Donde estas? es hora de comer. Hmp. ──

Era la tarde en la residencia de aquel clan, aquel hombre de cabellos claros le tocaba cuidar a la pequeña, aun que para Chisaki, era su herramienta importante para sus planes, llevaría consigo un plato con onigiris relleno de queso que había calentado con anterioridad.

Deslizaba las puertas de las habitaciones y exploraba los interiores ya que no se encontraba por ningún lado, esto no hacia mas que sentirse un poco angustiante. El yakuza no odiaba a los niños, les tenia empatia, pero aun así no sabia como tratar ni mucho menos como llevar bien su compañía, especialmente con Eri.

Fue entonces que fue a la parte trasera de aquel lugar y la encontró entre los extremos de aquellos corredores, sentada en la tibia madera, jugando con sus peluches, este se acerco con suavidad a su costado y se sentó al lado suyo, formando una cruz con sus piernas.

── Hola Eri. . .¿Quieres?──

Ofreció el plato con los onigiris, como era de esperar su sonrisa fue débil pero tomo aquel arroz en forma de triangulo y empezó a comer, este sin mas empezo a comer y mirar al frente, de pronto, el espacio se hizo silencioso solo con el sonido del masticar.

── Estan buenas. . .¿Te gustan? yo suelo comer bastante de estas al terminar mi entrenamiento, hay que compensar bien el cuerpo luego de la rutina, aun que no me gusta con tanto queso se vuelve algo pesado. ──

El intenta animar un poco el ambiente con cada pensamiento o idea que saliera de su cabeza.

── ¿Eres de andar en lugares muy específicos no? Chisaki me dijo sobre eso. Pero veo que te gusta estar por cerca del patio. ──

Agrego en un tono tranquilo, la razón era aquel hermoso árbol adornado con hermosos pétalos de sakura, su imagen brindaba confort, cosa que podía imaginar que la pequeña buscaba pues aun que sea un bruto, era consciente de las noches y los días del tormento en el que la vida de Eri.

── Si bueno, me gusta tambien el color de las sakuras.
── ¡Oye enana! ¿Donde estas? es hora de comer. Hmp. ── Era la tarde en la residencia de aquel clan, aquel hombre de cabellos claros le tocaba cuidar a la pequeña, aun que para Chisaki, era su herramienta importante para sus planes, llevaría consigo un plato con onigiris relleno de queso que había calentado con anterioridad. Deslizaba las puertas de las habitaciones y exploraba los interiores ya que no se encontraba por ningún lado, esto no hacia mas que sentirse un poco angustiante. El yakuza no odiaba a los niños, les tenia empatia, pero aun así no sabia como tratar ni mucho menos como llevar bien su compañía, especialmente con Eri. Fue entonces que fue a la parte trasera de aquel lugar y la encontró entre los extremos de aquellos corredores, sentada en la tibia madera, jugando con sus peluches, este se acerco con suavidad a su costado y se sentó al lado suyo, formando una cruz con sus piernas. ── Hola Eri. . .¿Quieres?── Ofreció el plato con los onigiris, como era de esperar su sonrisa fue débil pero tomo aquel arroz en forma de triangulo y empezó a comer, este sin mas empezo a comer y mirar al frente, de pronto, el espacio se hizo silencioso solo con el sonido del masticar. ── Estan buenas. . .¿Te gustan? yo suelo comer bastante de estas al terminar mi entrenamiento, hay que compensar bien el cuerpo luego de la rutina, aun que no me gusta con tanto queso se vuelve algo pesado. ── El intenta animar un poco el ambiente con cada pensamiento o idea que saliera de su cabeza. ── ¿Eres de andar en lugares muy específicos no? Chisaki me dijo sobre eso. Pero veo que te gusta estar por cerca del patio. ── Agrego en un tono tranquilo, la razón era aquel hermoso árbol adornado con hermosos pétalos de sakura, su imagen brindaba confort, cosa que podía imaginar que la pequeña buscaba pues aun que sea un bruto, era consciente de las noches y los días del tormento en el que la vida de Eri. ── Si bueno, me gusta tambien el color de las sakuras.
Me endiabla
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