—De nada servía encerrarse en una habitación, si Vox era capaz de trasladarse por la corriente eléctrica. Y, aunque no pudo deshacer el conjuro de Bloom, si aprovechó el tiempo para seguir trabajando en algo... Cuando al fin lo tuvo listo, apareció en la habitación de [Valentino01]
—¿Sabes? Si que te escucho. Aunque no lo creas. Es solo que a veces no te entiendo. Pero todo lo que dices me importa— caminó hasta sentarse en la cama de su pareja, a su lado—.Y recuerdo, que hace un tiempo, antes de que me marchase, me dijiste que deseabas volver a ver el cielo nocturno del mundo de los vivos. —dejó un aparatito sobre la mesilla de noche—Y aunque no puedo traerte el cielo de verdad, si que he podido crear uno para ti. —y dándole a un botón la habitación completa de iluminó como si de un planetario se tratase —.Con esto, podrás ver el cielo de cualquier lugar del mundo de los vivos —puso unas pequeñas coordenadas y el cielo se tornó el que podía verse en la Antártida, mostrando incluso una bella aurora boreal, cuyos colores comenzaron a danzar por el cielo que se habia creado en la sala—.Ademas, podrás llevarlo siempre contigo. —le hizo saber, quedándose sentado y observando satisfecho el resultado de su invento. Pasó horas estudiando astronomía, aprendiendo se cada minúscula constelación, cada estrella, cada ruta que estás seguían por las noches, cada pequeño punto de luz que en realidad era un planeta.
Todo, un montón de información que en un principio no le interesaba para entregarle el cielo que tanto añoraba a Valentino
—.No he conseguido que el hechizo se rompa, pero solo durará hasta mañana. Te prometo que no haré nada para evitarlo. Confío en ti, Val. Y te quiero, aunque no sea el tipo más cariñoso del infierno. —reconoció, y es que desde que regresó se había sentido especialmente inseguro. Y no ayudaba que al ser parte tiburón lejos de estar caliente el celo lo volviera más irritable y violento. Pero sin dudas, aún con el cerebro anulado, lo amaba, más que a nada. Y solo había necesitado volver en sí unas horas para seguir demostrandolo—
—¿Sabes? Si que te escucho. Aunque no lo creas. Es solo que a veces no te entiendo. Pero todo lo que dices me importa— caminó hasta sentarse en la cama de su pareja, a su lado—.Y recuerdo, que hace un tiempo, antes de que me marchase, me dijiste que deseabas volver a ver el cielo nocturno del mundo de los vivos. —dejó un aparatito sobre la mesilla de noche—Y aunque no puedo traerte el cielo de verdad, si que he podido crear uno para ti. —y dándole a un botón la habitación completa de iluminó como si de un planetario se tratase —.Con esto, podrás ver el cielo de cualquier lugar del mundo de los vivos —puso unas pequeñas coordenadas y el cielo se tornó el que podía verse en la Antártida, mostrando incluso una bella aurora boreal, cuyos colores comenzaron a danzar por el cielo que se habia creado en la sala—.Ademas, podrás llevarlo siempre contigo. —le hizo saber, quedándose sentado y observando satisfecho el resultado de su invento. Pasó horas estudiando astronomía, aprendiendo se cada minúscula constelación, cada estrella, cada ruta que estás seguían por las noches, cada pequeño punto de luz que en realidad era un planeta.
Todo, un montón de información que en un principio no le interesaba para entregarle el cielo que tanto añoraba a Valentino
—.No he conseguido que el hechizo se rompa, pero solo durará hasta mañana. Te prometo que no haré nada para evitarlo. Confío en ti, Val. Y te quiero, aunque no sea el tipo más cariñoso del infierno. —reconoció, y es que desde que regresó se había sentido especialmente inseguro. Y no ayudaba que al ser parte tiburón lejos de estar caliente el celo lo volviera más irritable y violento. Pero sin dudas, aún con el cerebro anulado, lo amaba, más que a nada. Y solo había necesitado volver en sí unas horas para seguir demostrandolo—
—De nada servía encerrarse en una habitación, si Vox era capaz de trasladarse por la corriente eléctrica. Y, aunque no pudo deshacer el conjuro de Bloom, si aprovechó el tiempo para seguir trabajando en algo... Cuando al fin lo tuvo listo, apareció en la habitación de [Valentino01]
—¿Sabes? Si que te escucho. Aunque no lo creas. Es solo que a veces no te entiendo. Pero todo lo que dices me importa— caminó hasta sentarse en la cama de su pareja, a su lado—.Y recuerdo, que hace un tiempo, antes de que me marchase, me dijiste que deseabas volver a ver el cielo nocturno del mundo de los vivos. —dejó un aparatito sobre la mesilla de noche—Y aunque no puedo traerte el cielo de verdad, si que he podido crear uno para ti. —y dándole a un botón la habitación completa de iluminó como si de un planetario se tratase —.Con esto, podrás ver el cielo de cualquier lugar del mundo de los vivos —puso unas pequeñas coordenadas y el cielo se tornó el que podía verse en la Antártida, mostrando incluso una bella aurora boreal, cuyos colores comenzaron a danzar por el cielo que se habia creado en la sala—.Ademas, podrás llevarlo siempre contigo. —le hizo saber, quedándose sentado y observando satisfecho el resultado de su invento. Pasó horas estudiando astronomía, aprendiendo se cada minúscula constelación, cada estrella, cada ruta que estás seguían por las noches, cada pequeño punto de luz que en realidad era un planeta.
Todo, un montón de información que en un principio no le interesaba para entregarle el cielo que tanto añoraba a Valentino
—.No he conseguido que el hechizo se rompa, pero solo durará hasta mañana. Te prometo que no haré nada para evitarlo. Confío en ti, Val. Y te quiero, aunque no sea el tipo más cariñoso del infierno. —reconoció, y es que desde que regresó se había sentido especialmente inseguro. Y no ayudaba que al ser parte tiburón lejos de estar caliente el celo lo volviera más irritable y violento. Pero sin dudas, aún con el cerebro anulado, lo amaba, más que a nada. Y solo había necesitado volver en sí unas horas para seguir demostrandolo—