El sol ardiente caía implacable sobre su casa, envolviendo todo en una ola de calor sofocante, haciendo casi imposible la estadía ahí adentro. Isabella harta de ello, decidió salir al jardín.

Había tenido una semana bastante agotadora y desgastante, tanto asi, que no tuvo tiempo suficiente para cuidar de sus plantas y flores del jardín, como era debido, pues solo las mantenía hidratadas, regándolas por las mañanas, pero nada más.

Para relajarse un rato y despejarse de todo, se dispuso a arreglar el jardín; además de que quería flores frescas para su casa.

Después de un arduo trabajo, en donde podo, corto, trasplantó y arreglo sus plantas y flores, se dio un pequeño y merecido descanso, sentándose sobre una banca, colocando sus rosas frescas y recién cortadas a un lado, para disponerse a leer un rato.