ㅤ ㅤ *[el cuervo & la mariposa]╲╲
Fandom HOUSE OF THE DRAGON.
Categoría Drama

ㅤ *[el cuervo & la mariposa]╲╲

ㅤ (...)

ㅤㅤ ᴍᴏɴᴏʀᴏʟ.

“𝑬𝒍 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒗𝒐 𝒕𝒆 𝒅𝒊𝒐 𝒖𝒏 𝒕𝒆𝒓𝒄𝒆𝒓 𝒐𝒋𝒐, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒏𝒐 𝒍𝒐 𝒂𝒃𝒓𝒆𝒔”.

Fruto de sudorosos intentos, la mariposa volaba. Mas bien, flotaba.
El corazón que maquina perversos designios requiere pies ligeros para correr al mal. El testigo falso que forja embustes, y el que siembra discordia a hermanos. Lenguaje zalamero de la extraña mente onírica. Había hecho votos pacíficos, allá entre dos luces, después del ocaso, en medio de las tinieblas, donde los 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒗𝒐𝒔 buscan refugio.

⸻ No he de ceder. ⸻ Pero pensarlo y repetirlo no certificaba la realidad.

La mariposa huía de la negra nube. La neblina se percibía tóxica. Cada vez era más difícil respirar.

⸻ ¿𝘊𝘦𝘥𝘦𝘳 𝘢 𝘲𝘶𝘦́? ⸻ esa voz no era suya. El batir de las alas carroñeras se instalaba a su lado.

⸻ Cuervo.

⸻ 𝘌𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘭𝘢𝘣𝘪𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘴𝘢𝘣𝘪𝘰 𝘴𝘦 𝘩𝘢𝘭𝘭𝘢 𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘣𝘪𝘥𝘶𝘳𝘪́𝘢; 𝘺 𝘦𝘭 𝘢𝘻𝘰𝘵𝘦 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘱𝘢𝘭𝘥𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘫𝘶𝘪𝘤𝘪𝘰. 𝘗𝘦𝘲𝘶𝘦𝘯̃𝘢 𝘮𝘢𝘳𝘪𝘱𝘰𝘴𝘢, ¿𝘩𝘶𝘺𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘻𝘰𝘵𝘦? ¿𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘣𝘪𝘥𝘶𝘳𝘪́𝘢 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘢? ¿𝘵𝘦𝘮𝘦𝘴 𝘮𝘪𝘳𝘢𝘳?

La taquicardia envolvió su corazón. Un zumbido tan imperceptible como el lenguaje de un enjambre entre las chicharras. Frenó sus labios de una respuesta, por mera prudencia. Tampoco tenía una respuesta clave.

Ambos volaron en silencio por lo que fueron kilómetros. Una mariposa no tenía tal resistencia. Los dragones, en cambio, podían prescindir de debilidad por varios flancos.

Las delicadas y dulces armonías de sus alas aplacaron a su nervioso corazón. El cuervo no hablaba. Parecía estar esperando una respuesta que no llegó sino horas después. De paciencia no carecía. Respetaba los tiempos de la mariposa.

⸻ No sé a dónde voy.

⸻ 𝘔𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴.

¿Mentía? ¿No era prueba suficiente su velocidad sin control? ¿No era un hecho el desconocimiento de su camino? La única realidad factible: huía de la nube a sus espaldas. Su sangre hirvió. ⸻ Yo no miento.

No era un lenguaje conforme al ajeno, el tono se volvió agudo y chillón, mientras que él parecía transformar ese pico podrido en una sonrisa de suficiencia en completo desequilibrio de sentimientos, estrecha en amistades con aquella que su hermano Aemond emitía tras una estocada violenta a Ser Criston.

La nube bajaba, ¿o eran ellos quienes subían? No tenía seguridad de nada a estas alturas. Tras descender la mirada podía verlo claramente: 𝒎𝒐𝒓𝒕𝒂𝒏𝒅𝒂𝒅. Un campo regado de trabajo para El Desconocido. Centuriones negros, centuriones verdes, lanzas y escudos y rodelas, consagradas a sus señores, y estos, a sus reyes. Atroz fuego. El temor nacía de su corazón y esparcía como una enfermedad la necesidad de bajar, de llegar antes que la nube.

⸻ 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘱𝘰𝘴𝘢 ⸻ inundado de gozo, el cuervo habló con una excitación apenas palpable para la distraída Helaena. ⸻ ¿𝘈 𝘲𝘶𝘦́ 𝘭𝘦 𝘵𝘦𝘮𝘦𝘴?

El júbilo foráneo le causó ira. Estaba buscando intoxicarla, quería verla ahogarse en el veneno nebuloso. Y ella, agotada, le daría el gusto. Cayó en picada, se dejó impregnar por el hollín tormentoso conteniendo el aire con los ojos cerrados. Si se iba a encontrar con los dioses mejor no verlo venir. Lo que sintió posteriormente no fue más que el hedor de la sangre, la muerte misma en un vaho insoportable, pero respirable. Activó el sentido faltante y se encontró con la crudeza del entorno, a pocos metros de estrellarse contra el suelo. Alzó vuelo justo a tiempo. La nube quedó sobre su cabeza, escondiendo al cuervo de su campo visual como una mancha aún más negra. Se burlaba en silencio. Se burlaba.

Alrededor, un atrio destrozado. Ella en el centro, agitando las alas de forma automática mientras hacía reconocimiento de los cadáveres. La corriente se volvió densa, la humedad penetraba entre sus extremidades y las tornaba tan pesadas como dos yunques. Los mismos tres rostros se repetían como máscaras siniestras en los diferentes cuerpos. Uno de ellos, un adulto, tenía las facciones aniñadas de Jaehaerys, al igual que una mujer. Los tres difuntos con las columnas quebradas por el desprendimiento de una pared estaban boca abajo, y aún así reconoció la bella melena ensangrentada de Aemond. El premio a cantidad, sin embargo, se lo llevaba Aegon. Estaba en todas partes.

⸻ 𝘓𝘢 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘦𝘴 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦, 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘪𝘳 𝘦𝘴 𝘣𝘶́𝘴𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘴𝘦𝘳, 𝘺 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘴𝘦 𝘳𝘦𝘷𝘦𝘭𝘢 𝘢 𝘭𝘰 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘦𝘯𝘵𝘦. 𝘌𝘭 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘴, 𝘦𝘭 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘷𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰. 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘴𝘶 𝘱𝘢𝘴𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘢 𝘵𝘪𝘦𝘳𝘳𝘢 𝘦𝘴 𝘵𝘢𝘯 𝘤𝘰𝘳𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦, 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘦 𝘢𝘭𝘨𝘰, 𝘺𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘵𝘪𝘦𝘳𝘳𝘢 𝘷𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰́𝘮𝘰 𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘴𝘦 𝘦𝘲𝘶𝘪𝘷𝘰𝘤𝘢𝘯.

⸻ ¿Cómo lo evito? ⸻ vanidosa calma, se escuchaba como si fuera la espectadora y no la protagonista. El cuervo graznó, y cuando la mariposa encontró la picuda sonrisa, vislumbró el tercer ojo. ⸻ Te ríes de mí.

⸻ 𝘙𝘢𝘥𝘪𝘤𝘢𝘭 𝘯𝘰𝘷𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢𝘴𝘵𝘦. 𝘕𝘰 𝘩𝘦 𝘵𝘦𝘯𝘪𝘥𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘵𝘶́ 𝘦𝘯… 𝘷𝘢𝘳𝘪𝘰𝘴 𝘢𝘯̃𝘰𝘴. ⸻ Ella no comprendió. No hizo falta preguntar, el cuervo siguió hablando como si estuviese solo, o como si… como si ella pudiese entender. ⸻ 𝘓𝘢𝘴 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘱𝘳𝘦𝘴𝘦𝘯𝘵𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘨𝘳𝘢́𝘧𝘪𝘤𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘦𝘳𝘦𝘴 𝘩𝘶𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘢𝘯𝘻𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘦 𝘳𝘦𝘮𝘰𝘯𝘵𝘢𝘯 𝘢 𝘢́𝘯𝘥𝘢𝘭𝘰𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘰𝘴 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘳𝘩𝘰𝘺𝘯𝘢𝘳. 𝘊𝘶𝘳𝘪𝘰𝘴𝘰, ¿𝘯𝘰 𝘤𝘳𝘦𝘦𝘴? 𝘈 𝘭𝘰𝘴 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦𝘴 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘭𝘦𝘴 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘰́ 𝘥𝘢𝘯𝘻𝘢𝘳. ⸻ Silencio absoluto. Helaena prefería oírlo antes que ver la descomposición asquerosamente veloz en la que entraban las víctimas. ⸻ 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘯𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢́𝘴 𝘢𝘲𝘶𝘪́ 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘰𝘪́𝘳 𝘮𝘪𝘴 𝘮𝘦𝘮𝘰𝘳𝘪𝘢𝘴.

El ave terminó de descender posándose sobre la cara de su marido. De uno de sus tantos… tantísimos maridos esparcidos. Picoteó sus ojos; ella no lo detuvo. Las náuseas se lo impedían. Tampoco concebía apartar la vista de cómo degustaba los violáceos de Aegon con la soltura, impunidad y naturalidad de un animal.

⸻ Por favor… ¿cómo lo detengo? ⸻ No estaba falta de práctica. Sabía que era un sueño. Uno de esos sueños.

¿𝑳𝒐 𝒆𝒔?

⸻ 𝘕𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘴. 𝘕𝘰 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘴. ⸻ Le hablaba como si este no fuese su primer encuentro, y algo le decía que no sería el último. La familiaridad se le hizo, irónicamente, extraña. ⸻ 𝘚𝘪 𝘲𝘶𝘪𝘴𝘪𝘦𝘳𝘢𝘴, 𝘱𝘰𝘥𝘳𝘪́𝘢 𝘦𝘯𝘴𝘦𝘯̃𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘢 𝘷𝘰𝘭𝘢𝘳, 𝘥𝘳𝘢𝘨𝘰́𝘯. ⸻ La nube arremolinada en espiral amenazaba su refugio. Paulatinamente encontraba filtraciones invisibles para penetrar. Hilos de hollín se acercaban lloviendo. ⸻ 𝘕𝘰 𝘴𝘦𝘳𝘢́ 𝘩𝘰𝘺. 𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢́𝘴 𝘭𝘪𝘴𝘵𝘢.
ㅤ ㅤ *[el cuervo & la mariposa]╲╲ ㅤ (...) ㅤㅤ ᴍᴏɴᴏʀᴏʟ. “𝑬𝒍 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒗𝒐 𝒕𝒆 𝒅𝒊𝒐 𝒖𝒏 𝒕𝒆𝒓𝒄𝒆𝒓 𝒐𝒋𝒐, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒏𝒐 𝒍𝒐 𝒂𝒃𝒓𝒆𝒔”. Fruto de sudorosos intentos, la mariposa volaba. Mas bien, flotaba. El corazón que maquina perversos designios requiere pies ligeros para correr al mal. El testigo falso que forja embustes, y el que siembra discordia a hermanos. Lenguaje zalamero de la extraña mente onírica. Había hecho votos pacíficos, allá entre dos luces, después del ocaso, en medio de las tinieblas, donde los 𝒄𝒖𝒆𝒓𝒗𝒐𝒔 buscan refugio. ⸻ No he de ceder. ⸻ Pero pensarlo y repetirlo no certificaba la realidad. La mariposa huía de la negra nube. La neblina se percibía tóxica. Cada vez era más difícil respirar. ⸻ ¿𝘊𝘦𝘥𝘦𝘳 𝘢 𝘲𝘶𝘦́? ⸻ esa voz no era suya. El batir de las alas carroñeras se instalaba a su lado. ⸻ Cuervo. ⸻ 𝘌𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘭𝘢𝘣𝘪𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘴𝘢𝘣𝘪𝘰 𝘴𝘦 𝘩𝘢𝘭𝘭𝘢 𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘣𝘪𝘥𝘶𝘳𝘪́𝘢; 𝘺 𝘦𝘭 𝘢𝘻𝘰𝘵𝘦 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘱𝘢𝘭𝘥𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘫𝘶𝘪𝘤𝘪𝘰. 𝘗𝘦𝘲𝘶𝘦𝘯̃𝘢 𝘮𝘢𝘳𝘪𝘱𝘰𝘴𝘢, ¿𝘩𝘶𝘺𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘻𝘰𝘵𝘦? ¿𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘣𝘪𝘥𝘶𝘳𝘪́𝘢 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘢? ¿𝘵𝘦𝘮𝘦𝘴 𝘮𝘪𝘳𝘢𝘳? La taquicardia envolvió su corazón. Un zumbido tan imperceptible como el lenguaje de un enjambre entre las chicharras. Frenó sus labios de una respuesta, por mera prudencia. Tampoco tenía una respuesta clave. Ambos volaron en silencio por lo que fueron kilómetros. Una mariposa no tenía tal resistencia. Los dragones, en cambio, podían prescindir de debilidad por varios flancos. Las delicadas y dulces armonías de sus alas aplacaron a su nervioso corazón. El cuervo no hablaba. Parecía estar esperando una respuesta que no llegó sino horas después. De paciencia no carecía. Respetaba los tiempos de la mariposa. ⸻ No sé a dónde voy. ⸻ 𝘔𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴. ¿Mentía? ¿No era prueba suficiente su velocidad sin control? ¿No era un hecho el desconocimiento de su camino? La única realidad factible: huía de la nube a sus espaldas. Su sangre hirvió. ⸻ Yo no miento. No era un lenguaje conforme al ajeno, el tono se volvió agudo y chillón, mientras que él parecía transformar ese pico podrido en una sonrisa de suficiencia en completo desequilibrio de sentimientos, estrecha en amistades con aquella que su hermano Aemond emitía tras una estocada violenta a Ser Criston. La nube bajaba, ¿o eran ellos quienes subían? No tenía seguridad de nada a estas alturas. Tras descender la mirada podía verlo claramente: 𝒎𝒐𝒓𝒕𝒂𝒏𝒅𝒂𝒅. Un campo regado de trabajo para El Desconocido. Centuriones negros, centuriones verdes, lanzas y escudos y rodelas, consagradas a sus señores, y estos, a sus reyes. Atroz fuego. El temor nacía de su corazón y esparcía como una enfermedad la necesidad de bajar, de llegar antes que la nube. ⸻ 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘱𝘰𝘴𝘢 ⸻ inundado de gozo, el cuervo habló con una excitación apenas palpable para la distraída Helaena. ⸻ ¿𝘈 𝘲𝘶𝘦́ 𝘭𝘦 𝘵𝘦𝘮𝘦𝘴? El júbilo foráneo le causó ira. Estaba buscando intoxicarla, quería verla ahogarse en el veneno nebuloso. Y ella, agotada, le daría el gusto. Cayó en picada, se dejó impregnar por el hollín tormentoso conteniendo el aire con los ojos cerrados. Si se iba a encontrar con los dioses mejor no verlo venir. Lo que sintió posteriormente no fue más que el hedor de la sangre, la muerte misma en un vaho insoportable, pero respirable. Activó el sentido faltante y se encontró con la crudeza del entorno, a pocos metros de estrellarse contra el suelo. Alzó vuelo justo a tiempo. La nube quedó sobre su cabeza, escondiendo al cuervo de su campo visual como una mancha aún más negra. Se burlaba en silencio. Se burlaba. Alrededor, un atrio destrozado. Ella en el centro, agitando las alas de forma automática mientras hacía reconocimiento de los cadáveres. La corriente se volvió densa, la humedad penetraba entre sus extremidades y las tornaba tan pesadas como dos yunques. Los mismos tres rostros se repetían como máscaras siniestras en los diferentes cuerpos. Uno de ellos, un adulto, tenía las facciones aniñadas de Jaehaerys, al igual que una mujer. Los tres difuntos con las columnas quebradas por el desprendimiento de una pared estaban boca abajo, y aún así reconoció la bella melena ensangrentada de Aemond. El premio a cantidad, sin embargo, se lo llevaba Aegon. Estaba en todas partes. ⸻ 𝘓𝘢 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘦𝘴 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦, 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘪𝘳 𝘦𝘴 𝘣𝘶́𝘴𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘴𝘦𝘳, 𝘺 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘴𝘦 𝘳𝘦𝘷𝘦𝘭𝘢 𝘢 𝘭𝘰 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘦𝘯𝘵𝘦. 𝘌𝘭 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘴, 𝘦𝘭 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘷𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰. 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘴𝘶 𝘱𝘢𝘴𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘢 𝘵𝘪𝘦𝘳𝘳𝘢 𝘦𝘴 𝘵𝘢𝘯 𝘤𝘰𝘳𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦, 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘦 𝘢𝘭𝘨𝘰, 𝘺𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘵𝘪𝘦𝘳𝘳𝘢 𝘷𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰́𝘮𝘰 𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘴𝘦 𝘦𝘲𝘶𝘪𝘷𝘰𝘤𝘢𝘯. ⸻ ¿Cómo lo evito? ⸻ vanidosa calma, se escuchaba como si fuera la espectadora y no la protagonista. El cuervo graznó, y cuando la mariposa encontró la picuda sonrisa, vislumbró el tercer ojo. ⸻ Te ríes de mí. ⸻ 𝘙𝘢𝘥𝘪𝘤𝘢𝘭 𝘯𝘰𝘷𝘦𝘥𝘢𝘥 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢𝘴𝘵𝘦. 𝘕𝘰 𝘩𝘦 𝘵𝘦𝘯𝘪𝘥𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘵𝘶́ 𝘦𝘯… 𝘷𝘢𝘳𝘪𝘰𝘴 𝘢𝘯̃𝘰𝘴. ⸻ Ella no comprendió. No hizo falta preguntar, el cuervo siguió hablando como si estuviese solo, o como si… como si ella pudiese entender. ⸻ 𝘓𝘢𝘴 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘱𝘳𝘦𝘴𝘦𝘯𝘵𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘨𝘳𝘢́𝘧𝘪𝘤𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘦𝘳𝘦𝘴 𝘩𝘶𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘢𝘯𝘻𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘦 𝘳𝘦𝘮𝘰𝘯𝘵𝘢𝘯 𝘢 𝘢́𝘯𝘥𝘢𝘭𝘰𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘰𝘴 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘳𝘩𝘰𝘺𝘯𝘢𝘳. 𝘊𝘶𝘳𝘪𝘰𝘴𝘰, ¿𝘯𝘰 𝘤𝘳𝘦𝘦𝘴? 𝘈 𝘭𝘰𝘴 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦𝘴 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘭𝘦𝘴 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘰́ 𝘥𝘢𝘯𝘻𝘢𝘳. ⸻ Silencio absoluto. Helaena prefería oírlo antes que ver la descomposición asquerosamente veloz en la que entraban las víctimas. ⸻ 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘯𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢́𝘴 𝘢𝘲𝘶𝘪́ 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘰𝘪́𝘳 𝘮𝘪𝘴 𝘮𝘦𝘮𝘰𝘳𝘪𝘢𝘴. El ave terminó de descender posándose sobre la cara de su marido. De uno de sus tantos… tantísimos maridos esparcidos. Picoteó sus ojos; ella no lo detuvo. Las náuseas se lo impedían. Tampoco concebía apartar la vista de cómo degustaba los violáceos de Aegon con la soltura, impunidad y naturalidad de un animal. ⸻ Por favor… ¿cómo lo detengo? ⸻ No estaba falta de práctica. Sabía que era un sueño. Uno de esos sueños. ¿𝑳𝒐 𝒆𝒔? ⸻ 𝘕𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘴. 𝘕𝘰 𝘥𝘦𝘣𝘦𝘴. ⸻ Le hablaba como si este no fuese su primer encuentro, y algo le decía que no sería el último. La familiaridad se le hizo, irónicamente, extraña. ⸻ 𝘚𝘪 𝘲𝘶𝘪𝘴𝘪𝘦𝘳𝘢𝘴, 𝘱𝘰𝘥𝘳𝘪́𝘢 𝘦𝘯𝘴𝘦𝘯̃𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘢 𝘷𝘰𝘭𝘢𝘳, 𝘥𝘳𝘢𝘨𝘰́𝘯. ⸻ La nube arremolinada en espiral amenazaba su refugio. Paulatinamente encontraba filtraciones invisibles para penetrar. Hilos de hollín se acercaban lloviendo. ⸻ 𝘕𝘰 𝘴𝘦𝘳𝘢́ 𝘩𝘰𝘺. 𝘕𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢́𝘴 𝘭𝘪𝘴𝘵𝘢.
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