El sábado después de desayunar y recoger un poco la casa, la familia se marchó a su cabaña en un bosque de Noruega, a pocos kilómetros de la costa. Los niños estaban muy felices de poder jugar en aquel paraje y tanto Ate como Jörmun, veian felices, como sus hijos se divertían tanto.

- Mi amor, soy muy feliz con todos vosotros. Y pasar tiempo contigo y los niños, es muy gratificante.
- Yo también soy feliz contigo y nuestros retoños -añadió Jörmun mirando primero a su esposa y luego a los pequeños, que corrían riendo y gritando en sus juegos- Esto me recuerda mi infancia, pero la mía no fue muy feliz, ya lo sabes.

Jörmun no dijo más, sus ojos se volvieron vidriosos. Ate, sonrió a su esposo algo triste, pues conocía su historia. Jörmun perdió a su madre siendo él pequeño y había tenido una infancia feliz, pero algo triste. Para animarlo, Ate propuso ir a pescar y todos juntos fueron a un rio cercano a pescar salmones. Tanto el sábado como el domingo, lo pasaron genial, jugando juntos y contando cuentos e historias increíbles que a los niños, asombrados, prestaron mucha atención.