—¿¡En que mente enferma cabe usar el aroma de mi ex mujer!?
Y no era una locura sólo por como carajos lo había conseguido, si no porque no pensaba ni sentía deseo por ella desde que encontró a su cervatillo y menos le daría a creer que era el reemplazo de su ex esposa.
Y no era una locura sólo por como carajos lo había conseguido, si no porque no pensaba ni sentía deseo por ella desde que encontró a su cervatillo y menos le daría a creer que era el reemplazo de su ex esposa.
—¿¡En que mente enferma cabe usar el aroma de mi ex mujer!?
Y no era una locura sólo por como carajos lo había conseguido, si no porque no pensaba ni sentía deseo por ella desde que encontró a su cervatillo y menos le daría a creer que era el reemplazo de su ex esposa.
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