๐“ ueen's ๐“ญuty.
Fandom HOUSE OF THE DRAGON.
Categorรญa Drama
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ใ…คใ…คใ…คใ…ค La lluvia, a la sazón, caía a torrentes. Subiendo poco a poco desde el arrollo al asalto del relieve junto a la calzada empedrada, minaba sordamente la base de la soñadora, cuya cabeza se hallaba al propio tiempo muy seriamente amenazada. La mano de esta, en efecto, desamparada del espíritu, que había partido para algún remoto viaje, había dejado que poco a poco la cadena dorada se deslizara entre las falanges con suavidad, y el agua del cielo corría libremente desde la capucha convertida en esponja hasta el arrollo que deslizábase tumultoso lamiéndole los tobillos. La estrella de siete puntas colgaba a tan solo centímetros de los adoquines que recibían y despedían las ruedas de los carruajes. Tan grande era su preocupación que no había notado cómo sus zapatos se transformaban en un arrecife para la corriente violenta arrastrando hojitas del arciano, ramas de los abetos y pinos, y algunos pobres insectos incapaces de escapar del propio peso de sus alas como anclas traslúcidas.
ใ…คใ…คใ…คใ…ค “๐˜”๐˜ช ๐˜ณ๐˜ฆ๐˜ช๐˜ฏ๐˜ข”.
Sumida en la resignación huraña, Alicent giró la cabeza encontrándose con los ojos indolentes del Patizambo.
ใ…คใ…คใ…คใ…ค โ¿๐‘ตo le he dicho acaso que las tardes de lluvia son mías?โž
ใ…คใ…คใ…คใ…ค ใ…คใ…คใ…คใ…ค “๐˜ˆ๐˜ด๐˜ชฬ ๐˜ฆ๐˜ด, ๐˜ฑ๐˜ฆ๐˜ณ๐˜ฐ ๐˜ค๐˜ฐ๐˜ฏ๐˜ด๐˜ช๐˜ฅ๐˜ฆ๐˜ณ๐˜ฐ ๐˜ช๐˜ฎ๐˜ฑ๐˜ฐ๐˜ณ๐˜ต๐˜ข๐˜ฏ๐˜ต๐˜ฆ ๐˜ฆ๐˜ญ ๐˜ฒ๐˜ถ๐˜ฆ ๐˜š๐˜ถ ๐˜”๐˜ข๐˜ซ๐˜ฆ๐˜ด๐˜ต๐˜ข๐˜ฅ ๐˜ฆ๐˜ญ ๐˜ณ๐˜ฆ๐˜บ ๐˜ฆ๐˜ด๐˜ต๐˜ฆฬ ๐˜ณ๐˜ฆ๐˜ค๐˜ญ๐˜ข๐˜ฎ๐˜ข๐˜ฏ๐˜ฅ๐˜ฐ ๐˜ด๐˜ถ ๐˜ฑ๐˜ณ๐˜ฆ๐˜ด๐˜ฆ๐˜ฏ๐˜ค๐˜ช๐˜ข ๐˜ข ๐˜ต๐˜ฐ๐˜ฅ๐˜ฐ๐˜ด ๐˜ญ๐˜ฐ๐˜ด ๐˜ค๐˜ช๐˜ฆ๐˜ณ๐˜ท๐˜ฐ๐˜ด.”
ใ…คใ…คใ…คใ…ค โ๐‘ดhโž. El resultado de aquella conversación fue el alivio de la reina en lo que se refería a pagar sus deudas con el maestro de los susurros. Larys no gozaba de derecho a reclamar nada en los días de tormenta, ese era su acuerdo.
El semblante de la reina habíase tornado sombrío a cada paso más cerca de los aposentos de Su Majestad. Estaba frente a la puerta, inhalando valor. Una criada, maquinalmente, tendió un vaso que Alicent sujetó mientras era llenado con un vino tan áspero que podría ser proveniente del Muro, allá donde los hombres se alcoholizaban para ganar calor. Aquel consuelo era sin duda de su gusto, porque recurría a este con frecuencia.
Las puertas se abrieron y cerraron para ella. Un viejo y demacrado Viserys la esperaba en la cama, no lo suficientemente arruinado para evadir sus deberes maritales.

El vestido esmeralda abandonó a su dueña hasta hacerse un montículo arrugado alrededor de sus pies como un domo de tela. Un crujido espantoso llenó la habitación. Era el rey intentando erguir la espalda contra la cabecera de la cama.

Diez años atrás, Alicent no tenía que hacer más que tumbarse, estar quieta y exhalar de vez en cuando para lustrar el ego de su esposo. Ahora, la situación era diferente. Viserys apenas podía moverse, así que ella hacía todo el trabajo encima de él. No tardaba demasiado en llegar al final de su hazaña, el verdadero reto era contener las arcadas.

Y así, tan vulnerable como los insectos que se hundían por el propio peso de sus alas bajo el agua, entregó su mejor performance al monarca cerrando los ojos e imaginando que quien entraba en ella era alguien más. El que fuera, quien sea, no importaba. Un té de Luna estaría listo para ella al momento de abandonar los aposentos, lo cual fue motivación suficiente para hacerlo expulsar rápidamente la semilla y marcharse.
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