Desayuno con el bullicio de la ciudad
El sonido del disparo no se le quitaba a Sam de la cabeza. Había tenido aquel sueño recurrente, aunque no había mucho más. Tantos disparos en su vida que realmente no le extraña.
Aquel día no tenía que entrar a trabajar a primera hora, por lo que podía aprovechar el momento para disfrutar de algo de calma, y desechar aquel sueño al fondo de su cabeza. Centrarse en el día que tenía por delante.
Recorrió en moto el corto espacio entre su piso y su cafetería favorita. No era la más cercana, pero era la que servía el mejor café y los mejores dulces.
El día era el propicio para desayunar fuera de casa.
Pidió su café habitual y unas crêpes con plátano y chocolate que se llevó hasta una de las mesas que daban a los ventanales de la cafetería. Le gustaba ver pasar a la gente.
Eran los pocos espacios de normalidad que tenía en su vida.
Aquel día no tenía que entrar a trabajar a primera hora, por lo que podía aprovechar el momento para disfrutar de algo de calma, y desechar aquel sueño al fondo de su cabeza. Centrarse en el día que tenía por delante.
Recorrió en moto el corto espacio entre su piso y su cafetería favorita. No era la más cercana, pero era la que servía el mejor café y los mejores dulces.
El día era el propicio para desayunar fuera de casa.
Pidió su café habitual y unas crêpes con plátano y chocolate que se llevó hasta una de las mesas que daban a los ventanales de la cafetería. Le gustaba ver pasar a la gente.
Eran los pocos espacios de normalidad que tenía en su vida.
El sonido del disparo no se le quitaba a Sam de la cabeza. Había tenido aquel sueño recurrente, aunque no había mucho más. Tantos disparos en su vida que realmente no le extraña.
Aquel día no tenía que entrar a trabajar a primera hora, por lo que podía aprovechar el momento para disfrutar de algo de calma, y desechar aquel sueño al fondo de su cabeza. Centrarse en el día que tenía por delante.
Recorrió en moto el corto espacio entre su piso y su cafetería favorita. No era la más cercana, pero era la que servía el mejor café y los mejores dulces.
El día era el propicio para desayunar fuera de casa.
Pidió su café habitual y unas crêpes con plátano y chocolate que se llevó hasta una de las mesas que daban a los ventanales de la cafetería. Le gustaba ver pasar a la gente.
Eran los pocos espacios de normalidad que tenía en su vida.
Tipo
Grupal
Líneas
Cualquier línea
Estado
Disponible
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