Y como bien lo dijo, él sería el Sugar de su cervatillo y, al ya saber perfectamente su medida de pezuña, así como buena parte de sus gustos, no tardó ni una hora en mandar a conseguir todos los zapatos del jodido infierno, desde zapato de piso, sandalias, botines, botas, tenis, tacones, plataformas, etc.

¿Dónde metería tanto zapato? No tenía puta idea, pero derribaría dos alcobas para construirle un armario si así lo quería y eso sólo para el calzado, ni se diga cuando quisiera ropa.

—Aquí tiene mi futuro rey, todos los zapatos de tu talla~
Si alguno no te gusta, lo podemos devolver o tirar, no importa~

[Alastor]