En las profundidades de las tierras germanas, oculto entre las imponentes montañas, se encuentra el Palacio de Gazburgo. Su fachada de piedra antigua y mística se funde con la oscuridad impidiendo que sea descubierto por cualquiera. Solo los elegidos saben de su existencia: La Elite mundial.

Acudían a el líderes políticos, magnates de todo tipo de industrias y figuras influyentes para conservar sus altísimas posiciones y figurar planes macabros para la sociedad.

También acudían seres del más allá del universo, reptiloides inteligentes, grises débiles, seres indescriptibles e incluso Dioses cósmicos para sellar pactos y extender el dominio oscuro de la Élite.

Pero lejos de todo, cuando el palacio está vacío, Gazú le gusta habitar allí, es su palacio y su casa.

Le gustaba observaba con su único ojo los bellos jardines, cuadros y esculturas carísimas, naves lujosas y artefactos de altísima tecnología, futuros proyectos y ideas plasmada en libros y bocetos.

Pero lo que más disfrutaba en el palacio, era el silencio y la soledad que le aconsejaba y le permitía conectarse con el mismo.
En las profundidades de las tierras germanas, oculto entre las imponentes montañas, se encuentra el Palacio de Gazburgo. Su fachada de piedra antigua y mística se funde con la oscuridad impidiendo que sea descubierto por cualquiera. Solo los elegidos saben de su existencia: La Elite mundial. Acudían a el líderes políticos, magnates de todo tipo de industrias y figuras influyentes para conservar sus altísimas posiciones y figurar planes macabros para la sociedad. También acudían seres del más allá del universo, reptiloides inteligentes, grises débiles, seres indescriptibles e incluso Dioses cósmicos para sellar pactos y extender el dominio oscuro de la Élite. Pero lejos de todo, cuando el palacio está vacío, Gazú le gusta habitar allí, es su palacio y su casa. Le gustaba observaba con su único ojo los bellos jardines, cuadros y esculturas carísimas, naves lujosas y artefactos de altísima tecnología, futuros proyectos y ideas plasmada en libros y bocetos. Pero lo que más disfrutaba en el palacio, era el silencio y la soledad que le aconsejaba y le permitía conectarse con el mismo.
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