Qué difícil es el amor, tan complicado. ¡Pero ella lo entiende perfectamente! Ve a través de la máscara del poderoso rey, de aquel que se baña en su soledad mientras disfruta de la altura de su trono.

Hubo un día en el que se lo hizo saber, en el que sintió la tristeza del magnánimo a través del dolor de sus cortes. ¡Y por eso ahora le entregaba todo! Desde su suerte hasta sus esfuerzos.

Se erguía en la distancia, su cuerpo cubriéndose paulatinamente con el metal líquido por el que transitaba su energía maldita. A penas cinco metros de distancia entre ella y su amado. Ya lo había decidido.

── No te atrevas a utilizar otra técnica que no sea la tuya. ¡Despedazame! ──

Terminó de cubrirse con la artificial vestimenta, esperando el primer tajo.