Sentada en la playa, cerca de un pequeño abrigo de rocas, mientras la marea le acaricia las piernas, se ha puesto a cantar una de tantas canciones que había aprendido en su infancia. No echa de menos Londres ni la decadencia de su ambiente, ya que ha aprendido a vivir de una manera más sencilla.
Sentada en la playa, cerca de un pequeño abrigo de rocas, mientras la marea le acaricia las piernas, se ha puesto a cantar una de tantas canciones que había aprendido en su infancia. No echa de menos Londres ni la decadencia de su ambiente, ya que ha aprendido a vivir de una manera más sencilla.
0
turnos
0
maullidos