En la noche más oscura, cuando la luna apenas se atrevía a asomarse entre las ramas retorcidas, Isaac, se aventuro en "El bosque del niño perdido". Este lugar, envuelto en leyendas y misterios, era un terreno prohibido para los mortales.

Las hojas crujían bajo sus pies mientras avanzaba, sus ojos rojos brillaban en la penumbra. Fue entonces cuando encontró a una loba wargo, su pelaje plateado desgarrado y su mirada apagada. Junto a ella, cinco pequeños cachorros temblaban de frío y hambre. Isaac sabía que la madre había luchado hasta el último aliento para proteger a sus crías.

El vampiro se arrodilló junto a la loba y acarició su cabeza. "Descansa en paz", susurró. Luego, miró a los cachorros. Uno de ellos, el más pequeño y débil, apenas respiraba. El rubio extendió su mano y dejó que una gota de su sangre cayera sobre el hocico del cachorro. La criatura tembló y luego se transformó. Su pelaje se volvió oscuro como la noche, sus ojos brillaron con un hambre ancestral y sus colmillos se alargaron. Había nacido un lobo vampiro.

Los otros cachorros miraron a su hermano con miedo y asombro. Isaac los acarició a todos antes de tomar una decisión. No podía cuidarlos a todos, pero no los abandonaría. Los llevó a las afueras del bosque y los dejó cerca de una granja. "Crecerán fuertes y libres", les prometió. "Y siempre tendrán un lugar en mi corazón".

Así, el bosque del niño perdido se llenó de aullidos nocturnos, tanto de lobos como de vampiros.

— Dohaeras, Vhagar! Soves! (Alto Valyrio).

En la noche más oscura, cuando la luna apenas se atrevía a asomarse entre las ramas retorcidas, Isaac, se aventuro en "El bosque del niño perdido". Este lugar, envuelto en leyendas y misterios, era un terreno prohibido para los mortales. Las hojas crujían bajo sus pies mientras avanzaba, sus ojos rojos brillaban en la penumbra. Fue entonces cuando encontró a una loba wargo, su pelaje plateado desgarrado y su mirada apagada. Junto a ella, cinco pequeños cachorros temblaban de frío y hambre. Isaac sabía que la madre había luchado hasta el último aliento para proteger a sus crías. El vampiro se arrodilló junto a la loba y acarició su cabeza. "Descansa en paz", susurró. Luego, miró a los cachorros. Uno de ellos, el más pequeño y débil, apenas respiraba. El rubio extendió su mano y dejó que una gota de su sangre cayera sobre el hocico del cachorro. La criatura tembló y luego se transformó. Su pelaje se volvió oscuro como la noche, sus ojos brillaron con un hambre ancestral y sus colmillos se alargaron. Había nacido un lobo vampiro. Los otros cachorros miraron a su hermano con miedo y asombro. Isaac los acarició a todos antes de tomar una decisión. No podía cuidarlos a todos, pero no los abandonaría. Los llevó a las afueras del bosque y los dejó cerca de una granja. "Crecerán fuertes y libres", les prometió. "Y siempre tendrán un lugar en mi corazón". Así, el bosque del niño perdido se llenó de aullidos nocturnos, tanto de lobos como de vampiros. — Dohaeras, Vhagar! Soves! (Alto Valyrio).
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