Se cruzó de brazos totalmente negada a la descabellada idea que tenía su abuelo.
───Agh... Que fastidio ¿porque quieres fastidiar mis dias? Me niego en su totalidad. ─── Su abuelo insistía en que debía considerar su consejo, ella soltó un suspiro y lo miró fijamente a los ojos.
───Abuelo, no necesito a un hombre de negocios. Yo soy ese hombre, vengo tapando tus sucios secretos desde hace años, si estas aburrido consigue otro extraño pasatiempo donde meter tu nariz y deja mi vida en paz. ───
Luego de decir aquello, se levantó con tranquilidad y dejó al hombre hablando solo, incluso al cerrar la puerta se podían escuchar los gritos de este.