La realidad supera a la ficción.
—¡Oye, tú! —gritó el humano sentado en los asientos delanteros, señalándolo con un papel enrollado en forma de cono. Se levantó y se acercó al escenario hecho una furia.
—¡La amas y la estás perdiendo, muestra algo de emoción en el rostro!
William chasqueó la lengua y se ajustó el puente de los anteojos.
—Jamás amaría a esa cosa —le respondió, ofendido de que sugirieran tal cosa sobre Sutcliff.
—¿Q-Qué? —El hombre lo miró desconcertado, luego, se fue alejando.
—¿Qué clase de actores son estos, de dónde han salido? Por Dios, esto y el bajo presupuesto… me va a dar algo...
El director se agarró la cabeza con desesperación, comenzando a murmurar cosas ininteligibles. Sus asistentes se acercaron para tranquilizarlo.
El resto de los actores en el escenario le dirigieron miradas variadas, entre comprensión e irritación. Uno de ellos se atrevió a acercarse, palmearle el hombro y decirle:
—Yo te comprendo, mi primera audición fue terrible.
Pero William se apartó y se dirigió hacia los camarines, harto de estar entre estos humanos haciendo el ridículo. Estar acompañado por un colega debería haberle dado algún tipo de consuelo, pero no estaba funcionando.
Sutcliff parecía estar disfrutando de estar en una obra de teatro, o más bien, en la audición para una.
William se sentó en su lugar transitorio, frente al espejo, miró su ridículo atuendo medieval y pensó que tendría que aguantar esto hasta que llegara el momento de atrapar a esa alimaña que ha estado robando almas desde hace un buen tiempo.
Por esa razón ambos dioses de la muerte estaban de incógnito en este sitio, un teatro en el sur de Londres.
—¡La amas y la estás perdiendo, muestra algo de emoción en el rostro!
William chasqueó la lengua y se ajustó el puente de los anteojos.
—Jamás amaría a esa cosa —le respondió, ofendido de que sugirieran tal cosa sobre Sutcliff.
—¿Q-Qué? —El hombre lo miró desconcertado, luego, se fue alejando.
—¿Qué clase de actores son estos, de dónde han salido? Por Dios, esto y el bajo presupuesto… me va a dar algo...
El director se agarró la cabeza con desesperación, comenzando a murmurar cosas ininteligibles. Sus asistentes se acercaron para tranquilizarlo.
El resto de los actores en el escenario le dirigieron miradas variadas, entre comprensión e irritación. Uno de ellos se atrevió a acercarse, palmearle el hombro y decirle:
—Yo te comprendo, mi primera audición fue terrible.
Pero William se apartó y se dirigió hacia los camarines, harto de estar entre estos humanos haciendo el ridículo. Estar acompañado por un colega debería haberle dado algún tipo de consuelo, pero no estaba funcionando.
Sutcliff parecía estar disfrutando de estar en una obra de teatro, o más bien, en la audición para una.
William se sentó en su lugar transitorio, frente al espejo, miró su ridículo atuendo medieval y pensó que tendría que aguantar esto hasta que llegara el momento de atrapar a esa alimaña que ha estado robando almas desde hace un buen tiempo.
Por esa razón ambos dioses de la muerte estaban de incógnito en este sitio, un teatro en el sur de Londres.
—¡Oye, tú! —gritó el humano sentado en los asientos delanteros, señalándolo con un papel enrollado en forma de cono. Se levantó y se acercó al escenario hecho una furia.
—¡La amas y la estás perdiendo, muestra algo de emoción en el rostro!
William chasqueó la lengua y se ajustó el puente de los anteojos.
—Jamás amaría a esa cosa —le respondió, ofendido de que sugirieran tal cosa sobre Sutcliff.
—¿Q-Qué? —El hombre lo miró desconcertado, luego, se fue alejando.
—¿Qué clase de actores son estos, de dónde han salido? Por Dios, esto y el bajo presupuesto… me va a dar algo...
El director se agarró la cabeza con desesperación, comenzando a murmurar cosas ininteligibles. Sus asistentes se acercaron para tranquilizarlo.
El resto de los actores en el escenario le dirigieron miradas variadas, entre comprensión e irritación. Uno de ellos se atrevió a acercarse, palmearle el hombro y decirle:
—Yo te comprendo, mi primera audición fue terrible.
Pero William se apartó y se dirigió hacia los camarines, harto de estar entre estos humanos haciendo el ridículo. Estar acompañado por un colega debería haberle dado algún tipo de consuelo, pero no estaba funcionando.
Sutcliff parecía estar disfrutando de estar en una obra de teatro, o más bien, en la audición para una.
William se sentó en su lugar transitorio, frente al espejo, miró su ridículo atuendo medieval y pensó que tendría que aguantar esto hasta que llegara el momento de atrapar a esa alimaña que ha estado robando almas desde hace un buen tiempo.
Por esa razón ambos dioses de la muerte estaban de incógnito en este sitio, un teatro en el sur de Londres.
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Disponible