Ghost of you
𝐖̵𝐡̵𝐨̵ 𝐚̵𝐫̵𝐞̵ 𝐲̵𝐨̵𝐮̵...?
https://open.spotify.com/intl-es/track/0pSqYDTjY1Xt86usTQslAx?si=61ec1718a7654816
c of the art: mepumepu_ on x
Rol con 𝐴𝑢𝑟𝑖
Los años transcurrieron en una nube de inconsciencia para el maldito. Poco recuerda de ellos, y esos escasos recuerdos son más parecidos a la sensación de tener algo en la punta de la lengua, imágenes inalcanzables de épocas que quizá ni siquiera llegaron a ser, o aún no habían sido.
La magia de Selenne y Osdara era confusa, y, en conjunto, era incluso más difícil de comprender. Eduardo--- no, Gawain, había dejado de intentarlo.
Su segundo despertar tuvo lugar en el único lugar puro de la ciénaga maldita: el templo de Selene. Allí se resguardo durante diez lunas llenas, y su única compañúa fueron sus propias lágrimas, que le asolaban al descubrir que lo había perdido todo.
Los Marbth no podían llorar.
Él ya no era un Marbth. Tampoco era humano. La magia de las Aotrom le había convertido en algo distinto, algo que sacudía la lógica del mismo universo. Una maldición como la de Legoshë no se desvanecía en el tiempo, y Gawain sospechaba que su destino seguía siendo la eternidad y la desidia. Sus recién recuperadas emociones se fueron calmando con el paso de los días. Fue así que se dio cuenta que conservaba las escasas ventajas de ser un maldito. No tenía apetito, tampoco sed. Su corazón no latía, y sus heridas no sangraban. Supuraban un líquido negro como el alquitrán que quemaba la piel de todo el que tocaba. Después, se regeneraban lentamente.
Desde el despertar, dos cosas habían cambiado.
1- Podía ver fragmentos del futuro en sueños
2- La naturaleza volvía a responder ante él.
Con estos dones, no le resultó difícil hacerse con el control del Ducado De Hiria. Viajó allí sin más plan que contemplar la caída de su madre desde una cómoda presencia.
Hablando de la reina Leïlla, era evidente que se sentía incómoda en la presencia de aquel que una vez había sido su hijo, mas ella no entendería jamás por qué. Gawain se había encargado de destruir todo lo relacionado con Eduardo Auerswald. El príncipe heredero había quedado enterrado para dejar paso a un Duque de escasas palabras y secos gestos.
Sin embargo, nunca dejaron de llegarle invitaciones a palacio.
Y, durante años, así siguió.
En su vida no hubieron grandes cambios. Aprendió a vivir con el dolor de su memoria hasta que sus emociones se fueron apagando. Su segundo nacer le vio convertirse en un hombre serio y reservado de pocas palabras y mirada penetrante. Su único objetivo era ver caer el reinado de Springlur, como venganza por todo el daño que habían causado.
Por las noches, en la intimidad de sus aposentos, la lengua de fuego que envolvía la ciudad de Baile dubh todavía se sentía viva en su piel.
Todo cambió tres años después de su segundo despertar.
Había cambiado, pero era ella, definitivamente. Eduardo jamás olvidaría la delicadeza de sus rasgos, ni su cara redonda, ni tampoco la peca que había en la punta de su oreja izquierda, Tanto tiempo llevándola en su corazón, la marca de Tinnuiel se había grabado a fuego en él.
— Asmodeo, al final te mataré como sigas así.
Gawain reconoció la presencia del Diavle. Curiosas compañías para una princesa.
No le sorprendió que ella no le recordase, y prefirió que así fuese. Sí le enfureció descubrir que Lilli no sabía quién era, y que nadie se había molestado en contárselo. Maldijo a las Aotrom, maldijo a su madre y al imbécil de su medio hermano, a quien vio cortejar a la joven desde la distancia con gran pesar en su corazón. Nunca entendió por qué ella se entregaría a un necio como él, pero tampoco podía interferir.
Estaban mejor lejos.
Sin embargo, parece que el destino no estaba de acuerdo con él.
Una y otra vez, siguió encontrándose con ella. Hasta que al final Aethlili no pudo evitar darse cuenta de la presencia ajena, y fue ella la que le asaltó en uno de los caminos, daga plateada al cuello y una mirada fiera y oscura. Un estremecimiento muy distinto a su habitual desidia recorrió a Gawain, quien solo pudo mirar a los ojos a la mujer.
— ¡Dama! Si sois una ladrona creo que no vais a obtener nada de mí. —Dijo rápidamente, haciéndose pasar por un noble desvalido.
https://open.spotify.com/intl-es/track/0pSqYDTjY1Xt86usTQslAx?si=61ec1718a7654816
c of the art: mepumepu_ on x
Rol con 𝐴𝑢𝑟𝑖
Los años transcurrieron en una nube de inconsciencia para el maldito. Poco recuerda de ellos, y esos escasos recuerdos son más parecidos a la sensación de tener algo en la punta de la lengua, imágenes inalcanzables de épocas que quizá ni siquiera llegaron a ser, o aún no habían sido.
La magia de Selenne y Osdara era confusa, y, en conjunto, era incluso más difícil de comprender. Eduardo--- no, Gawain, había dejado de intentarlo.
Su segundo despertar tuvo lugar en el único lugar puro de la ciénaga maldita: el templo de Selene. Allí se resguardo durante diez lunas llenas, y su única compañúa fueron sus propias lágrimas, que le asolaban al descubrir que lo había perdido todo.
Los Marbth no podían llorar.
Él ya no era un Marbth. Tampoco era humano. La magia de las Aotrom le había convertido en algo distinto, algo que sacudía la lógica del mismo universo. Una maldición como la de Legoshë no se desvanecía en el tiempo, y Gawain sospechaba que su destino seguía siendo la eternidad y la desidia. Sus recién recuperadas emociones se fueron calmando con el paso de los días. Fue así que se dio cuenta que conservaba las escasas ventajas de ser un maldito. No tenía apetito, tampoco sed. Su corazón no latía, y sus heridas no sangraban. Supuraban un líquido negro como el alquitrán que quemaba la piel de todo el que tocaba. Después, se regeneraban lentamente.
Desde el despertar, dos cosas habían cambiado.
1- Podía ver fragmentos del futuro en sueños
2- La naturaleza volvía a responder ante él.
Con estos dones, no le resultó difícil hacerse con el control del Ducado De Hiria. Viajó allí sin más plan que contemplar la caída de su madre desde una cómoda presencia.
Hablando de la reina Leïlla, era evidente que se sentía incómoda en la presencia de aquel que una vez había sido su hijo, mas ella no entendería jamás por qué. Gawain se había encargado de destruir todo lo relacionado con Eduardo Auerswald. El príncipe heredero había quedado enterrado para dejar paso a un Duque de escasas palabras y secos gestos.
Sin embargo, nunca dejaron de llegarle invitaciones a palacio.
Y, durante años, así siguió.
En su vida no hubieron grandes cambios. Aprendió a vivir con el dolor de su memoria hasta que sus emociones se fueron apagando. Su segundo nacer le vio convertirse en un hombre serio y reservado de pocas palabras y mirada penetrante. Su único objetivo era ver caer el reinado de Springlur, como venganza por todo el daño que habían causado.
Por las noches, en la intimidad de sus aposentos, la lengua de fuego que envolvía la ciudad de Baile dubh todavía se sentía viva en su piel.
Todo cambió tres años después de su segundo despertar.
Había cambiado, pero era ella, definitivamente. Eduardo jamás olvidaría la delicadeza de sus rasgos, ni su cara redonda, ni tampoco la peca que había en la punta de su oreja izquierda, Tanto tiempo llevándola en su corazón, la marca de Tinnuiel se había grabado a fuego en él.
— Asmodeo, al final te mataré como sigas así.
Gawain reconoció la presencia del Diavle. Curiosas compañías para una princesa.
No le sorprendió que ella no le recordase, y prefirió que así fuese. Sí le enfureció descubrir que Lilli no sabía quién era, y que nadie se había molestado en contárselo. Maldijo a las Aotrom, maldijo a su madre y al imbécil de su medio hermano, a quien vio cortejar a la joven desde la distancia con gran pesar en su corazón. Nunca entendió por qué ella se entregaría a un necio como él, pero tampoco podía interferir.
Estaban mejor lejos.
Sin embargo, parece que el destino no estaba de acuerdo con él.
Una y otra vez, siguió encontrándose con ella. Hasta que al final Aethlili no pudo evitar darse cuenta de la presencia ajena, y fue ella la que le asaltó en uno de los caminos, daga plateada al cuello y una mirada fiera y oscura. Un estremecimiento muy distinto a su habitual desidia recorrió a Gawain, quien solo pudo mirar a los ojos a la mujer.
— ¡Dama! Si sois una ladrona creo que no vais a obtener nada de mí. —Dijo rápidamente, haciéndose pasar por un noble desvalido.
𝐖̵𝐡̵𝐨̵ 𝐚̵𝐫̵𝐞̵ 𝐲̵𝐨̵𝐮̵...?
https://open.spotify.com/intl-es/track/0pSqYDTjY1Xt86usTQslAx?si=61ec1718a7654816
c of the art: mepumepu_ on x
Rol con [NOT_YOUR_PRINCESS]
Los años transcurrieron en una nube de inconsciencia para el maldito. Poco recuerda de ellos, y esos escasos recuerdos son más parecidos a la sensación de tener algo en la punta de la lengua, imágenes inalcanzables de épocas que quizá ni siquiera llegaron a ser, o aún no habían sido.
La magia de Selenne y Osdara era confusa, y, en conjunto, era incluso más difícil de comprender. Eduardo--- no, Gawain, había dejado de intentarlo.
Su segundo despertar tuvo lugar en el único lugar puro de la ciénaga maldita: el templo de Selene. Allí se resguardo durante diez lunas llenas, y su única compañúa fueron sus propias lágrimas, que le asolaban al descubrir que lo había perdido todo.
Los Marbth no podían llorar.
Él ya no era un Marbth. Tampoco era humano. La magia de las Aotrom le había convertido en algo distinto, algo que sacudía la lógica del mismo universo. Una maldición como la de Legoshë no se desvanecía en el tiempo, y Gawain sospechaba que su destino seguía siendo la eternidad y la desidia. Sus recién recuperadas emociones se fueron calmando con el paso de los días. Fue así que se dio cuenta que conservaba las escasas ventajas de ser un maldito. No tenía apetito, tampoco sed. Su corazón no latía, y sus heridas no sangraban. Supuraban un líquido negro como el alquitrán que quemaba la piel de todo el que tocaba. Después, se regeneraban lentamente.
Desde el despertar, dos cosas habían cambiado.
1- Podía ver fragmentos del futuro en sueños
2- La naturaleza volvía a responder ante él.
Con estos dones, no le resultó difícil hacerse con el control del Ducado De Hiria. Viajó allí sin más plan que contemplar la caída de su madre desde una cómoda presencia.
Hablando de la reina Leïlla, era evidente que se sentía incómoda en la presencia de aquel que una vez había sido su hijo, mas ella no entendería jamás por qué. Gawain se había encargado de destruir todo lo relacionado con Eduardo Auerswald. El príncipe heredero había quedado enterrado para dejar paso a un Duque de escasas palabras y secos gestos.
Sin embargo, nunca dejaron de llegarle invitaciones a palacio.
Y, durante años, así siguió.
En su vida no hubieron grandes cambios. Aprendió a vivir con el dolor de su memoria hasta que sus emociones se fueron apagando. Su segundo nacer le vio convertirse en un hombre serio y reservado de pocas palabras y mirada penetrante. Su único objetivo era ver caer el reinado de Springlur, como venganza por todo el daño que habían causado.
Por las noches, en la intimidad de sus aposentos, la lengua de fuego que envolvía la ciudad de Baile dubh todavía se sentía viva en su piel.
Todo cambió tres años después de su segundo despertar.
Había cambiado, pero era ella, definitivamente. Eduardo jamás olvidaría la delicadeza de sus rasgos, ni su cara redonda, ni tampoco la peca que había en la punta de su oreja izquierda, Tanto tiempo llevándola en su corazón, la marca de Tinnuiel se había grabado a fuego en él.
— Asmodeo, al final te mataré como sigas así.
Gawain reconoció la presencia del Diavle. Curiosas compañías para una princesa.
No le sorprendió que ella no le recordase, y prefirió que así fuese. Sí le enfureció descubrir que Lilli no sabía quién era, y que nadie se había molestado en contárselo. Maldijo a las Aotrom, maldijo a su madre y al imbécil de su medio hermano, a quien vio cortejar a la joven desde la distancia con gran pesar en su corazón. Nunca entendió por qué ella se entregaría a un necio como él, pero tampoco podía interferir.
Estaban mejor lejos.
Sin embargo, parece que el destino no estaba de acuerdo con él.
Una y otra vez, siguió encontrándose con ella. Hasta que al final Aethlili no pudo evitar darse cuenta de la presencia ajena, y fue ella la que le asaltó en uno de los caminos, daga plateada al cuello y una mirada fiera y oscura. Un estremecimiento muy distinto a su habitual desidia recorrió a Gawain, quien solo pudo mirar a los ojos a la mujer.
— ¡Dama! Si sois una ladrona creo que no vais a obtener nada de mí. —Dijo rápidamente, haciéndose pasar por un noble desvalido.
Tipo
Individual
Líneas
Cualquier línea
Estado
Disponible