A veces sólo le basta tumbarse a mirar las nubes y el cielo. A veces, le gusta soñar con las estrellas. A veces, todo lo que necesita, es ese preciso instante de silencio exterior que acalla los gritos de su mente traumatizada.
No es sólo la cuestión de tumbarse al lado de quien confía para descansar; es el mero hecho de poder disfrutar de su propia soledad sin que nadie perturbe la paz interior que tanto esfuerzo le cuesta obtener.
No es sólo la cuestión de tumbarse al lado de quien confía para descansar; es el mero hecho de poder disfrutar de su propia soledad sin que nadie perturbe la paz interior que tanto esfuerzo le cuesta obtener.
A veces sólo le basta tumbarse a mirar las nubes y el cielo. A veces, le gusta soñar con las estrellas. A veces, todo lo que necesita, es ese preciso instante de silencio exterior que acalla los gritos de su mente traumatizada.
No es sólo la cuestión de tumbarse al lado de quien confía para descansar; es el mero hecho de poder disfrutar de su propia soledad sin que nadie perturbe la paz interior que tanto esfuerzo le cuesta obtener.