Cuando su compromiso con el heredero de una poderosa y acomodada familia en Alemania fue anunciado la noche de su cumpleaños número 18, Isabella decidió que no volvería a dejar que su familia manejara su destino por ella.
Había sido una buena hija, buena hermana, buena estudiante, buena amiga. Las páginas de sociales no paraban de elogiar a la hija menor de Lady Catherine Viuda De Van Lier.
Si tan solo supieran el dolor que Isabella Van Lier cargaba. El amor prohibido por el que la habían obligado a salir del país por un par de años y al apenas volver, comprometerla con prácticamente un desconocido.
No podía soportarlo más. Se sentía ahogar, morir, quería huir de esa jaula y no volver jamás.
Vistiendo el mismo vestido de noche que usó para fiesta de compromiso, abandonó la mansión que la vio crecer con una pequeña maleta, su pasaporte, poco dinero en la bolsa y el corazón lleno de sueños de libertad.
El modelaje era su aspiración y lucharía por ello.
Había sido una buena hija, buena hermana, buena estudiante, buena amiga. Las páginas de sociales no paraban de elogiar a la hija menor de Lady Catherine Viuda De Van Lier.
Si tan solo supieran el dolor que Isabella Van Lier cargaba. El amor prohibido por el que la habían obligado a salir del país por un par de años y al apenas volver, comprometerla con prácticamente un desconocido.
No podía soportarlo más. Se sentía ahogar, morir, quería huir de esa jaula y no volver jamás.
Vistiendo el mismo vestido de noche que usó para fiesta de compromiso, abandonó la mansión que la vio crecer con una pequeña maleta, su pasaporte, poco dinero en la bolsa y el corazón lleno de sueños de libertad.
El modelaje era su aspiración y lucharía por ello.
Cuando su compromiso con el heredero de una poderosa y acomodada familia en Alemania fue anunciado la noche de su cumpleaños número 18, Isabella decidió que no volvería a dejar que su familia manejara su destino por ella.
Había sido una buena hija, buena hermana, buena estudiante, buena amiga. Las páginas de sociales no paraban de elogiar a la hija menor de Lady Catherine Viuda De Van Lier.
Si tan solo supieran el dolor que Isabella Van Lier cargaba. El amor prohibido por el que la habían obligado a salir del país por un par de años y al apenas volver, comprometerla con prácticamente un desconocido.
No podía soportarlo más. Se sentía ahogar, morir, quería huir de esa jaula y no volver jamás.
Vistiendo el mismo vestido de noche que usó para fiesta de compromiso, abandonó la mansión que la vio crecer con una pequeña maleta, su pasaporte, poco dinero en la bolsa y el corazón lleno de sueños de libertad.
El modelaje era su aspiración y lucharía por ello.