El encuentro de hermanos
Jeff caminaba bajo la lluvia por el parque, cabizbajo, enfundado en la capucha de su sudadera blanca. Era de noche y todo estaba bastante solitario. Aun así, de vez en cuando se cruzaba con algún incauto haciendo jogging, o una pareja de enamorados besándose entre las sombras. Normalmente serían blancos fáciles, las víctimas perfectas para la hoja de su afilado cuchillo. Pero esta vez ni siquiera se fijaba en ellos, su mente estaba en otro lado y su instinto homicida completamente apagado.
Y es que aquel no era un día normal, era su cumpleaños. Por primera vez en mucho tiempo se había acordado de la fecha. Como si quisiese enterrar esa parte de su vida, y de pronto aflorase. Había pasado más de un lustro desde aquella sangrienta noche en que se convirtió en lo que era, y a veces sentía que empezaba a hacerse mayor. Un pensamiento ridículo, pero que no podía quitarse de la cabeza. Y menos aquel día. Caminó y caminó, con la esperanza de que sus ganas de matar resurgieran y le hiciesen olvidar todo, pero no hubo manera. De pronto estaba atravesando un barrio residencial que le resultaba familiar, aunque no sabía por qué. Quizá había hecho allí alguna de sus célebres matanzas, pero el sitio parecía cambiado. Finalmente levantó la vista y al ver una casa abandonada y destartalada se dio cuenta. Estaba ante su propio hogar, el sitio donde empezó todo.
¿Había llegado hasta allí inconscientemente? No sabría decirlo, pero sin darse cuenta estaba ya arrancando las tablas clavadas en la puerta y cruzando el umbral. Lo que encontró dentro le decepcionó profundamente. El escenario del crimen ya no resplandecía como antes. La sangre en el suelo había desaparecido bajo espesas manchas de humedad. Y la frase de “Vete a dormir” que con tanto cuidado había trazado en la pared, estaba cubierta ahora por un mensaje escrito con labial. “Te necesito. Llámame por favor. Te quiero, Nina”, y un número de teléfono. Se sintió muy deprimido. Su obra original, la esencia de lo que era, había quedado cubierta por el paso del tiempo y las fans perturbadas.
Rol con 午前 Homicidal Liu 大きい ㊄
Y es que aquel no era un día normal, era su cumpleaños. Por primera vez en mucho tiempo se había acordado de la fecha. Como si quisiese enterrar esa parte de su vida, y de pronto aflorase. Había pasado más de un lustro desde aquella sangrienta noche en que se convirtió en lo que era, y a veces sentía que empezaba a hacerse mayor. Un pensamiento ridículo, pero que no podía quitarse de la cabeza. Y menos aquel día. Caminó y caminó, con la esperanza de que sus ganas de matar resurgieran y le hiciesen olvidar todo, pero no hubo manera. De pronto estaba atravesando un barrio residencial que le resultaba familiar, aunque no sabía por qué. Quizá había hecho allí alguna de sus célebres matanzas, pero el sitio parecía cambiado. Finalmente levantó la vista y al ver una casa abandonada y destartalada se dio cuenta. Estaba ante su propio hogar, el sitio donde empezó todo.
¿Había llegado hasta allí inconscientemente? No sabría decirlo, pero sin darse cuenta estaba ya arrancando las tablas clavadas en la puerta y cruzando el umbral. Lo que encontró dentro le decepcionó profundamente. El escenario del crimen ya no resplandecía como antes. La sangre en el suelo había desaparecido bajo espesas manchas de humedad. Y la frase de “Vete a dormir” que con tanto cuidado había trazado en la pared, estaba cubierta ahora por un mensaje escrito con labial. “Te necesito. Llámame por favor. Te quiero, Nina”, y un número de teléfono. Se sintió muy deprimido. Su obra original, la esencia de lo que era, había quedado cubierta por el paso del tiempo y las fans perturbadas.
Rol con 午前 Homicidal Liu 大きい ㊄
Jeff caminaba bajo la lluvia por el parque, cabizbajo, enfundado en la capucha de su sudadera blanca. Era de noche y todo estaba bastante solitario. Aun así, de vez en cuando se cruzaba con algún incauto haciendo jogging, o una pareja de enamorados besándose entre las sombras. Normalmente serían blancos fáciles, las víctimas perfectas para la hoja de su afilado cuchillo. Pero esta vez ni siquiera se fijaba en ellos, su mente estaba en otro lado y su instinto homicida completamente apagado.
Y es que aquel no era un día normal, era su cumpleaños. Por primera vez en mucho tiempo se había acordado de la fecha. Como si quisiese enterrar esa parte de su vida, y de pronto aflorase. Había pasado más de un lustro desde aquella sangrienta noche en que se convirtió en lo que era, y a veces sentía que empezaba a hacerse mayor. Un pensamiento ridículo, pero que no podía quitarse de la cabeza. Y menos aquel día. Caminó y caminó, con la esperanza de que sus ganas de matar resurgieran y le hiciesen olvidar todo, pero no hubo manera. De pronto estaba atravesando un barrio residencial que le resultaba familiar, aunque no sabía por qué. Quizá había hecho allí alguna de sus célebres matanzas, pero el sitio parecía cambiado. Finalmente levantó la vista y al ver una casa abandonada y destartalada se dio cuenta. Estaba ante su propio hogar, el sitio donde empezó todo.
¿Había llegado hasta allí inconscientemente? No sabría decirlo, pero sin darse cuenta estaba ya arrancando las tablas clavadas en la puerta y cruzando el umbral. Lo que encontró dentro le decepcionó profundamente. El escenario del crimen ya no resplandecía como antes. La sangre en el suelo había desaparecido bajo espesas manchas de humedad. Y la frase de “Vete a dormir” que con tanto cuidado había trazado en la pared, estaba cubierta ahora por un mensaje escrito con labial. “Te necesito. Llámame por favor. Te quiero, Nina”, y un número de teléfono. Se sintió muy deprimido. Su obra original, la esencia de lo que era, había quedado cubierta por el paso del tiempo y las fans perturbadas.
Rol con [Liu.Woods]
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Terminado