—Trevor se asomó por la ventana logrando percibir esa mirada furiosa en los ojos de Romeo y Julieta; cada uno con dos pupilas incandecentes, como focos rojos.

Jamás los había visto así, supo entonces que había problemas, que alguien había traspasado el perímetro de la casa y, por los sujetos medievales que había visto rondar temía la respuesta.—

Debo decirle a John sobre Arturo.
—Dijo en voz alta y al apoyarse en el marco de la ventana para levantarse notó un rastro de azúcar en su palma—
¿Pero qué? ¿Azúcar?